“Pensar la guerra”, el primero de los capítulos, descubre por qué la guerra ha pasado ha ser hoy día inviable. Este artículo, escrito en abril de 1991 y publicado en La Rivista dei Libri en los días de la guerra del Golfo pretende convencer al lector de que es de sentido común negar que cualquier contienda sea fructífera. Para ello se emplean una serie de argumentos cuya intención es demostrar que toda batalla está en absoluta contradicción con las mismas razones por las que se lleva a cabo. En relación con lo mencionado, Umberto Eco afirma que la sociedad de la información instantánea y del transporte rápido, de la emigración intercontinental continua, unida a la naturaleza de la nueva tecnología ha hecho de la guerra algo imposible e irrazonable. Así pues, las nuevas tecnologías de la comunicación permiten flujos informativos capaces de neutralizar cualquier acción sorpresa y con ella la propia guerra, puesto que no existe contienda en la que no se pueda sorprender al adversario. Por otra parte, la actual guerra ya no enfrenta dos patrias, se trata de una competencia entre infinitos poderes financieros ya que el propio conflicto se juega en términos económicos. Finalmente, debido a la multiplicación de los poderes que toman parte en la contienda, es posible que, al finalizar, la configuración resultante sea beneficiosa para uno de los contendientes, pero en líneas generales la guerra está perdida para todos. De esta forma, y como cita el autor, vaya como vaya la guerra, al haber provocado una redistribución general de los pesos que no puede corresponder plenamente a la voluntad de los contendientes, la guerra se prolongará en una dramática inestabilidad política, económica y psicológica durante décadas venideras, que no podrá sino producir una “política guerreada”.
Siguiendo la misma línea, este artículo trata también el papel de los intelectuales en todo conflicto, haciendo una clara distinción entre intelectualidad y función intelectual. Para Eco, los intelectuales, como categoría, son algo muy vago. Sin embargo, la función intelectual consiste en determinar críticamente lo que se considera una aproximación satisfactoria al propio concepto de verdad. Así pues, afirma que el mundo intelectual no ha callado sobre el problema de la guerra cambiando, de esta forma, la concepción del mundo sobre este concepto. Es decir, han logrado hacer que la gente juzgue la guerra como un mal siendo que otrora la juzgaba un bien.
Finalmente, el autor sostiene que lo que algunos han interpretado como el silencio de los intelectuales sobre la guerra ha sido, quizá, el temor a hablar de ella en caliente a través de los medios de comunicación, por el simple hecho de que los medios de comunicación forman parte de la guerra y de sus instrumentos, y, por lo tanto, es peligroso considerarlos territorio neutral.
En conclusión, Umberto Eco pretende, con este artículo, decir que la guerra hoy anula toda iniciativa humana, e incluso, que su misma finalidad aparente (y la victoria aparente de uno de los contendientes) es tan inviable como la propia iniciativa de emprender una contienda en los tiempos que corren.
En lo referente a este capítulo del libro, cabe destacar la peculiaridad de los argumentos utilizados por el autor para llevar al lector a su terreno. Así pues, no trata el tema apelando únicamente al infrecuente sentido común dado que existen infinitas posiciones e intereses alrededor del belicoso negocio que es la guerra. Por el contrario, da un enfoque inusitado a la vez que completo y coherente de los motivos que impulsaron en otras épocas a emprender contiendas, así como de las razones por las cuales sería improductivo promoverlas en la actualidad. Para ello utiliza un conjunto argumentativo que engloba, desde el poder económico y político de cada nación, hasta el control ejercido por los medios de comunicación y las nuevas tecnologías en aspectos tan alejados de su campo de actuación como podrían ser las acciones bélicas. De esta forma, desde un razonamiento juicioso y una cuidada “función intelectual”, Eco transporta al lector a la dimensión de lo ético, sin omitir, como es propio, una perceptible alusión a la dialéctica.
Así pues, mediante una serie de recursos literarios inherentes al estilo de este renombrado escritor, Umberto Eco logra aderezar un texto cuyo mensaje va más allá de un testimonio antibelicista para dar lugar a una reflexión clara y profunda sobre el pasado, presente y futuro de los conflictos bélicos así como de las causas e impulsos que mueven a los ciudadanos a mezclarse en dichos encuentros. En este aspecto, el autor se cuida mucho de exponer los numerosos inconvenientes de una guerra aseverando que en la actualidad no existe contienda con vencedores, sino que todo aquel que participa resulta, de una manera u otra, vencido.
El segundo de los escritos, “El fascismo eterno”, fue pronunciado, en su versión inglesa, en un congreso organizado por los departamentos de filología italiana y francesa de la Columbia University el 25 de abril de 1995 para conmemorar el aniversario de la insurrección general de la Italia del Norte contra el nazismo y la liberación de Europa.
Este artículo, escrito para un público estudiantil, trata de forma muy explícita y sencilla las características del fascismo así como las razones por las que sigue todavía vigente en nuestros días.
El capítulo comienza con una breve alusión a la infancia de Umberto Eco mediante la cual se pretende informar al lector (u oyente) de la situación política existente en la Italia de los años 40. De este modo, con esta concisa aunque significativa introducción al concepto de fascismo, el autor se introduce en el terreno de las ideologías dictatoriales afirmando que detrás de cada régimen y sus doctrinas hay siempre una manera de pensar y de sentir, una serie de hábitos culturales y una nebulosa de instintos oscuros y de pulsiones insondables. Con esta tesis, el autor pretende demostrar que a pesar de que exista la posibilidad de derribar los regímenes políticos y de criticar y quitar legitimidad a las ideologías, siempre prevalecen elementos característicos de determinadas formas de gobierno que las hacen universales y, sobre todo, análogas en muchos de sus aspectos.
Para ello, Eco se sirve del ejemplo del fascismo, una palabra que se ha convertido en una sinécdoque para movimientos totalitarios diferentes. El fascismo, como tal, es, sin lugar a dudas dictatorial, aunque no es íntegramente totalitario debido a su tibieza y, especialmente, a la fragilidad filosófica de su ideología. Así pues, se trata de un totalitarismo confuso que se basa, no en una idea monolítica, sino en un collage de diferentes ideas políticas y filosóficas. Es decir, es una cadena de contradicciones que se ensamblan firmemente con determinados arquetipos.
De esta forma, es factible admitir que el fascismo se adapta a todo porque da la posibilidad de eliminar o modificar alguno de sus aspectos y siempre podremos continuar reconociéndolo como fascismo.
Partiendo de esta idea, el autor propone una serie de características típicas de lo que él denomina el Ur-Fascismo o fascismo eterno. A pesar de que muchas de ellas se contradicen, y otras son propias de diferentes formas de despotismo o fanatismo, basta con que cualquiera de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista.
En primer lugar, propone como elemento común el culto a la tradición, cuya consecuencia directa es la inviabilidad de un desarrollo del saber. Esta idea se basa en la creencia fascista de una verdad ya anunciada. De esta forma, todo individuo restringirá su ciencia a la interpretación de dicha verdad absoluta. En este aspecto, cabe destacar la sorprendente relación entre la existencia de un movimiento fascista y la masiva aparición de pensadores tradicionalistas.
Otra de las características señaladas es el rechazo del modernismo. Al hilo de lo anterior, la negación de los valores espirituales tradicionales supondría un avance en el saber invitación al pensamiento crítico. En este sentido, el Ur-Fascismo podría definirse como irracionalismo.
En tercer lugar encontramos lo que Umberto Eco denomina el culto de la acción por la acción. Esta práctica consiste en proceder siempre “antes de” y sin reflexión alguna y se fundamenta en la idea de que pensar es una forma de castración.
Un cuarto elemento sería la convicción Ur-Fascista de que todo desacuerdo es traición. El Ur-Fascismo entiende el desacuerdo como un instrumento de progreso de los conocimientos, lo que atenta contra todas y cada una de las características citadas.
Otra idea representativa es el miedo a la diferencia. El nacionalismo generado a raíz de una pérdida de identidad de los individuos-súbditos se expresa mediante el sentimiento racista inherente a todo régimen fascista. De esta forma, el líder hace un llamamiento contra los intrusos como medida para preservar esa falta de identidad.
Un sexto aspecto del Ur-Fascismo surge de la frustración individual o social. Así pues, todo líder hace un llamamiento a las clases medias desengañadas, desazonadas por alguna crisis económica o humillación política y asustadas por la presión de los grupos sociales subalternos.
Otra de las características expuestas sería la obsesión de todo régimen fascista por el complot, posiblemente internacional. Una vez más, Eco apela al nacionalismo como ausencia de identidad para fundamentar la xenofobia.
Como octavo elemento común surge la paradoja entre la debilidad y fortaleza de los enemigos. En este aspecto, los secuaces deben sentirse azarados por la riqueza ostentada y por el poder del enemigo. Con todo, el fascismo se considera incapaz de valorar objetivamente la fuerza de su enemigo.
Un noveno punto de encuentro para el Ur-Fascismo es la sentencia “no hay lucha por la vida sino más bien vida para la lucha”. De esta forma, el fascista reniega del pacifismo ya que no contempla una vida sin guerras permanentes. No obstante, a pesar del rigor de esta premisa, existe una clara contradicción que ningún líder de este movimiento ha sabido solventar. Esta incoherencia parte de la base de una guerra continua en la que uno de los contendientes irá tomando, gradualmente, el control del mundo. Siguiendo este razonamiento, en el momento en el que acontezca la batalla final y uno de los combatientes ostente el poder, ineludiblemente sobrevendrá una era de paz ante la cual el fascismo perderá su razón de ser.
Un décimo aspecto a tratar es el desprecio por los débiles. En esta materia cabe destacar el doble sentido del concepto. Por un lado, se producirá un elitismo popular por el cual cada ciudadano creerá pertenecer al mejor pueblo del mundo y cada miembro del partido se considerará superior al resto. Por otra parte, todo líder subordinado despreciará a sus subalternos tanto como éstos a sus inferiores, de esta forma, quedará establecida la estructura de un elitismo de masas.
Otra de las características señaladas es la consideración de la heroicidad como patrón de conducta. De esta forma, todo ciudadano estará educado para convertirse en un ídolo y considerará la muerte como la mejor recompensa a una vida heroica. Así pues, este culto al valor quedará peligrosamente vinculado al culto a la muerte, lo que sin duda constituye otro de los elementos propios del Ur-Fascismo.
En duodécimo lugar, el Ur-Fascismo transfiere su voluntad de poder a cuestiones sexuales. Esta cuestión, además de ser el origen del machismo en todo régimen totalitario, supone una condena intolerable hacia las costumbres sexuales no conformistas, desde la castidad hasta la homosexualidad.
Una nueva característica de esta doctrina es que tiene su base en el populismo cualitativo, es decir, la consideración del pueblo como una entidad monolítica que expresa su voluntad común obviando los derechos de los individuos. Dentro de esta concepción antidemocrática de la ciudadanía, el líder jugaría un papel de intérprete de los deseos y necesidades de sus súbditos. Así pues, dado que no es factible controlar las voluntades individuales de cada uno de los ciudadanos, el propio líder se encargaría de tomar las decisiones que considerara pertinentes para el bienestar de su pueblo siguiendo el particular criterio del interés propio.
Al hilo de lo anterior cabe ejemplificar dicho populismo cualitativo en los actuales medios de comunicación de masas, concretamente las televisiones e Internet. En este caso, la respuesta de determinados ciudadanos (una minoría de ellos) estará considerada como la voz del pueblo. Así pues, las decisiones concernientes a este ámbito se tomarán en base a las opiniones de unos pocos, teniendo en cuenta únicamente sus gustos e intereses que, posiblemente, difieran de los del resto de afectados.
Como último aspecto común cabe citar la utilización de un léxico escaso así como de una sintaxis elemental en todo texto escolar fascista con el fin de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. A esta práctica se le podría denominar, según el autor, “neolengua”, término que hace referencia a la famosa obra de Orwell y que aplica sin ninguna vacilación a los reality shows y, en general, al conjunto de los medios de comunicación. En este caso, la dinámica de provocación y agresividad verbal utilizada como carnaza para incrementar las audiencias es lo que permanece y crea hábito, fomentando la convicción de que en los medios de comunicación todo está permitido y sometiendo a las audiencias a verborreas mediocremente elocuentes que distan mucho de promover el pensamiento crítico.
Finalmente y como conclusión, este ensayo dedicado al fascismo parte del modelo italiano para razonar las diferentes características que definen a un sistema político como fascista, cuyas maneras siguen vigentes hoy en otras situaciones o con formas más adecuadas a los tiempos que corren.
Por otra parte, la actitud de Eco es un nuevo ejemplo de función intelectual, tanto en el esfuerzo de búsqueda de argumentos, como en la lucha por una mayor claridad en la discusión intelectual y en las posiciones políticas huyendo, en todo momento, del ataque verbal. En este aspecto, el autor trata el tema de una manera objetiva, planteando las más variadas líneas argumentales y eludiendo, en la medida de lo posible, afirmarse en una posición de manera explícita, permitiendo de esta forma que el lector extraiga gradualmente sus propias conclusiones. Así pues, juicioso en la mayoría de casos y recurriendo a la ironía en algunos otros, Umberto Eco logra, en este artículo, erigir las bases del fascismo y desvelar el por qué de una doctrina con tan dilatada existencia.
El tercer capítulo, “Sobre la prensa”, es una relación presentada en el curso de una serie de seminarios organizados por el Senado, ante los representantes de los periódicos italianos más relevantes. Trata la situación de la prensa italiana del momento, sobre todo en sus relaciones con el mundo político.
Esta dividido en ocho secciones, cada una de las cuales hace una crítica feroz a un modelo influenciado por la televisión, la política y la publicidad.
En primer lugar, el autor intenta poner en situación al lector exponiendo las polémicas existentes en los años 60 y 70 en lo referente a la prensa. Así pues, trata de utopía al concepto de objetividad, argumentando que la elección de una noticia constituye un elemento de juicio en sí mismo. Del mismo modo, desdeña la posibilidad de uso de los periódicos como instrumentos de poder aduciendo un cambio en el lenguaje de los políticos quienes, hoy por hoy, relegan el lenguaje críptico en favor de las críticas directas a sus oponentes.
Por otra parte, estudia el proceso de semanalización de los diarios en respuesta a la repentina incorporación de la televisión como primera fuente de noticias. En los años 60, los periódicos daban la noticia antes que cualquier otro medio y luego intervenían otras publicaciones para profundizar en la cuestión. Con el desarrollo cualitativo de la televisión, los diarios han optado por semanalizarse incorporando informaciones extendidas y suplementos que están en competencia directa con los propios semanarios. De esta forma, las ediciones semanales se ven obligadas a mensualizarse, compitiendo a su vez con las publicaciones mensuales especializadas. Así pues, actualmente los semanarios están en pugna continua con los diarios, y cada uno de ellos intenta superar al otro para conquistar los mismos lectores.
En este proceso de semanalización interviene, como no podría ser de otra forma, la ideología del espectáculo. Los diarios al semanalizarse aumentan las páginas, y con ellas la publicidad contenida en cada una de ellas. Ante esta avalancha de publicidad los periódicos se ven obligados a incrementar todavía más el número de planas y a servirse de suplementos para albergarlas. De esta forma y para ocupar tantas páginas, los periodistas deben ir más allá de la noticia escueta y, por tanto, comienzan a inventar la noticia y a transformar en artículo cualquier información carente de interés real.
Otro aspecto tratado es la relación entre la prensa y la televisión. A estas alturas, según cita el autor, la prensa italiana es esclava de la televisión. Esto se debe a la imposición de la pantalla como espacio político privilegiado. En Italia, la vida de la televisión se vincula estrechamente a la vida política. Así pues, a la prensa no le queda otro remedio que dar cuenta de ello. De esta manera, el mundo político fija la agenda de las prioridades periodísticas afirmando algo en la televisión de forma que, al día siguiente, la prensa no hable de lo que ha sucedido en el país sino de lo que del país se ha dicho o habría podido decirse en la pantalla.
La quinta sección del capítulo está dedicada a la entrevista. En este aspecto, el autor critica la masiva incorporación de esta práctica en los diarios italianos, quienes publican una decena de entrevistas al día donde el entrevistado declara lo mismo que ha revelado a otros periódicos. El juego está en obtener una media admisión que, debidamente enfatizada, hará nacer el escándalo. De esta forma se emprende una dinámica de medias declaraciones y desmentidos donde, tanto el diario como el entrevistado, tienen algo que ganar.
Un sexto aspecto a estudiar es el fenómeno mediante el cual la prensa, cuando no habla sobre la televisión, habla sobre la otra prensa. Esta práctica, heredada del medio televisivo, ayuda a que cualquier declaración hecha a un diario haga eco en todos los demás medios de prensa. De esta forma, al existir un estrecho vínculo entre la prensa italiana y la vida política, cualquier confesión realizada a un determinado periódico será aprovechada por los demás para llenar sus páginas, entrando en una dinámica de provocación similar a la de las entrevistas, en la cual ambas partes resultan favorecidas.
La séptima parte arranca con el ejemplo de L´Espresso en el año 1965. En este caso, Umberto Eco utiliza como patrón este semanario para argumentar las razones por las cuales hoy en día ninguna publicación es capaz de prolongar en más de un ejemplar una línea de investigación sensacional propia. Una de los motivos principales sería la intervención del resto de medios de la competencia, quienes no dudarían en retomar y ampliar la noticia obligando al semanario a elevar el tono o a abandonar la investigación. En segundo lugar, en el mundo político y de sus apariciones en la pantalla, el tema habría alcanzado ya el nivel de encontronazo, forzando al semanario a hablar de cómo la televisión enfoca el asunto. Finalmente, hoy en día las fuerzas políticas y judiciales han alcanzado tal grado de denuncia a todos los niveles que a la prensa le queda bien poco por descubrir. Así pues, no puede sino repetir las denuncias surgidas de la magistratura, o cambiar el juego y denunciar a las fuerzas judiciales, pero también ahí estaría a remolque de la televisión.
Por último, Eco plantea una serie de soluciones para eludir las citadas contradicciones de la prensa. En primer lugar, propone seguir lo que él denomina camino “fidjiano”, consistente en la realización de periódicos muy pobres que trabajan sobre despachos de agencias y logran dar, en pocas líneas, las noticias más importantes del día anterior.
El segundo camino, el de la atención ampliada, consiste en la transformación del diario en una fidedigna fuente de noticias sobre todo lo que sucede en el mundo. Así pues, dando un paso al futuro propone la aparición de una televisión interactiva donde cada uno podría componerse e imprimirse en casa su propio diario con las noticias que sean de su interés.
En definitiva, este capítulo trata la condición de la prensa italiana en una actualidad relativa. En este aspecto, la precariedad de la situación referida por el autor se debe, en parte, a la actitud de las audiencias, quienes aclaman la dinámica adquirida por cada uno de los medios de comunicación. No obstante, el afán de venta, así como la competencia mutua entre los diferentes medios ha provocado, sin proponérselo, una pugna continua en perjuicio del espectador.
Por otra parte, la politización del espectáculo, así como la priorización de la vida política por parte de los medios ha llevado a una situación en la cual, tanto unos como otros, buscan su propio interés a costa de la audiencia, quien, en los últimos años, ha sufrido una pérdida de credibilidad y ha manifestado una patente indiferencia hacia la prensa y televisión así como hacia los políticos. Del mismo modo, la dinámica de provocación entre el cronista y el político presenta una notoria similitud con el funcionamiento de los reality shows. En este caso, cualquier afirmación posible de malinterpretar será exagerada y encarecida hasta el extremo, sirviendo como carnaza para las ávidas audiencias. Así pues, en este juego de medias verdades y rectificaciones, tanto el político como el medio obtendrá beneficios. Mientras el primero se publicita aprovechando el eco que su declaración ha producido en el resto de medios de comunicación, el segundo multiplica sus audiencias y con ellas su capital.
El cuarto capítulo, “Cuando entra en escena el otro”, reproduce una respuesta del autor al cardenal Carlo Maria Martini en el transcurso de un intercambio de cuatro cartas organizado y publicado por la revista Liberal. Más tarde, este epistolario se reunió en un pequeño volumen, ¿En qué creen los que no creen?.
El escrito comienza, como ya viene siendo propio del autor, haciendo una breve referencia a su juventud marcada por una educación estrictamente católica que, con el paso del tiempo ha ido derivando en una religiosidad laica.
Partiendo de esta base, Umberto Eco trata, en este episodio, la dimensión ética de los seres humanos sin tener en cuenta sus creencias. Así pues, afirma que existen “universales semánticos”, o nociones elementales comunes a toda la especie, que se han convertido en la base de una ética. Con esta versión de la caridad cristiana el autor pretende dar a entender que cada individuo, independientemente de su raza, ideología o religión, es consciente de que debe respetar la corporalidad ajena y de que, bajo cualquier circunstancia, sus derechos acaban donde empiezan los de los demás.
Al hilo de lo anterior, Eco expone su teoría de la ética laica, basada en la idea de que nosotros sabemos instintivamente que tenemos un alma, o algo que desempeña esa función, sólo en virtud de la presencia ajena. Del mismo modo, nuestro instinto natural, llevado a su justa maduración y autoconciencia, es un fundamento que da suficientes garantías. Así pues, la religiosidad no supone un requisito indispensable para la moral, sino que la conciencia de cada individuo, en la mayoría de los casos, es suficiente aval para considerar a una persona dentro de los límites de lo ético.
Por otra parte, el autor hace una crítica al ateísmo por su firme confianza en la inexistencia de Dios alegando su inverificabilidad siendo que dicha inexistencia tampoco es demostrable. En este aspecto, cabe rebatir esta idea ya que parte de la base de que todo ateo confía en la inexistencia de Dios creyendo poder demostrarla. No obstante, existe la posibilidad de un ateísmo basado en el escepticismo sin ninguna pretensión de verificabilidad.
Asimismo, Eco sostiene que el no creyente considera que nadie le observa desde arriba y, por lo tanto, sabe también que precisamente por eso ni siquiera hay alguien que le pueda perdonar. Es por ello que ensayará la purificación de la confesión pública para obtener el perdón de los demás y por tanto sabe que deberá perdonar con antelación. Este hecho es, según el autor, la base del remordimiento. En este aspecto cabría puntualizar que, independientemente de la presencia o ausencia de religiosidad, la mayoría de individuos sufren remordimientos ante cualquier acto deplorable en función de la moralidad de cada uno. Así pues, el creyente superará en seguridad al ateo ya que se sentirá salvaguardado por la bondad de un Dios, mientras que el no creyente, efectivamente, buscará el perdón de los demás como única vía de remisión de sus actos. No obstante, tanto en un caso como en otro, los individuos se verán forzados a propiciar el perdón de los demás para, en caso de necesidad, obtener el suyo propio; ya sea por que así lo establece la religión o porque así lo dicta la conciencia.
Por último, Eco plantea la posibilidad de la inexistencia de Dios. Partiendo de esa base afirma que el hombre se convertiría necesariamente en un animal religioso y aspiraría a construir narraciones capaces de darle una explicación, un modelo y una imagen ejemplar. Con esta declaración el autor pretende confirmar la necesidad humana de venerar a un ser superior como vía de escape ante los problemas de la vida cotidiana. En este aspecto, el Cristianismo presenta un modelo basado en el amor universal y en el perdón de los enemigos. Así pues, Jesucristo, independientemente de su existencia o inexistencia, constituye, por un lado, una condición humana indispensable para aquellos que requieran la certidumbre de que un ser supremo vele por sus vidas y, por otro, un patrón de conducta que, como mínimo, incita a los fieles a vivir en el amor y en el sacrificio por la salvación ajena.
El quinto y último capítulo, “Las migraciones, la tolerancia y lo intolerable” es un collage. El primer apartado reproduce parte de una conferencia leída el 23 de enero de 1997 en la apertura de un congreso sobre las perspectivas del nuevo milenio. En este aspecto, el autor asegura que en un futuro no muy lejano Europa será un continente multirracial ya que habrá asistido a un gran mestizaje de culturas.
Por otra parte, Eco distingue los movimientos migratorios entre migraciones e inmigraciones. Considera las primeras como desplazamientos incontrolables de determinados pueblos que abandonan un territorio para instalarse en otro cambiando radicalmente la cultura del lugar de destino. Asimismo, describe las inmigraciones como desplazamientos controlados de determinados individuos de un pueblo que a su vez, aceptan las costumbres del país al que emigran. Partiendo de estas definiciones, el autor sostiene que mientras hayan inmigraciones, los pueblos pueden mantener a los inmigrantes en guetos para que no se mezclen con los indígenas. Cuando hay migración, ya no hay guetos y el mestizaje es incontrolable.
Con todo, hoy en día nos encontramos ante fenómenos inciertos. Hoy, en un clima de gran movilidad, es muy difícil decir si ciertos fenómenos son de migración o emigración.
El segundo texto, readapta y traduce la introducción al Forum Internacional sobre la Intolerancia organizado en París el 26 y 27 de mayo de 1997.
Comienza definiendo los conceptos de fundamentalismo e integrismo como las dos formas más evidentes de intolerancia. Así pues, el primero, vinculado a la interpretación de un texto sagrado, es intolerante en el plano hermenéutico pero no tiene por qué serlo en el político.
Por el contrario, el integrismo es una posición religiosa y política por la cual los principios religiosos deben convertirse, al mismo tiempo, en modo de vida política y fuente de leyes del Estado.
No obstante, la intolerancia se plantea antes de cualquier doctrina. Parte de un cortocircuito categorial que luego ofrece en préstamo a cualquier doctrina racista futura. En este sentido, tiene raíces biológicas. La intolerancia por lo diferente o lo desconocido es natural en el niño. Se le educa en la tolerancia poco a poco aunque, desafortunadamente, sigue siendo un problema de educación permanente en los adultos.
De esta forma, la intolerancia más peligrosa es precisamente la que surge en ausencia de cualquier doctrina, como resultado de pulsiones elementales. Consiguientemente no puede ser criticada y mantenida a raya con argumentos racionales. La intolerancia salvaje es impermeable a cualquier crítica.
Con todo, la intolerancia salvaje solamente puede ser atajada de raíz a través de una educación constante que empiece desde la más tierna infancia.
El tercer pasaje, “Lo intolerable” fue publicado en el periódico La Repubblica, en ocasión de la sentencia cuasiabsolutoria del nazi Erich Priebke.
En este aspecto, Eco critica las exigencias morales que atribuimos a los jueces ya que, al fin y al cabo, somos nosotros quienes les hemos otorgado el mandato de poder según las leyes vigentes. Así pues, afirma el autor, no saldremos de este círculo hasta que no decidamos que, ante acontecimientos excepcionales, la humanidad no puede permitirse aplicar las leyes vigentes, sino que debe asumir la responsabilidad de sancionar nuevas leyes. Ante comportamientos intolerables hay que tener la valentía de cambiar las reglas, leyes incluidas; porque aceptar lo intolerable pone en cuestión nuestra misma identidad. Hay que asumir la responsabilidad de decidir qué es intolerable y después actuar, dispuestos a pagar el precio del error.
Así pues, para adaptar esta regla de conducta que nos obliga a decidir día a día dónde está lo intolerable, una sociedad debe estar preparada para tomar muchas decisiones, incluso dura, y ser solidaria en asumir responsabilidades.
Finalmente y como conclusión, este capítulo se enfrenta a uno de los temas más polémicos de las últimas décadas. Dada la masiva inmigración hacia los países europeos nos encontramos ante el clásico aunque eterno problema de la intolerancia. Hoy en día, en una sociedad en continua adaptación a las nuevas realidades sociales, se ha llegado a aceptar la globalidad como una forma de vida, una globalidad poco respetuosa con las diferencias, pues todavía persiste un cierto miedo- odio hacia lo diferente, lo ajeno.
No obstante, en un mundo donde la inmigración global está en auge, es necesario respetar las diferencias raciales y culturales para lograr adaptarse a los nuevos cambios sociales que estamos viviendo y a los que todavía queden por venir.
Conclusión
A pesar de la aparente diversidad de los temas, lo cierto es que el fondo de los cinco es el mismo: la preocupación por situaciones que impidan la libertad, la necesidad de la razón y la ética. En los cinco escritos, Umberto Eco se muestra inteligente y relativamente optimista, sin perder su capacidad crítica con determinados comportamientos o situaciones.
Por otra parte, el libro cobra gran importancia hoy día, quizás siempre, pues trata problemas atemporales. No obstante, dados determinados acontecimientos relativamente recientes, resulta especialmente oportuno el ensayo sobre la guerra, en el que Eco asegura que factores como los intereses de los países, los medios de comunicación que informan sobre todo lo que acontece o la parcelación del poder mundial provocan que la guerra hoy sea inviable, cuando han caído muchos de los elementos que antes la justificaban.
De la misma manera, el segundo capítulo, “el fascismo eterno”, trata de forma rotunda y comprensible las características del fascismo así como las razones por las que todavía prevalece hoy en día. Se trata de una reflexión sobre la actualidad de una realidad que ha logrado subsistir a lo largo de las décadas y que sigue vigente en nuestros días.
El tercer capítulo, a pesar de reflexionar sobre los problemas de la prensa italiana en un mundo dominado por la televisión, constituye un modelo aplicable al resto de sociedades occidentales, donde la capacidad seductiva del discurso audiovisual ha relegado a un segundo plano a la prensa escrita. Hoy en día son las televisiones las que marcan la actualidad y articulan el discurso periodístico, forzando a los diarios a adaptarse a sus prácticas.
“Cuando entra en escena el otro” es, si no el más ético de todos los escritos, aquel que más referencias hace a la moral. Se trata de un interesante intercambio de misivas entre dos intelectuales con muy diferentes concepciones de la religiosidad. Así pues, tanto Eco como Martini ensayan sobre la deontología humana en sus múltiples expresiones, ya sea derivada de una profunda devoción o impuesta por la insaciable conciencia.
Finalmente, el último de los escritos trata uno de los problemas más actuales dado el masivo flujo migratorio que ha sufrido Europa en los últimos años. “Las migraciones, la intolerancia y lo intolerable” es un collage que reúne una serie de conflictos éticos que confluyen en la presencia o ausencia del respeto hacia los demás.
En definitiva se trata de un interesante estudio de problemas que nos afectan a todos y de cuyo desarrollo dependerá la situación mundial en los años venideros. Por eso no se debe dejar de utilizar una conciencia crítica con acontecimientos de tal envergadura. Libros como este, ayudan a seguir planteándose situaciones, que es deseable no reiteren los errores del pasado.
Thursday, February 11, 2010
eco, es lo que quiero para quienes a pesar de todo fueron mis amigos y aquellos que por muy vulgares no lo fueron
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cielos e infiernos por estos lados,
DyD
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cuentos del abuelo que no son más que cuentos que se van copiando a lo largo del tiempo
MIAMI.- Uno tiende a pensar que las canciones infantiles no son otra cosa que tradición oral de origen incierto, convertida en dominio público y, como consecuencia, creaciones exentas de todo reclamo propietario.
"Sobre el puente de Avignon", por ejemplo, es una canción francesa del siglo XV y alude al famoso puente medieval de Saint-Benézet, que se extendía sobre el Ródano. Y "Mambrú se fue a la guerra" fue compuesta en 1709, tras la Batalla de Malplaquet, donde Gran Bretaña y Francia se enfrentaron para dirimir la sucesión española. El Mambrú en cuestión era el duque de Marlborough, a quien los franceses creían muerto.
Pero nadie conoce la identidad de sus creadores y en algunos casos, como el de Mambrú, se sospecha que se trata de una melodía originalmente árabe, que llegó a Francia con las cruzadas.
No es el caso de "Happy Birthday To You" ("Feliz cumpleaños"), considerada por el libro Guinness de récords la canción más popular del mundo, entonada en los más variados niveles de disonancia y en una multitud de lenguas en aniversarios de bebes, adultos y ancianos, incluida en cajas de música, teléfonos celulares y tarjetas de aniversario, llevada al espacio como uno de los testimonios de la cultura del planeta Tierra y memorablemente cantada por Marilyn Monroe el 19 de mayo de 1962 (78 días antes de su suicidio) a su amante, el presidente John F. Kennedy, en una celebración multitudinaria en el Madison Square Garden.
"Happy Birthday To You" no sólo tiene un origen comprobado, sino que además tiene dueño y copyright, y es objeto de una fascinante batalla legal por lo que podría representar unos 2.000.000 de dólares anuales en concepto de derechos de autor.
La historia comienza en 1893, cuando las hermanas Mildred y Patty Smith Hill, maestras jardineras de Kentucky, confeccionaron un libro titulado Cuentos cantados para el j ardín de infantes, que fue publicado por la editorial Clayton F. Summy Co., de Chicago.
La primera canción del libro se titulaba "Buenos días a todos", pero durante un cumpleaños del que las hermanas participaron, Patty sugirió cambiar la letra de la canción por "Happy Birthday To You", como una manera de homenajear a la niña que ese día celebraba su aniversario.
Esto es, en realidad, lo que se supone, porque no existe documentación que establezca que la letra de "Happy Birthday To You", de apenas cuatro líneas, sea efectivamente autoría de Patty Smith.
En marzo de 1924, un editor llamado Robert H. Coleman publicó una versión de "Buenos días a todos", que incorporaba la letra de "Happy Birthday" como alternativa. Con el advenimiento del cine y de la radio, la canción alcanzó una extraordinaria popularidad.
En 1931, fue incluida en el musical The Band Wagon , de George S. Kaufman y Howard Dietz, que protagonizaron Fred Astaire y su hermana, Adele, y dos años más tarde, cuando la Western Union lanzó su primer telegrama cantado, eligió "Happy Birthday To You" como su primera canción.
Fue, precisamente, en 1933, cuando Irving Berlin volvió a usar la canción en su comedia musical As Thousands Cheer ( Mientras miles vitorean ) que Jessica Hill, la tercera de las hermanas Hill, decidió emprender acciones legales.
Tras demostrar la similitud entre la canción original y "Happy Birthday To You", Jessica Hill logró que una corte la autorizara a registrar la nueva versión, que obtuvo un copyright en 1934.
La compañía Summy de Chicago publicó la canción en 1935. Según la legislación en vigor, los derechos debían expirar en 28 años, pero el acta del derecho de autor sancionada en 1976 los extendió hasta 2010. Y en 1998, a propósito de una disputa en torno de una canción de Sonny Bono, la Corte Suprema norteamericana añadió 20 años más al derecho de autor, lo que prolongó el copyright sobre "Happy Birthday To You" hasta 2030.
Algunos expertos, como Robert Brauneis, de la Universidad George Washington, argumentan que si bien los méritos para registrar una canción popular son válidos, en el caso de "Happy Birthday To You", los argumentos se ven anulados por la inexistencia de pruebas fehacientes acerca de quién escribió la letra de la canción.
Si todo esto hace dudar al lector acerca de la conveniencia de cantar "Happy Birthday" la próxima vez que algún familiar cumpla años, a riesgo de que aparezca alguien de Sadaic a reclamar los royalties, tranquilícese. Las demandas sólo se aplican a la explotación comercial de la canción, no a las fiestas familiares.
(tradición conocida gracias a mario diament en una nación de 2009)
"Sobre el puente de Avignon", por ejemplo, es una canción francesa del siglo XV y alude al famoso puente medieval de Saint-Benézet, que se extendía sobre el Ródano. Y "Mambrú se fue a la guerra" fue compuesta en 1709, tras la Batalla de Malplaquet, donde Gran Bretaña y Francia se enfrentaron para dirimir la sucesión española. El Mambrú en cuestión era el duque de Marlborough, a quien los franceses creían muerto.
Pero nadie conoce la identidad de sus creadores y en algunos casos, como el de Mambrú, se sospecha que se trata de una melodía originalmente árabe, que llegó a Francia con las cruzadas.
No es el caso de "Happy Birthday To You" ("Feliz cumpleaños"), considerada por el libro Guinness de récords la canción más popular del mundo, entonada en los más variados niveles de disonancia y en una multitud de lenguas en aniversarios de bebes, adultos y ancianos, incluida en cajas de música, teléfonos celulares y tarjetas de aniversario, llevada al espacio como uno de los testimonios de la cultura del planeta Tierra y memorablemente cantada por Marilyn Monroe el 19 de mayo de 1962 (78 días antes de su suicidio) a su amante, el presidente John F. Kennedy, en una celebración multitudinaria en el Madison Square Garden.
"Happy Birthday To You" no sólo tiene un origen comprobado, sino que además tiene dueño y copyright, y es objeto de una fascinante batalla legal por lo que podría representar unos 2.000.000 de dólares anuales en concepto de derechos de autor.
La historia comienza en 1893, cuando las hermanas Mildred y Patty Smith Hill, maestras jardineras de Kentucky, confeccionaron un libro titulado Cuentos cantados para el j ardín de infantes, que fue publicado por la editorial Clayton F. Summy Co., de Chicago.
La primera canción del libro se titulaba "Buenos días a todos", pero durante un cumpleaños del que las hermanas participaron, Patty sugirió cambiar la letra de la canción por "Happy Birthday To You", como una manera de homenajear a la niña que ese día celebraba su aniversario.
Esto es, en realidad, lo que se supone, porque no existe documentación que establezca que la letra de "Happy Birthday To You", de apenas cuatro líneas, sea efectivamente autoría de Patty Smith.
En marzo de 1924, un editor llamado Robert H. Coleman publicó una versión de "Buenos días a todos", que incorporaba la letra de "Happy Birthday" como alternativa. Con el advenimiento del cine y de la radio, la canción alcanzó una extraordinaria popularidad.
En 1931, fue incluida en el musical The Band Wagon , de George S. Kaufman y Howard Dietz, que protagonizaron Fred Astaire y su hermana, Adele, y dos años más tarde, cuando la Western Union lanzó su primer telegrama cantado, eligió "Happy Birthday To You" como su primera canción.
Fue, precisamente, en 1933, cuando Irving Berlin volvió a usar la canción en su comedia musical As Thousands Cheer ( Mientras miles vitorean ) que Jessica Hill, la tercera de las hermanas Hill, decidió emprender acciones legales.
Tras demostrar la similitud entre la canción original y "Happy Birthday To You", Jessica Hill logró que una corte la autorizara a registrar la nueva versión, que obtuvo un copyright en 1934.
La compañía Summy de Chicago publicó la canción en 1935. Según la legislación en vigor, los derechos debían expirar en 28 años, pero el acta del derecho de autor sancionada en 1976 los extendió hasta 2010. Y en 1998, a propósito de una disputa en torno de una canción de Sonny Bono, la Corte Suprema norteamericana añadió 20 años más al derecho de autor, lo que prolongó el copyright sobre "Happy Birthday To You" hasta 2030.
Algunos expertos, como Robert Brauneis, de la Universidad George Washington, argumentan que si bien los méritos para registrar una canción popular son válidos, en el caso de "Happy Birthday To You", los argumentos se ven anulados por la inexistencia de pruebas fehacientes acerca de quién escribió la letra de la canción.
Si todo esto hace dudar al lector acerca de la conveniencia de cantar "Happy Birthday" la próxima vez que algún familiar cumpla años, a riesgo de que aparezca alguien de Sadaic a reclamar los royalties, tranquilícese. Las demandas sólo se aplican a la explotación comercial de la canción, no a las fiestas familiares.
(tradición conocida gracias a mario diament en una nación de 2009)
boludeces de humor negro que circulan
por el ciberespacio y por la calle
Hay un tipo gangoso sentado en un banco del Central Park de Nueva York,
en la noche de Nochebuena, cuando de pronto se acerca una dama y se
sienta a su lado. El tipo, que andaba solo, para romper el hielo le dice:
- ¡Ghola!
- ¡Ghola!
- ¿Ghos tanguien shos gangosa...?
- Shi.
- ¿Y haglás Eskañol?
- Shi.
- ¡Lo único que te jaltaria esh sher Arlgentina!
- Shi, shoy Arlgentina.
- ¡Uy! ¡Qué shuerte! ¡Yo tamguien shoy Arlgentino! Yo eskaba solo acá
shentado hoy que esh noche guena y jhusto akareciste vosh que tamguien
shos gangosa y Arlgentina. ¿Que te karece shi hacemos algo...?
- Gueno, ashi ninguno de los dosh she queda sholo.
Entonces se van los dos a cenar. Empiezan a charlar, a conocerse y se van
a pasar la Nochebuena en un Hotel. Se encaman, y luego de unas horas de
sexo, lujuria y placer se produce la siguiente conversación:
- Oguime, le dice la chica, tengho que confesharte algho.
- ¿Qué esh?
- Tengho Sida...
- ¡Ah...! ¡Güenísimo! ¡ ¡Yho tengho Pan Dulce!
Hay un tipo gangoso sentado en un banco del Central Park de Nueva York,
en la noche de Nochebuena, cuando de pronto se acerca una dama y se
sienta a su lado. El tipo, que andaba solo, para romper el hielo le dice:
- ¡Ghola!
- ¡Ghola!
- ¿Ghos tanguien shos gangosa...?
- Shi.
- ¿Y haglás Eskañol?
- Shi.
- ¡Lo único que te jaltaria esh sher Arlgentina!
- Shi, shoy Arlgentina.
- ¡Uy! ¡Qué shuerte! ¡Yo tamguien shoy Arlgentino! Yo eskaba solo acá
shentado hoy que esh noche guena y jhusto akareciste vosh que tamguien
shos gangosa y Arlgentina. ¿Que te karece shi hacemos algo...?
- Gueno, ashi ninguno de los dosh she queda sholo.
Entonces se van los dos a cenar. Empiezan a charlar, a conocerse y se van
a pasar la Nochebuena en un Hotel. Se encaman, y luego de unas horas de
sexo, lujuria y placer se produce la siguiente conversación:
- Oguime, le dice la chica, tengho que confesharte algho.
- ¿Qué esh?
- Tengho Sida...
- ¡Ah...! ¡Güenísimo! ¡ ¡Yho tengho Pan Dulce!
ADN
ADN, los derechos y los ácidos. No sé mucho de los derechos a darse cuenta de que la privacidad es la privacidad y ninguna ley puede cambiar de una entidad de este tipo fuera de la condición humana, o la cosmética o la justificación de un derecho natural e inherente a lo esencial de nuestra más pura naturaleza, y que esto es como un apoyo a la vida antes de que otros principios, si uno trató de construir un sistema o establecer prioridad sobre lo que está aguas arriba o aguas abajo en este autodeterminada, y con independencia de tema o la implicación de otra u otras personas en esta iniciativa. Por supuesto, las líneas que marcan los espacios reales y virtuales en todo esto son muy indefinida ya veces hace que el avance hacia lo que aún no se sabe si se hiciese lo que con la eutanasia, o en un extremo opuesto a incurrir en errores extraordinarios como privar a alguien de libertad no recordar el número de identificación de la memoria o su look hippie de desgracia como lo fue para la Argentina en los años setenta. La intimidad es la intimidad y creo francamente que debemos estar de acuerdo - no palabrería - la mayoría de las personas que habitan este planeta, pero privacidad que no debe confundirse con el privado, como parte de nuestra personalidad es constitutiva, pero no es determinante de nuestra función social se despliega en una amplia gama de posibilidades, y luego sucede que alguien quiere meterse con nuestra privacidad sin una petición o similares , también puede ser individual más o menos dispuestos a compartir nuestra intimidad con uno u otro o directamente a no compartir. El que fue violada, sin duda, es herido en sustancia, sino la sociedad en su sistema como se señaló en ese caso a quien la lesión y, en general condenando la actitud, pero no heridos alivio al que sufre y en todo caso sólo contiene el enigma nunca es recuperada por el individual y así es como entrar en el gran área de gris que existe en esta materia que va del negro al blanco, ya la tercera, que, como grupo lo resolvemos nuestras lesiones socialmente con los que obtenemos asuma que sufrió una lesión en su intimidad somos que no participan, lo hacemos a veces y otras no ?, ¿cómo lo que otros entienden que debemos comprometernos con la privacidad de los demás, especialmente cuando la persona no solicita o cuando lo solicite expresamente, o si la persona no lo hace? ¿Por qué habría de lo que otros quieren ser y no es lo que debería ser? ¿Está bien que otra carga generacional se convierte en uno que pertenece a otra generación? ¿Hay alguien en el sistema con la capacidad de sopesar las decisiones íntimas no es socialmente perjudicial, ¿alguien puede obligar a otro para alterar las decisiones subjetivas? Aunque las costumbres argentinas como nos inclinamos a menudo para tomar el lugar de los dioses intimidad es la intimidad, y aunque se encuentran con la base para los que no se ve bien para obligar a alguien compulsivamente directa o indirectamente a someterse a las pruebas de ADN para determinar su por caso o formular objeciones si hay razones que podrían desencadenar acciones, para asegurarse de que la decisión de convertir esas características cualquiera de los términos de la ecuación esa es nuestra inherente e inviolable espléndida privacidad, o la totalidad de sus términos. En cuanto a la integridad, en su resolución y si las normas que puedan estar en ese sentido la estatura de su propia probidad es primero una decisión individual y la privación y si uno es conjunto y también con su entorno que no es perjudicial, no hay razón alguien puede reclamar el derecho a oponerse, porque de la misma manera que podría desafiar lo que creemos es posiblemente el otro, evidentemente, más de un lío armar estilo argentino con piquete y todo, y razones más legítimos distintos de los que se hicieron sobre si son incompatibles con ellos mismos, y mucho menos si éstos pertenecen al anuncio para la afiliación de uno mismo. ¿Cuántos ejemplos de problemas no resueltos en nuestra sociedad es sólo porque la gente elige para preservar su integridad? Debido a la dignidad, porque la vergüenza y la sobriedad son instintos independientes están en un nivel más alto que la evaluación externa de la honra o deshonra a sí mismo. ¿Es el voluntarismo honor individual una variable dependiente de otra u otras personas? Como el umbral de la identidad, es decir, antes mucho antes de la inexactitud probable de tercero para la medición de índices de audiencia muy personales y también por su forma de elección auto-mal es pre errores por proxy, tanto más si la información, comunicación o conocimiento se impregnan con un ácido rencor del árbitro.
About Me
- inca paz
- Inca Paz también puede ser este ¿no?, de mi vida si te interesa preguntá, y sino todo bien
historia argentina contemporánea
Fernando Peña
29.03.2008
Cristina, mucho gusto. Mi nombre es Fernando Peña, soy actor, tengo 45 años y soy uruguayo. Peco de inocente si pienso que usted no me conoce, pero como realmente no lo sé, porque no me cabe duda que debe de estar muy ocupada últimamente trabajando para que este país salga adelante, cometo la formalidad de presentarme. Siempre pienso lo difícil que debe ser manejar un país... Yo seguramente trabajo menos de la mitad que usted y a veces me encuentro aturdido por el estrés y los problemas. Tengo un puñado de empleados, todos me facturan y yo pago IVA, le aclaro por las dudas, y eso a veces no me deja dormir porque ellos están a mi cargo. ¡Me imagino usted! Tantos millones de personas a su cargo, ¡qué lío, qué hastío! La verdad es que no me gustaría estar en sus zapatos. Aunque le confieso que me encanta travestirme, amo los tacos y algunos de sus zapatos son hermosísimos. La felicito por su gusto al vestirse.Mi vida transcurre de una manera bastante normal: trabajo en una radio de siete a diez de la mañana, después generalmente duermo hasta la una y almuerzo en mi casa. Tengo una empleada llamada María, que está conmigo hace quince años y me cocina casero y riquísimo, aunque veces por cuestiones laborales almuerzo afuera. Algunos días se me hacen más pesados porque tengo notas gráficas o televisivas o ensayos, pruebas de ropa, estudio el guión o preparo el programa para el día siguiente, pero por lo general no tengo una vida demasiado agitada. Mi celular suena mucho menos que el suyo, y todavía por suerte tengo uno solo. Pero le quiero contar algo que ocurrió el miércoles pasado. Es que desde entonces mi celular no deja de sonar: Telefe, Canal 13, Canal 26, diarios, revistas, Télam… De pronto todos quieren hablar conmigo. Siempre quieren hablar conmigo cuando soy nota, y soy nota cuando me pasa algo feo, algo malo. Cuando estoy por estrenar una obra de teatro –mañana, por ejemplo– nadie llama. Para eso nadie llama. Llaman cuando estoy por morirme, cuando hago algún “escándalo” o, en este caso, cuando fui palangana para los vómitos de Luis D’Elía. Es que D’Elía se siente mal. Se siente mal porque no es coherente, se siente mal porque no tiene paz. Alguien que verbaliza que quiere matar a todos los blancos, a todos los rubios, a todos los que viven donde él no vive, a todos lo que tienen plata, no puede tener paz, o tiene la paz de Mengele.Le cuento que todo empezó cuando llamé a la casa de D’Elía el miércoles porque quería hablar tranquilo con él por los episodios del martes: el golpe que le pegó a un señor en la plaza. Me atendió su hijo, aparentemente Luis no estaba. Le pregunté sencillamente qué le había parecido lo que pasó. Balbuceó cosas sin contenido ni compromiso y cortó. Al día siguiente insistí, ya que me parecía justo que se descargara el propio Luis. Me saludó con un “¿qué hacés, sorete?” y empezó a descomponerse y a vomitar, pobre Luis, no paraba de vomitar. ¡Vomitó tanto que pensé que se iba a morir! Estaba realmente muy mal, muy descompuesto. Le quise recordar el día en el que en el cine Metro, cuando Lanata presentó su película Deuda, él me quiso dar la mano y fui yo quien se negó. Me negué, Cristina, porque yo no le doy la mano a gente que no está bien parada, no es mi estilo. Para mí, no estar bien parado es no ser consecuente, no ser fiel. Acepto contradicciones, acepto enojos, peleas, puteadas, pero no tolero a las personas que se cruzan de vereda por algunos pesos. No comparto las ganas de matar. El odio profundo y arraigado tampoco. Las ganas de desunir, de embarullar y de confundir a la gente tampoco. Cuando me cortó diciéndome: “Chau, querido…”, enseguida empezaron los llamados, primero de mis amigos que me advertían que me iban a mandar a matar, que yo estaba loco, que cómo me iba a meter con ese tipo que está tan cerca de los Kirchner, que D’Elía tiene muuuucho poder, que es tremendamente peligroso. Entonces, por las dudas hablé con mi abogado. ¡Mi abogado me contestó que no había nada qué hacer porque el jefe de D’Elía es el ministro del Interior! Entonces sentí un poco de miedo. ¿Es así Cristina? Tranquilíceme y dígame que no, que Luis no trabaja para usted o para algún ministro. Pero, aun siendo así, mi miedo no es que D’Elía me mate, Cristina; mi miedo se basa en que lo anterior sea verdad. ¿Puede ser verdad que este hombre esté empleado para reprimir y contramarchar? ¿Para patotear? ¿Puede ser verdad? Ése es mi verdadero miedo. De todos modos lo dudo.Yo soy actor, no político ni periodista, y a veces, aunque no parezca, soy bastante ingenuo y estoy bastante desinformado. Toda la gente que me rodea, incluidos mis oyentes, que no son pocos, me dicen que sí, que es así. Eso me aterra. Vivir en un país de locos, de incoherentes, de patoteros. Me aterra estar en manos de retorcidos maquiavélicos que callan a los que opinamos diferente. Me aterra el subdesarrollo intelectual, el manejo sucio, la falta de democracia, eso me aterra Cristina. De todos modos, le repito, lo dudo.Pero por las dudas le pido que tenga usted mucho cuidado con este señor que odia a los que tienen plata, a los que tienen auto, a los blancos, a los que viven en zona norte. Cuídese usted también, le pido por favor, usted tiene plata, es blanca, tiene auto y vive en Olivos. A ver si este señor cambia de idea como es su costumbre y se le viene encima. Yo que usted me alejaría de él, no lo tendría sentado atrás en sus actos, ni me reuniría tan seguido con él. De todas maneras, usted sabe lo que hace, no tengo dudas. No pierdo las esperanzas, quiero creer que vivo en un país serio donde se respeta al ciudadano y no se lo corre con otros ciudadanos a sueldo; quiero creer que el dinero se está usando bien, que lo del campo se va a solucionar, que podré volver a ir a Córdoba, a Entre Ríos, a cualquier provincia en auto, en avión, a mi país, el Uruguay… por tierra algún día también.Quiero creer que pronto la Argentina, además de los cuatro climas, Fangio, Maradona y Monzón, va a ser una tierra fértil, el granero del mundo que alguna vez supo ser, que funcionará todo como corresponde, que se podrá sacar un DNI y un pasaporte en menos de un mes, que tendremos una policía seria y responsable, que habrá educación, salud, piripipí piripipí piripipí, y todo lo que usted ya sabe que necesita un país serio. No me cabe duda de que usted lo logrará. También quiero creer que la gente, incluso mis oyentes, hablan pavadas y que Luis D’Elía es un señor apasionado, sanguíneo, al que a veces, como dijo en C5N, se le suelta la cadena. Esa nota la vio, ¿no? Quiero creer, Cristina, que Luis es solamente un loco lindo que a veces se va de boca como todos. Quiero creer que es tan justiciero que en su afán por imponer justicia social se desborda y se desboca. Quiero creer que nunca va a matar a alguien y que es un buen hombre. Quiero creer que ni usted ni nadie le pagan un centavo. Quiero creer que usted le perdona todo porque le tiene estima. Quiero creer que somos latinos y por eso un tanto irreverentes, a veces también agresivos y autoritarios. Quiero creer que D’Elía no me odia y que, la próxima vez que me lo cruce en un cine o donde sea, me haya demostrado que es un hombre coherente, trabajador decente con sueldo en blanco y buenas intenciones.Cuando todo eso suceda, le daré la mano a D’Elía y gritaré: “Viva Cristina”… Cuántas ganas tengo de que todo eso suceda. ¿Estaré pecando de inocente e ingenuo otra vez? Espero que no. La saluda cordialmente,Fernando Peña
para la memoria y la libertad - ni una palabra más
Es habitual en los últimos tiempos encontrarse con intelectuales y artistas (y también con periodistas)que se dicen cansados de un periodismo crítico de los Kirchner. "Todos se han puesto de acuerdo para hablar mal del Gobierno", se escuchó decir hace poco a un reconocido escritor argentino. ¿Por qué no se cansaron cuando los periodistas criticábamos a Carlos Menem, a Fernando de la Rúa, a Eduardo Duhalde y hasta a Raúl Alfonsín mismo, aunque en este último caso prevaleció siempre, es cierto, el natural cuidado de una democracia recién nacida? En realidad, aquellos fatigados confunden cansancio con coincidencia. Ellos están -y es su derecho- muy cerca del discurso del kirchnerismo, aun cuando les sea difícil unir discurso y realidad, a veces tan divorciados.
El problema no pasaría de ser un duelo inconcluso entre extenuados y resistentes si la solución que se ofrece no fuera extremadamente peligrosa. Lo que agota, dicen, es la opinión.
El periodismo debería limitarse a ser un transportador de informaciones asépticas y un comunicador de posiciones antagónicas con preponderancia de las oficiales, porque el Gobierno tiene la responsabilidad de conducir la nación política. Eso es lo que proponen. En castellano simple y directo: lo que buscan es un periodismo pasteurizado, integrado por mecanógrafos o relatores que deberían limitarse a contar una realidad compleja, impetuosa y cambiante. Imposible de digerir fácilmente, por lo tanto, para el ciudadano preocupado por las cosas rutinarias de su vida.
La primera contradicción surge cuando ninguno de aquellos fatigados alude a las opiniones que florecen en los huertos del kirchnerismo. Ministros, legisladores, periodistas amigos y hasta la Presidenta suelen opinar (¡y cómo!) sobre todo lo que les es adverso. Es, entonces, la opinión del periodismo independiente (sí, independiente) lo que cansa y estaría de más.
Resulta, sin embargo, que no hay una fórmula verdadera para el periodismo que no incluya su función crítica del poder. Un periodismo acrítico, esterilizado y descolorido no tiene ninguna razón para existir. Su posición crítica debe incluir, desde ya, a la oposición, en tanto ésta forma parte del poder actual o del poder futuro. Pero su función crítica (desde la opinión o desde la investigación) debe abarcar sobre todo al poder que gobierna la contingencia. La publicidad de los actos de gobierno corre por cuenta de los funcionarios y de los enormes recursos estatales para promocionarlos, distribuidos arbitrariamente en el caso que nos ocupa.
Un medio periodístico debe incluir también en sus páginas o en sus espacios la opinión (con la condición de que sea seria y responsable) de los que no coinciden con el punto de vista de ese medio de comunicación. La Nacion lo ha hecho hasta cuando se dio el debate por la nueva ley de medios: convocó a sus páginas a políticos e intelectuales que no coincidían con la posición editorial del diario. Es la obligación del periodismo. Pero el medio periodístico y los periodistas cuentan con el derecho ?y el deber? de tener una opinión determinada sobre los sucesos de la vida pública del país. ¿Acaso no dejaría de merecer el necesario respeto (y hasta carecería de la conveniente previsibilidad) un medio al que le diera lo mismo el derecho o el revés de las cosas, las políticas de un color o de otro y las buenas o las malas formas?
La opinión es libre, como dijo hace poco Cristina Kirchner, en una de sus pocas oraciones de aceptación de la libertad del otro. Con todo, el periodismo tiene algunos deberes junto con aquellos derechos. La información que sustenta su opinión debe ser veraz. El chequeo de las versiones es una práctica que jamás debe olvidarse y nunca debe prestarse a las detestables operaciones de prensa que el kirchnerismo frecuenta con más constancia que ningún otro grupo político. Honestidad personal y honestidad intelectual son los atributos que deben marcar el límite moral del periodismo. Es necesario también el cultivo de la coherencia: no hay nada más desconcertante para un lector desprevenido que un medio o un periodista que cambian sus opiniones en todas las esquinas de la vida.
En medio de ese debate, es perceptible la existencia de periodistas jóvenes que se preguntan si es conveniente coincidir con las opiniones de "la empresa" periodística en la que trabajan. Esto es nuevo y es viejo, al mismo tiempo. El kirchnerismo tiene una habilidad enorme para resucitar viejos fantasmas del pasado. Ese enredo muy antiguo entre la libertad de prensa y la "libertad de empresa" había dejado de existir hace más de treinta años.
Hagamos un ejercicio. ¿Por qué no cambiamos las preguntas? ¿Qué tiene de raro, por ejemplo, que un periodista concuerde con el medio en el que trabaja? ¿Acaso las empresas periodísticas no existen también gracias a la composición del buen periodismo? ¿Por qué esas empresas deberían tener, en los casos más notables al menos, intereses contradictorios con las mejores prácticas de la profesión? ¿No es preferible para este oficio de libertarios estar de acuerdo con un diario, donde pasamos parte de nuestras vidas, antes que con un gobierno de políticos pasteleros y fugaces?
La Argentina, en efecto, habita en el pasado. Ningún debate de los últimos meses ha llegado siquiera a la década del 80. ¿Qué hacía tal o cual periodista en 1976, 1977 o 1978? No hacíamos nada. Vivíamos bajo una dictadura y cada uno vivía de lo que podía y como podía. Sólo los que vivieron bajo el peso aplastante y gris de una dictadura saben que no había muchas más cosas para defender que pequeñas cuotas de dignidad. Hagamos de nuevo preguntas desde otro lugar: ¿acaso los únicos periodistas dignos fueron los exiliados o los que se comprometieron firmemente con organizaciones insurgentes de la década del 70? Esa sería, si fuera así, una conclusión injusta, discriminatoria e inaceptable. Otra cosa tan inaceptable como aquélla es la decisión política del Gobierno de cambiar la historia de cada uno de los que considera adversarios.
La síntesis ha llegado a la farsa: o se está con Kirchner o se estuvo con la dictadura.
Feas armas se han usado en los últimos tiempos. A muchos periodistas no les gusta ser protagonistas de esas emisiones de maldad que se emiten por canales oficiales o paraoficiales.
Es cierto que es difícil cuando la vida cambia y ya no se puede caminar con tranquilidad por la calle porque se está a la espera de una agresión verbal o física. Y es más arduo aún aguantar en silencio la insistencia de la calumnia y de la falsedad, repetida hasta el cansancio por los portavoces oficiosos del Gobierno.
Lo único bueno de todo esto es que no hay atajos: habrá que armarse de paciencia, sin resignar los derechos ni los deberes del periodismo. Asumamos también el riesgo de solitarios que corremos en la vía pública. Un periodista con custodia a su alrededor abandona automáticamente su condición de periodista. Dejemos las aparatosas custodias para que se pavoneen los funcionarios y algunos políticos.
Una vez le pregunté a Néstor Kirchner, en esos diálogos de los columnistas con los presidentes que son mitad reservados y mitad públicos, en tiempos en que los periodistas éramos como somos ahora y el ex presidente no había desenfundado un revólver permanente contra nosotros (sólo lo hacía de vez en cuando), cómo imaginaba su destino después del poder. No estaba preparado para esa pregunta. Miró el techo, demoró la respuesta y, al cabo de unos segundos largos como la eternidad, contestó: "Quisiera poder caminar tranquilo por la calle y que la gente común me saludara con un «buen día, doctor». No quiero más que eso". Tal vez dijo sólo lo que él creía que el periodista quería escuchar, como acostumbraba hacerlo, pero si entonces fue sincero ha decidido ahora llevarse por delante aquel proyecto, hasta incinerar su propia ilusión.
© LA NACION
El problema no pasaría de ser un duelo inconcluso entre extenuados y resistentes si la solución que se ofrece no fuera extremadamente peligrosa. Lo que agota, dicen, es la opinión.
El periodismo debería limitarse a ser un transportador de informaciones asépticas y un comunicador de posiciones antagónicas con preponderancia de las oficiales, porque el Gobierno tiene la responsabilidad de conducir la nación política. Eso es lo que proponen. En castellano simple y directo: lo que buscan es un periodismo pasteurizado, integrado por mecanógrafos o relatores que deberían limitarse a contar una realidad compleja, impetuosa y cambiante. Imposible de digerir fácilmente, por lo tanto, para el ciudadano preocupado por las cosas rutinarias de su vida.
La primera contradicción surge cuando ninguno de aquellos fatigados alude a las opiniones que florecen en los huertos del kirchnerismo. Ministros, legisladores, periodistas amigos y hasta la Presidenta suelen opinar (¡y cómo!) sobre todo lo que les es adverso. Es, entonces, la opinión del periodismo independiente (sí, independiente) lo que cansa y estaría de más.
Resulta, sin embargo, que no hay una fórmula verdadera para el periodismo que no incluya su función crítica del poder. Un periodismo acrítico, esterilizado y descolorido no tiene ninguna razón para existir. Su posición crítica debe incluir, desde ya, a la oposición, en tanto ésta forma parte del poder actual o del poder futuro. Pero su función crítica (desde la opinión o desde la investigación) debe abarcar sobre todo al poder que gobierna la contingencia. La publicidad de los actos de gobierno corre por cuenta de los funcionarios y de los enormes recursos estatales para promocionarlos, distribuidos arbitrariamente en el caso que nos ocupa.
Un medio periodístico debe incluir también en sus páginas o en sus espacios la opinión (con la condición de que sea seria y responsable) de los que no coinciden con el punto de vista de ese medio de comunicación. La Nacion lo ha hecho hasta cuando se dio el debate por la nueva ley de medios: convocó a sus páginas a políticos e intelectuales que no coincidían con la posición editorial del diario. Es la obligación del periodismo. Pero el medio periodístico y los periodistas cuentan con el derecho ?y el deber? de tener una opinión determinada sobre los sucesos de la vida pública del país. ¿Acaso no dejaría de merecer el necesario respeto (y hasta carecería de la conveniente previsibilidad) un medio al que le diera lo mismo el derecho o el revés de las cosas, las políticas de un color o de otro y las buenas o las malas formas?
La opinión es libre, como dijo hace poco Cristina Kirchner, en una de sus pocas oraciones de aceptación de la libertad del otro. Con todo, el periodismo tiene algunos deberes junto con aquellos derechos. La información que sustenta su opinión debe ser veraz. El chequeo de las versiones es una práctica que jamás debe olvidarse y nunca debe prestarse a las detestables operaciones de prensa que el kirchnerismo frecuenta con más constancia que ningún otro grupo político. Honestidad personal y honestidad intelectual son los atributos que deben marcar el límite moral del periodismo. Es necesario también el cultivo de la coherencia: no hay nada más desconcertante para un lector desprevenido que un medio o un periodista que cambian sus opiniones en todas las esquinas de la vida.
En medio de ese debate, es perceptible la existencia de periodistas jóvenes que se preguntan si es conveniente coincidir con las opiniones de "la empresa" periodística en la que trabajan. Esto es nuevo y es viejo, al mismo tiempo. El kirchnerismo tiene una habilidad enorme para resucitar viejos fantasmas del pasado. Ese enredo muy antiguo entre la libertad de prensa y la "libertad de empresa" había dejado de existir hace más de treinta años.
Hagamos un ejercicio. ¿Por qué no cambiamos las preguntas? ¿Qué tiene de raro, por ejemplo, que un periodista concuerde con el medio en el que trabaja? ¿Acaso las empresas periodísticas no existen también gracias a la composición del buen periodismo? ¿Por qué esas empresas deberían tener, en los casos más notables al menos, intereses contradictorios con las mejores prácticas de la profesión? ¿No es preferible para este oficio de libertarios estar de acuerdo con un diario, donde pasamos parte de nuestras vidas, antes que con un gobierno de políticos pasteleros y fugaces?
La Argentina, en efecto, habita en el pasado. Ningún debate de los últimos meses ha llegado siquiera a la década del 80. ¿Qué hacía tal o cual periodista en 1976, 1977 o 1978? No hacíamos nada. Vivíamos bajo una dictadura y cada uno vivía de lo que podía y como podía. Sólo los que vivieron bajo el peso aplastante y gris de una dictadura saben que no había muchas más cosas para defender que pequeñas cuotas de dignidad. Hagamos de nuevo preguntas desde otro lugar: ¿acaso los únicos periodistas dignos fueron los exiliados o los que se comprometieron firmemente con organizaciones insurgentes de la década del 70? Esa sería, si fuera así, una conclusión injusta, discriminatoria e inaceptable. Otra cosa tan inaceptable como aquélla es la decisión política del Gobierno de cambiar la historia de cada uno de los que considera adversarios.
La síntesis ha llegado a la farsa: o se está con Kirchner o se estuvo con la dictadura.
Feas armas se han usado en los últimos tiempos. A muchos periodistas no les gusta ser protagonistas de esas emisiones de maldad que se emiten por canales oficiales o paraoficiales.
Es cierto que es difícil cuando la vida cambia y ya no se puede caminar con tranquilidad por la calle porque se está a la espera de una agresión verbal o física. Y es más arduo aún aguantar en silencio la insistencia de la calumnia y de la falsedad, repetida hasta el cansancio por los portavoces oficiosos del Gobierno.
Lo único bueno de todo esto es que no hay atajos: habrá que armarse de paciencia, sin resignar los derechos ni los deberes del periodismo. Asumamos también el riesgo de solitarios que corremos en la vía pública. Un periodista con custodia a su alrededor abandona automáticamente su condición de periodista. Dejemos las aparatosas custodias para que se pavoneen los funcionarios y algunos políticos.
Una vez le pregunté a Néstor Kirchner, en esos diálogos de los columnistas con los presidentes que son mitad reservados y mitad públicos, en tiempos en que los periodistas éramos como somos ahora y el ex presidente no había desenfundado un revólver permanente contra nosotros (sólo lo hacía de vez en cuando), cómo imaginaba su destino después del poder. No estaba preparado para esa pregunta. Miró el techo, demoró la respuesta y, al cabo de unos segundos largos como la eternidad, contestó: "Quisiera poder caminar tranquilo por la calle y que la gente común me saludara con un «buen día, doctor». No quiero más que eso". Tal vez dijo sólo lo que él creía que el periodista quería escuchar, como acostumbraba hacerlo, pero si entonces fue sincero ha decidido ahora llevarse por delante aquel proyecto, hasta incinerar su propia ilusión.
© LA NACION
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cuando los hombres dejan de entenderse sobrevienen las guerras
BBC
La última persona que hablaba la lengua Bo en las islas indias de Andamán, murió a la edad de 85 años, dijo a BBC una lingüista.
La profesora Anvita Abbi aseguró que la muerte de la señora Boa Sr es un hecho de importancia porque uno de las lenguas más antiguas había llegado a su fin.
Agregó que India perdió una "irremplazable" parte de su herencia cultural.
Los dialectos que se hablan en las islas Andamán se cree que se originaron en África.
Algunas tienen incluso 70.000 años de antigüedad.
Las islas son llamadas con frecuencia "el sueño de los antropólogos", ya que son una de las zonas del mundo con mayor diversidad lingüística.
Se acabó
La profesora Abbi –directora del portal en internet "Vanishing Voices of the Great Andamanese"- explicó: "Tras la muerte de sus padres, hace treinta o cuarenta años, Boa era la última persona que lo podía hablar".
Agregó que "estaba casi siempre sola y tuvo que aprender una versión de hindi que se habla en las islas para poder comunicarse con otra gente".
"Sin embargo, siempre tuvo muy buen sentido del humor… su sonrisa era muy fresca y sus carcajadas eran contagiosas".
La lingüista dijo que la muerte de Boa Sr es una pérdida para los científicos que quieren investigar más acerca de los orígenes de las lenguas antiguas, ya que perdieron una pieza vital del rompecabezas.
Hay una creencia general de que los idiomas que se hablan en las islas Andaman pudieran ser los últimos representantes de las lenguas que se hablaron en tiempos pre-neolíticos
Profesora Anvita Abbi
"Hay una creencia general de que los dialectos que se hablan en las Islas Andamán pudieran ser los últimos representantes de las lenguas que se hablaron en tiempos pre-neolíticos". Dijo la profesora Abbi.
"Se piensa que en las Islas Andaman estaban nuestros primeros ancestros", agregó.
El caso de Boa Sr fue destacado también por el grupo Survival International (SI).
"La extinción de la lengua Bo significa que una parte única de la sociedad es ahora sólo una memoria", dijo el director de SI, Stephen Corry.
"Enfermedades importadas"
La profesora Abbi dijo que dos dialectos de las Islas Andamán han muerto en los últimos tres meses y que esto es un tema que causa gran inquietud.
Los académicos han dividido a las tribus de Andamán en cuatro grandes grupos: los Gran Andamaneses, los Jarawa, los Onge, y los Sentineleses.
La profesora Anvita Abbi se hizo muy amiga de Boa Sr.
La profesora Abbi explicó que la mayoría de los habitantes de las Islas Andamán –con excepción de los Sentineleses-, han estado en contacto con indígenas "de tierra firme" y que por eso sufren "enfermedades importadas".
Dijo que los integrantes del grupo de los Gran Andamaneses son alrededor de 50, la mayoría niños, y que viven en la isla Strait, cerca de la capital, Port Blair.
Boa Sr formaba parte de esta comunidad, que está conformada por varias subtribus, en donde se hablan al menos cuatro lenguas.
Los Jarawa cuentan con alrededor de 250 miembros, y viven en la selva, en el centro de Andamán.
La comunidad de los Onge se cree que tiene no más de varios cientos.
"Nunca se ha establecido ningún contacto humano con los Sentineleses, y hasta el día de hoy, se han resistido a cualquier intervención foránea", agregó la profesora.
El destino de los Gran Andamaneses es lo que más preocupa a los académicos, porque los miembros de esa tribu dependen del gobierno indio para sus alimentos y alojamiento, y el alcohol se consume en grandes cantidades
BBC
La última persona que hablaba la lengua Bo en las islas indias de Andamán, murió a la edad de 85 años, dijo a BBC una lingüista.
La profesora Anvita Abbi aseguró que la muerte de la señora Boa Sr es un hecho de importancia porque uno de las lenguas más antiguas había llegado a su fin.
Agregó que India perdió una "irremplazable" parte de su herencia cultural.
Los dialectos que se hablan en las islas Andamán se cree que se originaron en África.
Algunas tienen incluso 70.000 años de antigüedad.
Las islas son llamadas con frecuencia "el sueño de los antropólogos", ya que son una de las zonas del mundo con mayor diversidad lingüística.
Se acabó
La profesora Abbi –directora del portal en internet "Vanishing Voices of the Great Andamanese"- explicó: "Tras la muerte de sus padres, hace treinta o cuarenta años, Boa era la última persona que lo podía hablar".
Agregó que "estaba casi siempre sola y tuvo que aprender una versión de hindi que se habla en las islas para poder comunicarse con otra gente".
"Sin embargo, siempre tuvo muy buen sentido del humor… su sonrisa era muy fresca y sus carcajadas eran contagiosas".
La lingüista dijo que la muerte de Boa Sr es una pérdida para los científicos que quieren investigar más acerca de los orígenes de las lenguas antiguas, ya que perdieron una pieza vital del rompecabezas.
Hay una creencia general de que los idiomas que se hablan en las islas Andaman pudieran ser los últimos representantes de las lenguas que se hablaron en tiempos pre-neolíticos
Profesora Anvita Abbi
"Hay una creencia general de que los dialectos que se hablan en las Islas Andamán pudieran ser los últimos representantes de las lenguas que se hablaron en tiempos pre-neolíticos". Dijo la profesora Abbi.
"Se piensa que en las Islas Andaman estaban nuestros primeros ancestros", agregó.
El caso de Boa Sr fue destacado también por el grupo Survival International (SI).
"La extinción de la lengua Bo significa que una parte única de la sociedad es ahora sólo una memoria", dijo el director de SI, Stephen Corry.
"Enfermedades importadas"
La profesora Abbi dijo que dos dialectos de las Islas Andamán han muerto en los últimos tres meses y que esto es un tema que causa gran inquietud.
Los académicos han dividido a las tribus de Andamán en cuatro grandes grupos: los Gran Andamaneses, los Jarawa, los Onge, y los Sentineleses.
La profesora Anvita Abbi se hizo muy amiga de Boa Sr.
La profesora Abbi explicó que la mayoría de los habitantes de las Islas Andamán –con excepción de los Sentineleses-, han estado en contacto con indígenas "de tierra firme" y que por eso sufren "enfermedades importadas".
Dijo que los integrantes del grupo de los Gran Andamaneses son alrededor de 50, la mayoría niños, y que viven en la isla Strait, cerca de la capital, Port Blair.
Boa Sr formaba parte de esta comunidad, que está conformada por varias subtribus, en donde se hablan al menos cuatro lenguas.
Los Jarawa cuentan con alrededor de 250 miembros, y viven en la selva, en el centro de Andamán.
La comunidad de los Onge se cree que tiene no más de varios cientos.
"Nunca se ha establecido ningún contacto humano con los Sentineleses, y hasta el día de hoy, se han resistido a cualquier intervención foránea", agregó la profesora.
El destino de los Gran Andamaneses es lo que más preocupa a los académicos, porque los miembros de esa tribu dependen del gobierno indio para sus alimentos y alojamiento, y el alcohol se consume en grandes cantidades
la canción desesperada
en pedo querido neruda, en pedo
La canción desesperadaEmerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El río anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado! Sobre mi corazón llueven frías corolas. Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejanía. Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que ardía como un faro. Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio! En la infancia de niebla mi alma alada y herida. Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo. Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio! Hice retroceder la muralla de sombra, anduve más allá del deseo y del acto. Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí, a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto. Como un vaso albergaste la infinita ternura, y el infinito olvido te trizó como a un vaso. Era la negra, negra soledad de las islas, y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos. Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta. Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro. Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos! Mi deseo de ti fue el más terrible y corto, el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido. Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, aún los racimos arden picoteados de pájaros. Oh la boca mordida, oh los besados miembros, oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados. Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo en que nos anudamos y nos desesperamos. Y la ternura, leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios. Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo, y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! Oh, sentina de escombros, en ti todo caía, qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron! De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste. De pie como un marino en la proa de un barco. Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes. Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo. Pálido buzo ciego, desventurado hondero, descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Es la hora de partir, la dura y fría hora que la noche sujeta a todo horario. El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa. Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros. Abandonado como los muelles en el alba. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos. Ah más allá de todo. Ah más allá de todo. Es la hora de partir. Oh abandonado!
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La canción desesperadaEmerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El río anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado! Sobre mi corazón llueven frías corolas. Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejanía. Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que ardía como un faro. Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio! En la infancia de niebla mi alma alada y herida. Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo. Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio! Hice retroceder la muralla de sombra, anduve más allá del deseo y del acto. Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí, a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto. Como un vaso albergaste la infinita ternura, y el infinito olvido te trizó como a un vaso. Era la negra, negra soledad de las islas, y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos. Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta. Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro. Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos! Mi deseo de ti fue el más terrible y corto, el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido. Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, aún los racimos arden picoteados de pájaros. Oh la boca mordida, oh los besados miembros, oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados. Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo en que nos anudamos y nos desesperamos. Y la ternura, leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios. Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo, y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! Oh, sentina de escombros, en ti todo caía, qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron! De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste. De pie como un marino en la proa de un barco. Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes. Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo. Pálido buzo ciego, desventurado hondero, descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Es la hora de partir, la dura y fría hora que la noche sujeta a todo horario. El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa. Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros. Abandonado como los muelles en el alba. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos. Ah más allá de todo. Ah más allá de todo. Es la hora de partir. Oh abandonado!
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historias de camas
de diament
MIAMI.- Admitámoslo: si Hollywood hubiera tomado la historia del gobernador Mark Sanford y la hubiera llevado a la pantalla con Richard Gere y Julia Roberts, la gente habría necesitado una toalla para secarse las lágrimas.
¿Qué puede ser más conmovedor que una historia de amor alocado? El adusto gobernador de un estado igualmente adusto, casado con una mujer a cuya fortuna le debe su carrera, con cuatro hijos que puestos en fila trazan una perfecta diagonal, inesperadamente flechado por una porteña de ojos verdes.
¿Cómo contener el palpitar del corazón mientras escucha, como un murmullo distante, el parloteo de sus asesores? ¿Cómo desprenderse de las imágenes que obstinadamente se apoderan de su mente, desplazando cualquier otro pensamiento? Ella es el amor imposible, sí, pero también es el amor.
¿Quién puede sobreponerse al intenso aguijoneo de los recuerdos, a la memoria de la tierna sensación de sus besos, de la sensual curva de sus caderas, al contorno de sus pechos resplandeciendo en la penumbra?
¿Qué espíritu romántico podría dejar de admirar la osadía del gobernador de levantarse un buen día del sillón de su despacho, de la mesa cubierta de anteproyectos y decretos a la firma, de pliegos de presupuestos deficitarios e informes sobre seguridad interior, y dejarlo todo para correr hacia ella?
No le dijo nada a nadie. Nadie supo dónde estaba. Uno de sus asesores insinúa que el gobernador, agobiado por la presión de su trabajo, se ha ido a escalar las montañas Apalaches, como solía hacerlo cuando era chico.
Pero él está en otro lado, volando hacia una Buenos Aires invernal, sucia, intoxicada de debates sobre las inminentes elecciones.
Nada de esto lo amilana porque sabe que al final de ese purgatorio están las calles arboladas del barrio de Palermo, la puerta de cristal, la escultura en el vestíbulo de entrada, el portero somnoliento que baldea la vereda, el ascensor demasiado moroso y, finalmente, ella.
La cama retiene aún el calor de la noche y él se pierde en sus brazos, en sus labios, en el revuelo de su pelo y en las medias palabras que se emiten en el ardor de la pasión.
El amor, aunque efímero, ha triunfado. Mañana no importa. No importan la pretenciosa moralina de los periodistas, los desdeñosos comentarios de políticos rivales, el escándalo, la traición, el precipicio que se abre a sus pies. Nada de eso importa. El corazón ha triunfado.
Lástima que la realidad no tenga la armonía de la ficción literaria. Lástima que haya personajes tan perversos que sean capaces de apoderarse de un intercambio íntimo de correos electrónicos entre amigos y pasárselos anónimamente a la prensa. Lástima que hubo un periodista advertido esperándolo en el aeropuerto de Atlanta. Fin del encantamiento
Pero él no tiene derecho a lamentarse. Después de todo, cayó en el mismo error, debe reconocerlo, cuando cuestionó la "legitimidad moral" de Bill Clinton por su affaire con Mónica Lewinsky y reclamó su juicio político, o cuando criticó a un colega con una historia similar a la suya, diciendo que "violó el juramento a su esposa".
En este punto es donde Richard Gere desaparece y Mark Sanford retoma su rol. Aquí es donde el encantamiento se esfuma y lo que reaparece es la descarada institución del arrepentimiento político.
El gobernador hizo su mea culpa , como antes de él hicieron otros políticos. Las mismas palabras, la misma admisión de haber traicionado a todo el mundo. A su mujer, a sus hijos, a sus amigos, al electorado. Las conferencias de prensa son el confesionario de los funcionarios pecadores. Todo fue un desatino, una pérdida temporaria de la razón. El amor no importa. El corazón es un embaucador. Ahora lo comprende. Lo que importa es la misión, la fe religiosa, los deberes del funcionario.
Hubo otras desprolijidades, es cierto. El viaje anterior a la Argentina pagado con fondos públicos, el abandono de su función, el engaño respecto de su paradero. No exactamente la clase de comportamiento que uno esperaría de Richard Gere. Pero él se propone enmendar las faltas, reponer el dinero, ganar la absolución de su esposa, recuperar la confianza del público.
¿Qué pensará María, a solas en el departamento de Palermo, mirando a su amigo pedir perdón por televisión? ¿Pensará también que al amor es lo de menos?
MIAMI.- Admitámoslo: si Hollywood hubiera tomado la historia del gobernador Mark Sanford y la hubiera llevado a la pantalla con Richard Gere y Julia Roberts, la gente habría necesitado una toalla para secarse las lágrimas.
¿Qué puede ser más conmovedor que una historia de amor alocado? El adusto gobernador de un estado igualmente adusto, casado con una mujer a cuya fortuna le debe su carrera, con cuatro hijos que puestos en fila trazan una perfecta diagonal, inesperadamente flechado por una porteña de ojos verdes.
¿Cómo contener el palpitar del corazón mientras escucha, como un murmullo distante, el parloteo de sus asesores? ¿Cómo desprenderse de las imágenes que obstinadamente se apoderan de su mente, desplazando cualquier otro pensamiento? Ella es el amor imposible, sí, pero también es el amor.
¿Quién puede sobreponerse al intenso aguijoneo de los recuerdos, a la memoria de la tierna sensación de sus besos, de la sensual curva de sus caderas, al contorno de sus pechos resplandeciendo en la penumbra?
¿Qué espíritu romántico podría dejar de admirar la osadía del gobernador de levantarse un buen día del sillón de su despacho, de la mesa cubierta de anteproyectos y decretos a la firma, de pliegos de presupuestos deficitarios e informes sobre seguridad interior, y dejarlo todo para correr hacia ella?
No le dijo nada a nadie. Nadie supo dónde estaba. Uno de sus asesores insinúa que el gobernador, agobiado por la presión de su trabajo, se ha ido a escalar las montañas Apalaches, como solía hacerlo cuando era chico.
Pero él está en otro lado, volando hacia una Buenos Aires invernal, sucia, intoxicada de debates sobre las inminentes elecciones.
Nada de esto lo amilana porque sabe que al final de ese purgatorio están las calles arboladas del barrio de Palermo, la puerta de cristal, la escultura en el vestíbulo de entrada, el portero somnoliento que baldea la vereda, el ascensor demasiado moroso y, finalmente, ella.
La cama retiene aún el calor de la noche y él se pierde en sus brazos, en sus labios, en el revuelo de su pelo y en las medias palabras que se emiten en el ardor de la pasión.
El amor, aunque efímero, ha triunfado. Mañana no importa. No importan la pretenciosa moralina de los periodistas, los desdeñosos comentarios de políticos rivales, el escándalo, la traición, el precipicio que se abre a sus pies. Nada de eso importa. El corazón ha triunfado.
Lástima que la realidad no tenga la armonía de la ficción literaria. Lástima que haya personajes tan perversos que sean capaces de apoderarse de un intercambio íntimo de correos electrónicos entre amigos y pasárselos anónimamente a la prensa. Lástima que hubo un periodista advertido esperándolo en el aeropuerto de Atlanta. Fin del encantamiento
Pero él no tiene derecho a lamentarse. Después de todo, cayó en el mismo error, debe reconocerlo, cuando cuestionó la "legitimidad moral" de Bill Clinton por su affaire con Mónica Lewinsky y reclamó su juicio político, o cuando criticó a un colega con una historia similar a la suya, diciendo que "violó el juramento a su esposa".
En este punto es donde Richard Gere desaparece y Mark Sanford retoma su rol. Aquí es donde el encantamiento se esfuma y lo que reaparece es la descarada institución del arrepentimiento político.
El gobernador hizo su mea culpa , como antes de él hicieron otros políticos. Las mismas palabras, la misma admisión de haber traicionado a todo el mundo. A su mujer, a sus hijos, a sus amigos, al electorado. Las conferencias de prensa son el confesionario de los funcionarios pecadores. Todo fue un desatino, una pérdida temporaria de la razón. El amor no importa. El corazón es un embaucador. Ahora lo comprende. Lo que importa es la misión, la fe religiosa, los deberes del funcionario.
Hubo otras desprolijidades, es cierto. El viaje anterior a la Argentina pagado con fondos públicos, el abandono de su función, el engaño respecto de su paradero. No exactamente la clase de comportamiento que uno esperaría de Richard Gere. Pero él se propone enmendar las faltas, reponer el dinero, ganar la absolución de su esposa, recuperar la confianza del público.
¿Qué pensará María, a solas en el departamento de Palermo, mirando a su amigo pedir perdón por televisión? ¿Pensará también que al amor es lo de menos?
antecedentes para la fundación de agharta
ADN, derechos y ácido.
No hay que saber mucho de derechos para darse cuenta que la intimidad es la intimidad y que ninguna ley modificará desde afuera semejante entidad de la condición humana, y que los que no lo tengan claro pueden cometer errores como privar de la libertad a alguien por su aspecto de hippie en desgracia como era para cualquier argentino en la década esa. La intimidad es la intimidad, y no está bueno retrotraer iniciativas parecidas a las de los setenta y obligar a alguien en forma directa o indirecta para averiguar su ADN por caso, porque si no hay lesión a la libertad del otro la intimidad es integridad y la estatura de la propia probidad es primero una decisión individual y privativa no de un tercero por más que se interponga una loable causa, la intimidad es dignidad y la contrición la vergüenza y la sobriedad son instintos independientes y se encuentran en una frecuencia diferente a la apreciación por parte de un tercero del propio honor o del destructivo deshonor, la intimidad es identidad, y en su forma de elección equivocarse por cuenta propia también es anterior a cometer errores por interpósitas personas, más aún más si la averiguación está impregnada de algún ácido rencor del tercero en discordia.
No hay que saber mucho de derechos para darse cuenta que la intimidad es la intimidad y que ninguna ley modificará desde afuera semejante entidad de la condición humana, y que los que no lo tengan claro pueden cometer errores como privar de la libertad a alguien por su aspecto de hippie en desgracia como era para cualquier argentino en la década esa. La intimidad es la intimidad, y no está bueno retrotraer iniciativas parecidas a las de los setenta y obligar a alguien en forma directa o indirecta para averiguar su ADN por caso, porque si no hay lesión a la libertad del otro la intimidad es integridad y la estatura de la propia probidad es primero una decisión individual y privativa no de un tercero por más que se interponga una loable causa, la intimidad es dignidad y la contrición la vergüenza y la sobriedad son instintos independientes y se encuentran en una frecuencia diferente a la apreciación por parte de un tercero del propio honor o del destructivo deshonor, la intimidad es identidad, y en su forma de elección equivocarse por cuenta propia también es anterior a cometer errores por interpósitas personas, más aún más si la averiguación está impregnada de algún ácido rencor del tercero en discordia.
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