Los manteros los artesanos los policías que se hacen de perseguir a los manteros y artesanos los comerciantes gordos de los negocios truchos, de pronto la plazoleta dejaría de
estar en las pesadillas incómodas, pesadillas que delataran los secretos de niños
vivarachos bien criados y distraídos a padres atentos no agresivos pero invasivos,
de pronto ese territorio de todos esa zona de la familia en los domingos esa
mancha de nadie en el espacio pero cuidada por todos en cualquier día dejaría
de estar en los espejismos de los críos traviesos bisoños varios vecinos
pequeñitos de la barra que formaran como viejos conocidos en el pueblo en el
barrio en el vecindario del sitio al que van y vienen desde sus casas que
estarán por ahí nomás, a la vuelta de una esquina con sus puertas abiertas en
la misma manzana de una iglesia sin candados frente a la antipalúdica con una
guardia para cualquiera que la necesite, al lado del edificio del correo que
todos en el pueblo custodiaran para tener un canal por el que circulan
novedades porque desde allí salen y entran en cientos de miles de cartas las
noticias propias de familiares y de amigos que no viven en la comarca, desde
esos lugares todos conocidos todos cerca hasta ese lugar que fuera atacado de
un día para otro como si lo blanco fuera negro como si lo bueno hubiera pasado
así nomás a ser malo, sin que ellos estuvieran avisados de nada sin que ellos
hubieran tenido la obligación de estar avisados o de saberlo como para participar
y hacer algo y evitarlo, después de todo es el lugar en el que corren y brincan
todos los días libres sin presiones sin peligros que los acechen, después de
todo y aunque ellos no lo sepan el lugar es como un víscera de la vegetación
que usan como patio grande, porque para eso son chicos buenos sin maldad, para
no andar metiéndose con cosas de grandes hipócritas y no tienen porqué cargar
con pesados prejuicios como los que tienen sus mayores, algunos de los cuales embusteros
se meten en todo esto de construir para destruir todo el tiempo, perdiendo el
tiempo en discursos en aplausos y en broncas de la política asunto de grandes, y
ellos retoños de los patriarcas que los cuidaran o los que no los cuidan que
para algunos esto da lo mismo, montajes y demoliciones que no determinaran con
quienes se juntan ni los menores ni los mayores que se mezclan un poco o demasiado,
algunos sinceros otros mentirosos como pasa siempre con la gente que no aprende,
adultos que desconfiaran como desconfían a veces hasta de sus sombras, con desconfianzas
como ellos mismos a lo mejor las tendrían cuando lo fueran cuando crecieran
como crecen todos los que después se mueren como cualquiera, si tienen la
suerte de hacerlo pensando y creyendo que es una lástima morirse así nomás porque
se anduvo mucho con rencores y mosqueos y muchos se hacen unos problemas
bárbaros con estas circunstancias que no se pueden arreglar en el postrer
momento, esos que no sucumben más tranquilos y aceptando la ley de la vida y a
sabiendas que el cementerio está lleno de imprescindibles y de buenos porque se
murieron y tienen todo el derecho al descanso eterno, como creen varios de lo
que nace y se muere todo, hasta que transitando el trecho y en algún momento
aparecen las grescas o las peleas entre los que supuestamente debieran llevarse
bien y debieran quererse que se quieren hasta ahí nomás hasta que uno piensa
que al otro se le fue la mano tenga o no sus razones, y eso es tan fuerte que
ni siquiera da lo mismo que no pase y aún sin que salten las diferencias con
los gustos con las amistades o con la obsecuencia, cada uno es como es y
algunas veces eso hace mucho daño y si hace daño a otros es bueno revisarlo, de
pronto ese lugar de pasatiempo que tanto querían dejaría de existir para ellos
que eran no más que personitas minúsculas que no tenían porqué andar con
ofuscaciones de renegones comprendiendo todo como quieren comprender los
mayores de lo que siempre no se comprende del todo, como para que eso les
significara una mortificación un cambio en las emociones y en los temblores en
la rutinas cotidianas de sus vidas, en esas cálidas sensaciones que allá en la
profundidad de esa niñez feliz sienten y se desprenden de eso que no se sabe en
toda una vida qué es pero que es disponer de todo el tiempo para uno y para
nadie más de todo el tiempo del mundo para inventar y hacer travesuras ligar
inventos y disparates de los otros y de uno mismo y de la misma patota de ese grupo
de amigos de años que nada saben ni tienen porqué saber de rencillas riñas sosiegos
y nuevas disputas entre los propios padres o de cualquiera que gobernara
cambiara dinero o cosas o mujeres, porque un resumen de las peleas de los
hombres no pasa de media docena de asuntos que bien se sabe son siempre los
mismos, como si esos mismos hombres no tuvieran otras ideas o no pudieran
terminar de resolver razones tan viejas como la historia de ellos mismos, tan
pretéritas como las payasadas y picardías que para los párvulos en los sueños
se cambiaran en las noches en temblores por el recuerdo de emociones
inconscientes por la reminiscencia no comprendida de un repaso a flor de piel por
el que se van formando, estremecimientos que se transforman en sudoraciones que
secan diligentes padres con paños y estambres en sus descansos activos porque
duermen para tomar fuerza nomás para recuperarse y para salir corriendo a
correr al otro día por las calles a la plaza de nuevo alrededor del foro
siguiendo sus diagonales que son un laberinto resuelto, como si fuera que deben
estar circulando del trabajo a la casa y de la casa al trabajo con la
diferencia que para ellos es de la casa a la plaza y de la plaza a la casa
haraganes con la escuela, reposos incompletos que molestan o perturban a padres
dormilones y que se cambian a solitarios e inconscientes discursos insondables de
sonámbulos como son con sus sueños sin control alguno, que se cambian a vueltas
y otras vueltas que son desorden en las camas de cada uno de esos changuitos
que buscan desesperados cada vez que se diera, en aquel espacio que es y no
será para ellos y sus juegos exclusivamente a ciertas horas, un supuesto porque
en otras horas rondarán otros por otros rincones de la plazuela grande que por
todos estos líos comenzara a transformarse en caminos oblicuos para caminar sin
rumbos por infinitas direcciones, de esa manzana hasta la próxima vez que a
alguien se le ocurra volver a montar una plaza entera en homenaje a alguien y
vuelvan los aplausos por compartirlo y los llantos por no compartirlo y las
broncas por una u otra cosa, o que el lugar quede por mucho tiempo vacío que
quizás sea más grave, vacío lugar de pasos de gente con infinitos destinos
lugar de alambrados retorcidos y tirados por el piso y confundidos con el
yuyaral que crece mal y por todas partes desde que dejó de emparejarlo el
jardinero, rincones que fueron algo que tuvieron una entidad para ellos y sus
travesuras para otros escondites futuros de ladrones furtivos y de mala muerte
de fantasmas que se hacen sentir como si fuera que están tristes o nostálgicos,
sinuosidades de comerciantes de ocasión y menudeo de vendedores de maníes de
pochoclos de manzanas con caramelo de carteristas de poca monta, rincones recorridos
casi por rateros tierra de nadie de noche y de tránsito de día, de todo esto destruido
que ayer en algún ayer se habrá pensado como el porvenir de venturas que se
produciría lento y diferente pero que es un hoy urgente de resultados que se
pidieron de ordenes ejecutadas que dan en teclas parecidas a las de otros vaivenes
anteriores, casi con cada cambio de gobierno como si tuviera algo que ver el
cambio del lugar de los juegos de esconderse, de correr de un lado para otro de
saltar rayuelas mal dibujadas e incompletas por los escándalos o los afectos de
alguien sin que ellos se dieran cuenta, cambia el nombre de una calle el
sentido de circulación cambian las opiniones los criterios radicalmente, una
veces hay rayuelas sin tierra otras veces rayuelas sin cielo, laberintos sin
resolver confusiones atropellos enredos, en el piso duro y compactado con tanto
riego de manguereadas que diera el placero jefe de la dotación entera, el tipo
que cuidara con esmero el lugar entero, una autoridad dispuesta para lo que le
pidieran y luego una autoridad depuesta que antes nadie cuestionara ni siquiera
su ausencia violenta como si nadie lo extrañara, ese señor plazoretero que con
todos estos movimientos de entusiasmos, exagerados de exageraciones que
dejarían de estar en sus sueños en sus juegos en las realidades de sus tiempos
como esa cosa movediza de sus entusiasmos les inspirara mucho miedo, ese tipo
que habrá sido despedido con ordenanzas y pulcros procedimientos de
resoluciones decretos y otros procedimientos que habrán salido más de la
empresa que de la municipalidad para el cuidador, no importa de qué lado aunque
él bien habrá sabido que de cualquiera de los lados posibles pero nunca como
inquietud, turbación contenida desde el pecho de ellos que sin saber nada de
intereses o de deseos de mezquindades o de roñas de los hombres, dejarían sin
darse cuenta pronto de pasearse extasiados de revolcarse mejor ensuciándose la
ropa transpirando hasta el último de los alientos por ese lugar que habrá sido paraíso
de sus desahogos, consentidos seguros y cuidados por esa especie de titán
temido que se dormía todas las siestas calurosas porque sabia de los miedos
pequeños de gente menuda que podía especular
en hacer mil travesuras pero de donde nunca vendría una traición como esa que
habrá provocado quien haya decidido destrozar el predio armado y los puestos de
trabajo aunque por ahí las personas se relajaran un poquito con los cuidados a
la ornamentación al monumento, poniéndolo a barrer galpones a él que hasta
uniforme gorra y todo tenía que parecía un general del ejército y al final era
bueno con ellos, ese viejo jefe que habrá sido reubicado por sus jefes, andando
sus juegos sus propios juegos de grandes que se pelearan se toleraran se atacaran
que se alabaran con la misma efusión y la misma boca con la que se criticaran,
falsos con falsedades de grandes, confundidores de criaturas los que destruyen
lo construido los que destrozan lo conseguido, de pronto dejaría de estar
aquello que extrañarían ellos nada más en algunas horas del día de lunes a
domingos y los feriados patrios cuando no anduviera nadie por las calles o
cuando otros anduvieran paseando o de trampas, despiertos medio dormidos somnolientos
o como fuera mientras el resto trabajara, temprano en la mañana temprano en la
tarde jugando, de pronto en ese pedazo del pueblo que dejaría de estar en sus
planes los de ellos, planes de recreación solazándose, sin saber un comino de decisiones
que hasta que ellos sean grandes seguro provocarán airadas protestas de madres chismosas
y pulcras y niñeras explotadas por amos que rechazaran la esclavitud en los
foros gubernamentales y pagaran en negro, de pronto ese espacio sin boletería ni
entradas con costo dejaría de estar en esas expresiones de periódicos sueños de
traviesos, que más grandes más sosegados de cansados después de sus recreos
disfrutan cuando sueñan desvariando con fantasías diáfanas y cristalinas según
padres soplones, sin sospechar del espectáculo que habrá sido lo del desguace
decidido por alguien de ese lugar maravilloso para ellos y no tan maravilloso
para otros que en algún escritorio ubicado en algún otro lugar del mismo
pueblo, deciden por este y otros desbarajustes dispuestos antes por
resentimiento que por cualquier otro motivo según los resultados y los vecinos
chismosos igual que los padres de los niños que nunca escucharían por lo menos
a esos contemporáneos de ahora extemporáneos de cualquier momento, algunos
obreros que habrán cumplido ordenes inconvenientes algunas como otras como esta
solamente para mandar abajo, para voltear a fuerza de palanca y mucha fuerza
humana el busto de Evita golpearlo y usarlo como banco para sentarse a tomar
mate y que coronara el centro de la explanada y la acrópolis que lo rodeara y que
los chiquillos usan para esconderse en las escalinatas que adornaran cada uno
de los cuatro puntos cardinales de esa inmensa efigie, el tronco de la figura
de la inmortal protectora de los humildes de la madre de los trabajadores que
por esos mismos días levantaran una huelga de más de dos meses, de la mártir
cuya alma habrá estado ya por ese entonces más tranquila que acá abajo y sin
explicar las razones de su vida cerca del Dios que nadie vio pero seguro la
habrá recibido con alegría después de lo que hizo por estos lados, porque fue
buena con los mismos que él fue bueno, por lo que estará entera y no cortada como
si fuera una rodaja por la mitad en una estatua, lejos por culpa de la
enfermedad que tuvo y se la llevó muy joven y muy lejos del líder de sus
descamisados y de sus niños, lejos de todos los que después la profanaron de
mil maneras y que fue como las mejores, de pronto la glorieta dejaría de estar
en sus comentarios callejeros apostillas imprudentes espontáneas que empiezan y
terminan en amontonamientos que podrían ser fruto de peleas de niños de púberes
holgazanes y pajeros o algarabía que para el caso era casi lo mismo pero nunca de
ninguna manera de improntas políticas o de la explotación del hombre por la
explotación misma, nunca podrían arrancar esas conductas de los niños pero sí
de los que venían con pesadas cargas como las que aparecían con estas
decisiones de destruir algo cantando el mismo himno nacional que se habrá
cantado cuando se trató de construir la plaza para cortar la cinta, una pelea
tras otra pelea un resentimiento como respuesta a otro resentimiento, con
autoridades presentes en los actos en los cortes de cinta con empresarios que
aplauden y después cortan el rostro, con gente que diera la impresión entonces que
es lo mismo ser amigo o ser enemigo estar a favor o estar en contra de piojos
juguetones que no paran y que si lo hacen es para empezar comentarios de
fantasías y exageraciones, cuchicheos insustanciales advertencias
circunstanciales que largaran en cada jornada cotidiana que los niños aprovechan
de punta a punta con permiso o sin permiso cuando se tratara de hijos de padres
más permisivos o más despreocupados que otros, con el desparpajo y sueltos de
cuerpo que permiten las excepciones que confirmaran algunas reglas negadas
antes por algunos, como los jueces de paz que según lo que ellos mismos
declaran se meten con la gente para cuidarla y protegerla de cualquier cosa,
pero también con los dueños de las empresas y las autoridades del pueblo,
jueces que miran para otro lado cuando se enteran de estos atropellos a la
gente que no viene de la gente porque si
a la gente común la descubrieran haciendo cosas parecidas o ensuciando paredes
con carteles o pintarrajeando o destruyendo edificios públicos o no públicos directamente
la meten presa, en movidas de las que se entera hasta el cura sin salir de la parroquia, y de pronto de eso de demoler
de borrar del mapa de destruir una explanada tan linda como si nada, desmanes de
los que el clérigo dejaría de saber muy bien pero que parecían autorizados y
conocidos por las autoridades porque nadie los para nadie parará la saña nadie
parará el empeño y tanto destrozo como las construcciones que terminarán con un
acto solemne en algún otro lugar de la ciudad en esa especie de serie inconclusa
de hacerlo y deshacerlo dejando en el tintero peloteras mientras empiezan otras,
porque sí como si fueran los efectos de un decreto de un memo interno de una
comunicación telefónica avisando y bajando instrucciones, y por todos lados
señales que se está acabando una juerga con el mismo tono con el que se diera
la noticia que empieza otra fiesta de señores caprichosos con nuevos silencios,
cómplices silencios como los de las frases hechas, o las razones de unos que se
imponen sobre las razones de los demás, mutismos de jueces de administradores
de jefes que se pasan todo el tiempo ordenando sin que les importe lo que
piense nadie separando el discurso del decurso la razón de lo razonable, de
pronto sin que ellos se enteraran ese dejaría de ser el lugar confortable para
ellos, sus casas dejarían de ser un lugar arduo si lo fueran para otros y posiblemente
y seguro lugar de solaces para ellos y para otros no tan obedientes para hacer
mandados, que estuvieran acostumbrados a vivir en un lugar donde un parque de
diversión o un circo llegan por excepción y cada muerte de obispo y por eso
entonces una plaza es importante como la matinée de los domingos en el cine y
otras diversiones, pasatiempo que habrá sido incómodo probablemente para
algunos mayores que deciden todo lo que deciden como parte de sus peleas pero
no para molestarlos a ellos, que ni los conocen a cada uno, uno por uno son
hijos e hijas o hijos de los amigos de los que no son amigos ni una cosa ni la
otra, de pronto dejaría de ser el distrito de las reuniones que no programaran pero
a las que asisten con más puntualidad a la que tienen para llegar a las
escuelas en las que estuvieran y que también quedaran cerca como el hospital y
el comedor para los pobres, sueños que dejarían de figurar como este
desmantelamiento que ya fue, instantáneo decidido seguramente en lugares
confortables como otros sueños de papel como los papeles en los que seguro no
queda ni un registro de quien diera una orden más de las que se dan todos los
días en diferentes lugares pero con tamaño atropello a la gente aunque fueran
cosas de la empresa, de esos dueños que en el pueblo son dueños de todo hasta
de ese lugar que además tenía un rincón para retreta, de pronto dejaría de ser lo
que fue lo que nunca más volvería a ser y ellos sin enterarse quedarían privados
de los columpios que se desmontaran arrancados también por la fuerza como si no
pudiera ser teniendo cuidados, del sube y baja o del trancabalancas que se
arrancaran con encono y se llevaran a otros
lugares o directamente se apilaran como chatarra en desconocidos galpones, de
pronto ellos ni siquiera los reconocerían así fueran puestos en otros lados como
el tobogán, de estas cosas no se hacen inventarios, que era único por el largo
y la madera curada y lustrada que lo hacían diferente de otras rampas que había
en plazas cercanas y no tan cercanas como las que después conocieran, de pronto
dejarían de tener el molinete de la calesita que hacían girar con esfuerzo en
la carrera que repetían tanto y les agradara, de pronto dejaría de ser el
territorio tenebroso sombrío triste de las noches calurosas del verano o de las
noches desoladas del invierno abandonado por las misteriosas parejas que
aprovecharan paredes de tupidos ligustrinos para hacer porquerías como se sabe
en todo el pueblo, dejaría de ser tantas cosas sin consulta a nadie por lo
menos a nadie de los que podrían haber opinado algo aunque los niños no opinan
y estén para hacer caso en todo como tomar la sopa y no hablar en la mesa, como
ser limpios respetuosos atentos y otras reglas que no se cuestionan porque lo
dice el papá y lo apoya la mamá y los niños hacen caso, renegaran las mamás que
para algunas otras cuestiones opinaran de lo mismo con dejos de asco y sana
envidia y picardía, como con ganas de estar en ese lugar de esas otras que
quieren ser tocadas y se dejan en todas sus partes mientras también tocan ellas
amparadas por la oscuridad y la calentura, de pronto dejaría de ser esa comarca
divertida probablemente tenebrosa en algunos momentos libidinosa en otros,
donde pueden los niños correr y correr y también las niñas liberando por un
rato a las niñeras del control recomendado por padres que saben que las mancebas
aprovecharían esos descuidos para rascar con sus novios en minutos en segundos
amorosos de amores no confesados, niñas que por su parte dependen del control
inevitable de los congéneres o los parientes de esos mismos niños, para que las
niñeras flirtearan mientras tanto o darles un poco de respiro porque los críos
se mandan unos líos bárbaros, mientras estuvieran esos niños saltando a la
piola jugando a la escondida y otras travesuras no tan inocentes sin que nadie
dijera una sola palabra. De pronto la plaza dejaría de ser el lugar de juego
más importante para ellos que crecerían como cualquiera que nace crece se
desarrolla y muere probablemente sin enterarse muy bien de muchos porqué que
quedan sin respuesta como este porqué el de la demolición de la noche a la
mañana del día en que anduvieron
diciendo que eso de los muchachos no va más porque ese tampoco está más ni en
el ministerio de trabajo ni en el gobierno, lo que ellos tampoco supieran como
tampoco se supo si lo supieron los de la dotación de obreros que desmontaran el
lugar de paseo, de cuando no había adónde meterse salvo que se tuviera mucha
plata como siempre como para andar de vacaciones, ni siquiera en las casas
donde los cincuenta grados que bajan de febo se sienten como sesenta, no más
que en los apacibles rincones de las casas cuando hay comodidades y en las que
se crece o en otros lugares iguales que se irán inaugurando con la imaginación
de niños todo lo que dure con las decisiones de adultos si se toman, en otras
plazas algunas tal vez sin monumentos evocativos, otros lugares de
esparcimientos de descansos de entretenimientos, plazoletas distintas algunas
bellas otras feas y más baratas para quienes ponen la plata para construir y
destruir, que son iguales a las otras para niños con la imaginación y el
corazón latiendo como les habrá latido sin que se dieran cuenta más de la
cuenta con esos golpes y saña que borrara de un plumazo lo que antes se
construyera después de algo que antes se destruyera como si todos hubieran
querido hacer eso de romper para arreglarlo y volver a romper, los mayores
porque los pequeños porque lo son no se meten con esto, recovecos con arena
marrón suave y resbaladiza o colorada que servían para que los niños pasaran
horas armando túneles y caminos para sus autos y soldaditos de plomo que en muy
seguidas ocasiones se confundirían con indios comanches una y otra vez cada día
muñequitos también de plomo y algunos cawboys del lejano oeste de un lejano
oeste del norte lejano inconcebible distinto al de los indios chaguancos que
también pasearan por los mismos caminos de los otros dibujados con polvo de
ladrillo y tierra mucha tierra camino a la tapera, mientras ellos los niños aún
sin presentirlo seguirían soñando en dormitorios que dieran a patios espaciosos
donde servían más las mujeres que los hombres, en escenarios imaginados con
plásticos ordinarios y unos cuantos palos maltrechos con los que se armaran
circos o funciones de magia donde se probara todo hasta que se construyera una
nueva plaza en el mismo lugar en el que estuviera la otra a la que se habrá
destruido previamente con los discursos los himnos y las ceremonias necesarias,
interrumpiendo los sueños hasta que se encontrara un lugar que los pusiera a
rodar nuevamente, un viejo potrero un terreno baldío para jugar sólo para jugar
y soñar, como sueñan siempre los niños bien criados sin maldad y libremente los
niños sin hambre, esa plaza dejaría de estar en sus sueños y en sus propias
vidas cuando fueran grandes y otros niños sigan soñando.
Y de pronto después de la plazoleta después
de las cárceles llamadas del pueblo sin que el pueblo dijera eso después de los
centros clandestinos de detención y de las torturas y las guerras sin razones
valederas, los domicilios dejarían de figurar en las ordenadas agendas de
secretarias amables bilingües diligentes y fuertes, de pronto unas casas comenzarían
a quedar vacías o ser pasibles de modernización de remozamientos de alquiler
para negocios florecientes o mamarrachos a fundirse, las casas comenzarían a
quedar vacías para una cosa y a llenarse
para otras, de pronto el tiempo seguiría pasando como pasa siempre el tiempo de
los hombres importantes jefes de esas secretarias ampulosas y soberbias que
como los que las mandan viven sin el tiempo que no se controla como se podría
controlar si al menos se le pusiera un poco de ganas a la empresa y al toque de
los principios porque de pronto también esos principios como las plazas dejarían
de figurar en la religión como en las casas o en la moral como en el corazón de
esos mismos hombres, y de otros diferentes antes para mal que para el bien porque
lo malo pasa y escasea lo bueno y se difunde como si se tratara de una
enfermedad contagiosa, la falta de tiempo, el tiempo y todo lo demás de pronto
dejaría de funcionar como si fueran lo que fueran referencias al margen de
ellos que aprendieron a ver esto como normal que aprendieron a convivir con
estas regularidades, o que no aprendieron porque al final nunca se sabe con
estas cuestiones si están bien o están mal, y de pronto los páramos se
convertirían en pueblos enteros los pueblos pasarían a ser ciudades y las
ciudades a desbordarse con otras urbes amontonadas sin ton ni son como las ideas
de la patria que son tantas como patriota amontonado se confiese de tanto loco
que anda suelto o se arroga el papel de fervoroso defensor de ciudades o de
ideas desvastadas, de pronto las direcciones de las viviendas no aparecerían más
en los memorando que delataran los secretos de señores importantes compatriotas
indolentes que no dejan comprar que no dejan vender que nunca tienen vueltos y
atienden de mala gana y piden de peor manera, de pronto desaparecerían los
vestigios de los itinerarios que revelaran los secretos de paisanos que no
tienen donde caerse muertos pero que compran y venden lo que finalmente quieren
todo el tiempo y que lo único que no negocian es la soberbia de su actitud de
altanería sin soporte, que no cambian el envanecimiento inútil por la auténtica
humildad, de pronto la parte privada de la vida de ellos dejaría de estar tan
expuesta a su sano juicio o se transformaría en los balances bien diseñados de
directores o de gerentes adinerados y bien criados cansados de la ciudad, de
ser vecinos de los que no son iguales o de quienes no pueden comprarse las
mismas cosas, cansados de la metrópoli de sus ruidos de la sucia neblina que se
forma cada tanto con tanto y sucio o desvencijado vehículo circulando por tanta
calle oscura adonde el sol nunca llega porque está tapado con elevados
edificios de cemento que se reproducen como plantas trepadoras topadoras
tapadoras con incontables torres de babel por todos lados de gente que ni se
conoce ni tiene interés de conocerse gente diferente que persiste en eso de
seguir siendo diferente, de pronto las peatonales que se repiten elevando el
valor de las construcciones adyacentes dejarían de ser lugar de paseos de esos
señores y sus familias enteras que habrán emigrado para mejorar sus calidades
de vida que esto para ellos significa tener mucha plata vivir en mansiones
importantes, esas adyacencias dejarían de ser seguros lugares para ser
dormitorios a cielo abierto o baños improvisados de linyeras de gente común de
la calle y solitaria que con frecuencia intentan entrar en todas las oficinas
que encuentran al paso en sus paseos que reemplazan a los otros paseos a los
que desde siempre fueron lugares de distracción o de juegos, o en los bancos
que se irían convirtiendo en verdaderas fortalezas medievales e impenetrables
para gente que los hombres importantes tratan como si fuera la plebe, baluartes
privados pero cuyas puertas los políticos los que tienen influencias o medios
que es en definitiva dinero abren de otras maneras, de pronto esa ubicación
privilegiada de vivir en lujosos departamentos dejaría de estar en las
coordenadas de señores tramposos atendiendo sus importantes operaciones
repasando o escribiendo y algo más en telos desconocidos para señoras
distraídas sin querer o a propósito, ese mismo propósito que algunas mujeres
tienen siempre que dispongan de plata, mujeres entretenidas con amantes por
hora en otros puntos de una ciudad que irá quedando extraña aunque habitable
con la luz del día peligrosa por las noches, de pronto esos lugares dejarían de
estar en el centro del cansancio visual sonoro o físico de patrones poderosos
con poco tiempo para proteger a desprotegidos niños de padres atentos no
agresivos pero evasivos, o sea de ellos mismos atorados con fuertes desganos y depresiones
inmanejables aún para psicólogos obnubilados y más de atar que los mismos
pacientes, de pronto esos territorios de todos como los clubes sociales las
sedes de las asociaciones de gallegos o italianos las fondas de mala muerte
para las ruedas de las picadas de los viernes se transformarían al estilo de
los clubes y asociaciones muy selectivos, de pronto esa zona de la parentela en
los domingos de comidas en común de padres hijos y nietos, esa mancha en el
espacio de propiedad privada con escritura limpia y todo en cualquier momento
dejaría de figurar en las guías telefónicas que vinieran con menos hojas en
contraste con los mamotretos que aparecieran con más hojas de las páginas
amarillas de las guías comerciales de teléfonos de los jefes traviesos con
secretarias que se ruborizan de nada y ponen la cola para todo, de pronto los
códigos postales de muchos años dejarían de figurar en los cuadernos de
circunspectos señores de clase media varios vecinos inquietos inquilinos y con
iniciativas de los grupos que formaban como viejos conocidos en el pueblo en el
barrio en el vecindario del sitio al que iban y venían desde sus casas que
estaban por ahí nomás, a la vuelta de una esquina de cuadras con casas con sus
puertas protegidas con barras de hierro o acero doble o triple cerradura como
se va descubriendo para evitar recónditos ladrones pobres que roban a otros pobres
porque no se animan a robarles a los ricos porque no pueden o porque para eso
hay que ser macho, de pronto dejarían de ser las plazas que nadie se acuerda
desde cuándo se protegen con rejas ornamentales de filosas puntas que lo mismo
son objeto de los ataques de los vándalos que no respetan ni siquiera el
patrimonio cultural tan resguardado por ordenanzas y decretos municipales, ni las
garitas con vigilantes adentro en las manzanas de las iglesias de paredes
pintadas por pecadores y no pecadores lo mismo que las escuelas habitadas por
analfabetos y alfabetos, de pronto todos esos lugares dejarían de ser lugares considerados
y respetables para reuniones solemnes o al menos normales entre gente con
intereses o actividades comunes, de pronto dejarían de ser lo que tal vez nunca
fueran para convertirse en zonas vigiladas sólo para sentar el precedente de
púlpitos con candados hasta en las sacristías y a partir de las diez de la
noche en que no circulan ni los fieles ni los maestros por los pasillos de las
escuelas saqueadas de una ciudad en la que no se puede estar si no se está
encerrado, de pronto los médicos en los hospitales dejarían de atender
eficientemente y quedarían sin mantenimiento y sin personal y con una guardia
que no sirve para nada, para esos moradores u ocupantes de las casas para
cualquiera al lado de los edificios de correos que casi ya no se usan, y de los
teatros que se pueblan en determinados instantes sólo en las noches o en las
horas de las funciones como las salas de cine que se fueron construyendo unas
al lado de las otras para evitar los desmanes los contratiempos causados por
mucha gente, lugares que todos dicen que sí que lo están que son lugares
cuidados pero que nadie custodia en el impúdico escenario en el que nada es lo
que parece para reportar novedades porque alguien descubrió después de veinte
años que volvió la democracia con lo que muchos se entusiasman con se
entusiasman otros con una patria a medida que quiere decir una patria distinta
para cada posición de los presuntos patriotas y que eso de cuidar debía ser
cosa del pasado de gente con prejuicios de personas que siempre piensan que los
otros se equivocan que los otros viven equivocados, porque alguien autoriza hasta
lo insólito y a diestra y siniestra sin la autorización pertinente y esto es
peligroso porque es como que cualquiera puede hacer lo que se le de las ganas,
de pronto las calles dejarían de tener las farolas encendidas y en condiciones
y las calles y las fachadas de las casas y de los edificios quedarían a oscuras
y se irían poblando de manifestaciones a cualquier hora y de piquetes por
cualquier motivo enfrentando a cualquiera con cualquiera, obstruyendo calles
rutas puentes y correos donde los haya, y con los edificios las casas o las
construcciones los derechos que no son compatibles con otros derechos de la
gente que vive en lugares parecidos de integridades que se reservan a costa de
otras que se sobrepasan, límites que no son que tal vez lo parecen porque para
algo hay autoridades y policía y organización y normas aunque nadie se interese
por cumplirlas, y de pronto algunos derechos cesarían para que se activen otros
mientras a nadie le interesa porque desde allí ya no salen más las noticias propias
de familiares y de amigos que no están cerca de aquellos niños convertidos en
jóvenes traviesos y presumidos de esos jóvenes convertidos en adultos con el
seño fruncido de esos adultos convertidos en viejos renegones de esos viejos
muertos si total para estar o par no estar no hace falta certificado alguno ni
siquiera el de defunción, de esas estafetas que quedaron desocupadas
abandonadas y que perdieron la razón de ser de porqué siguen existiendo,
sucursales del correo que dejaron de existir porque la gente ya no se escribe
cartas que ha reemplazado por mail o por redes sociales en las que es más fácil
preguntar de sexo drogas y otras suciedades preguntar por preguntar, preguntar
sin responder, desde esos lugares todos conocidos todos cerca, hasta ese lugar
que fuera abandonado de un día para otro, como la casa de la calle de la ciudad
que fueron de la ciudad donde dejaría de estar la plaza como si lo alto fuera
bajo como si la integridad hubiera pasado así nomás a ser desenfreno como si alguien
hubiera hecho de un día para otro y de la nada otra Sodoma y otra Gomorra, sin que
ellos avisaran de nada sin que ellos hubieran tenido la obligación de darse
cuenta de estar avisados o de saberlo de antemano de no ser tan estúpidos como
fueran para participar y hacer algo por eso que todos temen pero sin saber muy
bien qué forma tiene, porque para eso son personas de bien aunque algunos
guarden la maldad en el corazón o en el cerebro como se guardan los recuerdos
esto es aceptando unos rechazando otros, esa maldad para tener las ganas de
hacer como si nada cuando se ganan cantidades elevadas de dinero metiéndose con
cosas de grandes hipócritas, de ladrones que roban a ladrones de usureros que
son empleados o jefes en los bancos, ladrones que roban a otros ladrones que
también les roban a otros que no lo son y se roban entre ellos, de profesores designados
o jueces concursados sin concursos regulares en cargos o lugares que no se
ganaron por competencia que esa palabra suena como si fuera de un chino básico
para ellos y para todos los que les creen a ellos, algunos de los cuales
embusteros metiéndose en todo esto de construir para destruir todo el tiempo de
enfrentarse de enfrentar de confrontar con negros que cortan calles por
cualquier cosa que hostigan y ganan terreno en la casas en las calles en cuanto
espacio encuentran y hablan de sus derechos como si fueran únicos sus derechos
y los demás no los tuvieran ni buenos ni malos que para el caso es como que están
todos juntos, levantar algo, una calle una avenida un terraplén, para hacer la
licitación después y demolerlo y llamar nuevamente a un concurso de precios
para limpiar los escombros y otra concurrencia para construir nuevamente, de
pronto las calles de libre circulación dejarían de estar en las novedades
cotidianas de viejos mañeros llamados políticos atrincherados en congresos con
sus fachadas tapadas con vallas de mallas de alambre resistente y pasarían a
estar en cartapacios seguidas en bares con el carácter de anónimos para no
despertar la pasión de nadie, para recuperar la tranquilidad que se necesita
para escribir una ley que de todas maneras no se cumple para después derogarla
y redactar otra parecida si total tampoco se cumple porque las únicas leyes que
se cumplen son las que benefician a ricos o poderosos, sucesos que solamente
sirven para describir una parte de la historia de hombres importantes de esos
hombres importantes que presiden reuniones entonan canciones patrias y comen
opulento, en discursos aplausos y broncas para distinguidos próceres de la
política asunto de grandes y de poderosos, y los demás a merced de los
patriarcas que los cuidaran o los que no los cuidaran que para algunos esto da
lo mismo que para eso están los punteros de barrio que son una parte del canal
por el cual se reparten los estipendios que pagan entre todos los vecinos que
contribuyen para estar organizados, lo que no determina con quienes se juntaran
en las canchas de golf o de tenis también privadas como las casas que de todos
modos los ladrones roban porque lo mismo eluden los controles y en las que se
juntan y que se mezclaran un poco o demasiado algunos sinceros otros
mentirosos, los que privatizan los que estatizan los que reforman el estado y
las leyes para llenarse los bolsillos y calmar sus ansias, adultos que
desconfiaran a veces hasta de sus sombras con desconfianzas como ellos mismos a
lo mejor las tendrían cuando lo fueran ricos acaudalados acomodados, mientras
siempre habrá quienes estén esperando para cuando alguien vuelva a hablar de la
moda de retornar de los barrios cerrados adonde se trasladaron en lujosos
vehículos como andan todos los que después se mueren por los modelos de sus
vecinos sin que les importe los que no tienen ninguno como cualquiera pensando
que es una lástima morirse así nomás porque se anduvo mucho con actitudes de
miedos por cosas de la vida moderna en la que nadie puede explicar muy bien la
lógica de porqué algunos marranos ganan como eso como marranos y otros
pelotudos ganan en esa escala de la especie de tipos que inventan mucho y no
solucionan problemas que arrastran de los tipos que ganan dos mangos y muchos ni
un peso y ninguno se hace problemas porque algunos llegan al gobierno y con la
plata que les sobra que encima no es de ellos les dan migaja a los que no
llegan pero que se conforman con eso, hasta un poco antes del postrer momento
cuando llaman de nuevo escribanos solícitos curas de cabecera para la
extremaunción en contubernios con contadores mentirosos que hacen balances para
los que pueden querer los balances y ajustan lo que se les pide por inflación y
los mayores costos, nobles hidalgos que dictan largos y puntillosos testamentos
tranquilos porque saben que los derechos cada vez se desdibujan más y más con
el paso del tiempo los del vulgo porque los de ellos los asientan bien en
escrituras y testamentos que salen un ojo de la cara, privándose sin saberlo
muy bien de expirar más tranquilos y aceptando la ley de la vida y a sabiendas
que el cementerio está lleno de necesarios y de buenos pero no de los que
tomaron de más como decía Jesús quitándoles a los que ni siquiera tienen para
comer, como no creen ellos en que es igual lo que nace y se muere todo hasta
que en algún momento aparecen las grescas los egoísmos las terquedades o las
peleas o los discursos que arman inventando doctrina que lo sustente, entre los
que debieran llevarse bien y debieran quererse, saltando las diferencias con
los gustos con las amistades o con la obsecuencia, de pronto ese lugar no
solamente de pasatiempo sino también los rincones de la ciudad donde se vivió
toda la vida, porque en los que se anduvo que tanto se querían de pronto dejarían
de existir para ellos que eran no más que minúsculas expresiones hombres al fin
enanos de sentido común huérfanos de buen criterio de un grave problema mucho
más serio de barrios cerrados de bancos abiertos sólo para clientes
presuntuosos soberbios acorralados de complejos de cines que cambiarían las
viejas costumbres con los horarios de las funciones, de líos que no tenían
porqué andar ventilando ante subordinados insubordinados con ofuscaciones de
renegones como para que eso les significara una mortificación un cambio en las
emociones y en los temblores de miedos a morirse en manos de un delincuente
cualquiera en manos de alguno de esos negritos que en vez de ir a la escuela
andan falopeándose y floreándose todo el día, de pronto la edificaciones
quedarían y ellos seguirían mudándose de aquí para allá o de allá para acá buscando
como locos cálidas sensaciones que allá en la profundidad de esa niñez feliz
cuando eran niños, seguida de precocidades y crecimientos sin problemas de
hambre, sin problemas de impotencias sin explicación alguna de privaciones
porque hay algunos a los que les sobra sin méritos, y se desprenderían de eso
que no se sabe en toda una vida qué es pero que es eso de ser amo y señor del
propio tiempo de creer que se tiene la razón y nadie más la tiene, para uno y
para nadie más de todo el tiempo del mundo para inventar y hacer travesuras
ligar inventos y disparates de los otros y de uno mismo y de la misma patota de
ese grupo de amigos de años que nada saben ni tienen porqué saber de rencillas menores
de riñas de sosiegos y de nuevas disputas entre los propios padres o de
cualquiera que gobernara cambiara dinero o cosas o mujeres, porque el resumen
de las peleas de los hombres no pasa de media docena de asuntos que bien se
sabe son siempre los mismos, como si esos mismos hombres no tuvieran otras
ideas o no pudieran terminar de resolver razones tan viejas como la historia de
ellos mismos, viejos llenos de desparpajos en todo desde las cuestiones
familiares hasta los asuntos de negocios o circunstancias productivas tan remotas
trenzas con los gobiernos de turno con funcionarios de coima fácil, como las payasadas
y picardías que estos funcionarios convierten en declaraciones, resoluciones y
leyes para amigos que retornan con los vueltos anden por donde anden,
verdaderos dramas que en los sueños se cambiaran a pesadillas por el recuerdo
por la reminiscencia que se va formando con tanto andar descuajeringado, que se
transformaran en sudoraciones que secaran diligentes aplaudidores y manejables
que dicen sí a todo con paños y estambres en sus descansos activos porque
duermen para tomar fuerza nomás para recuperarse y para salir corriendo a
correr al otro día por las calles a las fábricas a las bolsas de valores de
nuevo, en reposos incompletos que molestaran o perturbaran a pares dormilones,
gerentes directores accionistas y que se cambiaran a solitarios e inconscientes
discursos insondables de sonámbulos como eran con sus delirios sin control
alguno, que se cambiaran a vueltas y otras vueltas que son desorden en las camas
de cada uno de esos ejecutivos que buscarán desesperados cada vez que se diera,
en aquel espacio que es para ellos y sus juegos exclusivamente de piletas
climatizadas y sum a ciertas horas por supuesto porque en otras horas rondaran
otros por otros rincones de la ciudad grande de los barrios pequeños de las
llamadas villas miserias de las calles desiertas, de la insensibilidad que ganó
en las posiciones individuales de esos señores que de pronto dejarían de
disponer de lo que ellos llaman soluciones, para rincones de ladrones que
seguirán siendo de mala muerte con la diferencia que matan a sus víctimas con
lo cual ya no son más ladrones sino ordinarios asesinos vulgares que ni
siquiera tienen explicaciones para lo que hacen porque los que siguen robando
para comer lo siguen haciendo como siempre mientras estos siembran rencores y
resentimientos, en rincones de comerciantes de carteristas de poca monta casi
analfabetos que son peores que los animales en eso de tropezar varias veces con
la misma piedra, de entusiasmos exagerados de exageraciones que dejarían de
estar en sus sueños en sus juegos en sus realidades y en sus tiempos inspirara
mucho miedo.
De pronto después de lo destruido se
construiría después de lo desvastado se levantaría lo pintarrajeado se
despintaría en el páramo que se convertiría en océano debería de estar el arca,
de pronto lo que se habrá quitado sería devuelto, el que habría tomado lo que
no le correspondía se lo entregaría a aquel que no reclamó aún sabiendo que le
faltara, de pronto algo dejaría de ser para que otra cosa sea, lo muerto
renacería, lo cínico dejaría de serlo para convertirse en sincero, la
hipocresía daría lugar a la nobleza los principios volverían a ser como fueran,
de pronto las pesadillas dejarían de ser pesadillas para volver a ser sueños de
algo de lo propio de lo repartido de lo compartido de los destellos de la esperanza
de los soplos de tolerancia para ser soñados por hombres que de pronto pensarían
que hay un mañana posible, esos invisibles que cuando tienen hambre se vuelven
visibles, los golpes en las puertas inmensas de los bancos las vallas de los
canas sus escudos sus botas con espolones los chorros de los camiones
hidrantes, la calle no es de nadie la calle es de todos.