Planta de ají flor de alelí pongan la guita que ya me vua í – V -
Nada le importa a Hipólito insólito que en una ráfaga de lucidez decidió irse hasta el puente, en la orilla del río conocido, río seco como él de ideas algunas veces, río caudaloso con agua como en otros cualquiera en el que juega otras veces tirando piedras de canto para que reboten infinitas veces, fuertes corrientes como las de su sangre bullendo por adentro corriendo como las aguas como corren sus historias y las historias de los otros, se fue hasta allí a jugar y a pensar en la decisión que lo asustaba, en un lugar en el que se podías decir cosas a sí mismo sin que nadie se lo recriminara, es decir igual a como lo hacían sus antepasados por lo menos a como lo contaban los que cuentan de lo que hacían sus antepasados, Hipólito indómito.
En el repaso desordenado de la borrachera aliviada por sueños o dormitadas esporádicas, recordó un antecedente recordó un precedente sin continuaciones, su padre alguna vez en el siglo participó de una demostración carnavalera fuera de época, para mostrar a una tal infanta que vino de España, la tradición y la gente de la larga heterogénea tierra argentina.
Pero eso fue diferente a lo que ahora tiene entre sus manos, se dispuso y se hizo una vez nada más sin repeticiones, distinto a lo que él desencadenaría si él acepta la oferta comercial bien comercial, asquerosamente comercial y moderna, bien de los tiempos que corren ia chai sapa jan kanki, porque lo que se diga repercutirá para adelante, el próximo año y el otro tambíen y los otros que sigan, convirtiendo seguro cada momento de una celebración cuidadosamente pergeñada, corrigiendo los plasmado por alguien hace bastante tiempo, esa misma fiesta en que los varones bailando detrás de las mujeres, y muy pegados a ellas, llegan hasta el lugar de un descampado que todos conocen para honrar a la pachamama, y cavan un pozo en sus entrañas del que sacan un muñeco, grande y armado con trapos prensados, y en jirones, y lo envuelven con un paño rojo al tiempo que gritan, claman y lloran ay carnaval.
Bailando, chupándose revolcándose todos juntos, hasta el final de esos días cuando idólatras sobre la tierra humedecida con chicha y aloja, descartan el rojo y envuelven esa cosa y envuelven otras cosas en un paño negro despacio, muy despacito, lagrimeando lloriqueando por lo que se termina, librando a su suerte a la diosa de la tierra, a la madre tierra, por un año más en su lucha con el demonio, Hipólito indolente, insolvente y que lleno de tierra se va bajando y hasta su casa quiere llegar, acicalarse para la fiesta y enharinado con el diablo se quiere abrazar, con las mujeres y el carnaval, ay carnaval.
Cuando el sábado despidió a los que lo visitaron desde temprano, los ecos de otras voces quedaron retumbando en el zaguán de su casa.
El de la promoción había estado con los de la comisión de milicos, milicos del gobierno que como siempre no descansan en eso de confirmar que meten sus narices en todos, los zurdos andan por todos lados dicen, espiando todos como espiaron a la gente en el último mundial de fútbol.
Después de aguantar el bullicio, la verborragia desbordada del señor Vera venimos por su buena predisposición ya suficientemente probada en otras ocasiones, a buscar su consentimiento para el cambio de horarios, una bicoca de diez, o de seis, apareció el seis como por arte de magia insinuante, insinuando en la intimidad de esa charla íntima que se tuvo, indescriptible y con guiños d ojos confirmando negocios concluidos promesas hechas y negocios paralelos.
Y en la tumba de su corazón, tumba tumba ya se arrepentía de haber dado su consentimiento, su sí para que la ceremonia se realice le domingo al mediodía, sin titubeos y en forma precisa, sin alardes sin arideces, sin sandeces que permitieran dar lugar a que piense a quien lo viera, quien te ha visto y quien te ve, prendido en correcciones o enmiendas inmediatas o futuras.
Así que tomando un trago más de vino de los infinitos que le deparaba el día como los días que vinieran, escuchó los ecos del retumbe de las cajas y los cantos de quienes ensayaban, el carnaval ya se muere ay carnaval, el carnaval ya se muere ay carnaval retumbando.
Saturday, April 30, 2011
Friday, April 29, 2011
cajas y cajas - IV -
Planta de ají flor de alelí pongan la guita que ya me vua í – IV
Eso que no se deja nunca de buscar aunque no se sepa bien lo que es conductor, pastor involuntario cualquiera sea la época, que no se cambia para nada en el mundo menos por las porquerías por las sugerencias de los demás, el centro de gravedad de la carne nueva cacique, sin olores desagradables que se perciban o que turben jefe, rey y guía de todos lo que la vieron a ella en la noche tratar con el mandinga, que le habrá dicho que si esto es lo que quería ahí lo tenía, pero que se deje de embromar que no ande molestando a nadie nunca más pero a nadie en serio, como lo contaron antaño los sabios que al final son los más viejos y como lo detallaron los otros sabios que también fueron otros viejos porque los jóvenes están para otras cosas como para andar pensando y aconsejando y transmitiendo costumbres y mañas, otros sabios y otros coetáneos, y lo contaron todos los que debieron decirlo, de los que deben decir narrando, sabios y después de todos no sabios que conozcan los secretos que eso es hacerse viejo, habrán contado que lo último que se vio fue su cuerpo, mitad tierra mitad carne y sangre, con dos pañuelos envueltos en sus manos regordetas o hinchadas y sucias, un pañuelo rojo y otro negro, varios días después del solsticio del estío cuando el sol se pone en esta parte de la tierra y comienza la primera de las jornadas, cuando el pueblo se adueña de cales y veredas, y de todo lo que puede o lo que encuentra en agradecimiento al rey momo, el de la risa y el de la burla, y el del empacho y el del embarazo de la vírgenes inocentes que caen en manos de los endiablados porque se anda metiendo en todo.
Y el de la gayola al final de cuentas, que si bien viene selecciona y aprovecha y se raja, es tan benévolo por otro lado, tan indulgente tan considerado cuando quiere conseguir algo, que permite que la diversión para todos sea de seis días y seis noches.
Seis, dijo seis, interesantes millones que ya se verá en qué se utilizan, mientras tanto se duerme en la tibieza de la pobreza y encima de la pulcritud de los pobres pero honrados y orlados Hipólito alcohólico, vivo de todos los vivos, vos sos un avivado como le encantaba cargarlo su abuelo, ese viejo achacoso y malhumorado que ya se murió.
Negar o insistir con él no es lealtad, decir que sí es traición, a quién o quiénes, que no se sabe bien porqué andan disfrazados por ahí con plumas, lentejuelas y cristales pintados y coloridos, y flecos, pertrechados con hachas y lanzas y cuernos, como tienen los que los tienen y los que de buenos que son nomás se los aguantan.
Entender uno que una única vez está bien, que dos pueden ser y tres si son salteadas y seis que son una gansada y una agachada, y la mitad de un año si se lo cuenta por los meses, porque si es por los días son trescientos sesenta y cinco que es uno menos que seis, dijo seis como los millones que mencionó el de la lengua fácil, como al pasar y al que se escuchó, también como al pasar pero con la atención correspondiente a los negocios, y propios negocios, ése es el asunto y no equivocarse por aquí confundiendo la excepción con el cambio de costumbres, lo de una sola vez con lo de siempre, lo de aceptar quedarse con el vuelto, con doblegarse atenta y eternamente para la posteridad, y todos los hombres que quieran habitar donde dice el mismo preámbulo, de esa constitución que aplican los jueces injustos, jueces que a veces los tienen en cuento y a veces no los tienen en cuenta que otras veces los ignoran.
Ya se verán, para cuando se caigan por allá al cielo o adónde fuera, pero mientras tanto, en las demasiadas y repetidas y únicas veces está el problema, medio doblao, de imponer una rutina nueva, por un viraje como el de uno, trastabillao, como quien no sabe adónde ha de parar, así lo pescó la mañana mal parado, así lo pescó la mañana del viernes, somnoliento y hablador de inconsistencias, o de la forma que a nadie pero a nadie le importa.
Eso que no se deja nunca de buscar aunque no se sepa bien lo que es conductor, pastor involuntario cualquiera sea la época, que no se cambia para nada en el mundo menos por las porquerías por las sugerencias de los demás, el centro de gravedad de la carne nueva cacique, sin olores desagradables que se perciban o que turben jefe, rey y guía de todos lo que la vieron a ella en la noche tratar con el mandinga, que le habrá dicho que si esto es lo que quería ahí lo tenía, pero que se deje de embromar que no ande molestando a nadie nunca más pero a nadie en serio, como lo contaron antaño los sabios que al final son los más viejos y como lo detallaron los otros sabios que también fueron otros viejos porque los jóvenes están para otras cosas como para andar pensando y aconsejando y transmitiendo costumbres y mañas, otros sabios y otros coetáneos, y lo contaron todos los que debieron decirlo, de los que deben decir narrando, sabios y después de todos no sabios que conozcan los secretos que eso es hacerse viejo, habrán contado que lo último que se vio fue su cuerpo, mitad tierra mitad carne y sangre, con dos pañuelos envueltos en sus manos regordetas o hinchadas y sucias, un pañuelo rojo y otro negro, varios días después del solsticio del estío cuando el sol se pone en esta parte de la tierra y comienza la primera de las jornadas, cuando el pueblo se adueña de cales y veredas, y de todo lo que puede o lo que encuentra en agradecimiento al rey momo, el de la risa y el de la burla, y el del empacho y el del embarazo de la vírgenes inocentes que caen en manos de los endiablados porque se anda metiendo en todo.
Y el de la gayola al final de cuentas, que si bien viene selecciona y aprovecha y se raja, es tan benévolo por otro lado, tan indulgente tan considerado cuando quiere conseguir algo, que permite que la diversión para todos sea de seis días y seis noches.
Seis, dijo seis, interesantes millones que ya se verá en qué se utilizan, mientras tanto se duerme en la tibieza de la pobreza y encima de la pulcritud de los pobres pero honrados y orlados Hipólito alcohólico, vivo de todos los vivos, vos sos un avivado como le encantaba cargarlo su abuelo, ese viejo achacoso y malhumorado que ya se murió.
Negar o insistir con él no es lealtad, decir que sí es traición, a quién o quiénes, que no se sabe bien porqué andan disfrazados por ahí con plumas, lentejuelas y cristales pintados y coloridos, y flecos, pertrechados con hachas y lanzas y cuernos, como tienen los que los tienen y los que de buenos que son nomás se los aguantan.
Entender uno que una única vez está bien, que dos pueden ser y tres si son salteadas y seis que son una gansada y una agachada, y la mitad de un año si se lo cuenta por los meses, porque si es por los días son trescientos sesenta y cinco que es uno menos que seis, dijo seis como los millones que mencionó el de la lengua fácil, como al pasar y al que se escuchó, también como al pasar pero con la atención correspondiente a los negocios, y propios negocios, ése es el asunto y no equivocarse por aquí confundiendo la excepción con el cambio de costumbres, lo de una sola vez con lo de siempre, lo de aceptar quedarse con el vuelto, con doblegarse atenta y eternamente para la posteridad, y todos los hombres que quieran habitar donde dice el mismo preámbulo, de esa constitución que aplican los jueces injustos, jueces que a veces los tienen en cuento y a veces no los tienen en cuenta que otras veces los ignoran.
Ya se verán, para cuando se caigan por allá al cielo o adónde fuera, pero mientras tanto, en las demasiadas y repetidas y únicas veces está el problema, medio doblao, de imponer una rutina nueva, por un viraje como el de uno, trastabillao, como quien no sabe adónde ha de parar, así lo pescó la mañana mal parado, así lo pescó la mañana del viernes, somnoliento y hablador de inconsistencias, o de la forma que a nadie pero a nadie le importa.
Thursday, April 28, 2011
cajas y cajas - III -
Planta de ají flor de alelí pongan la guita que ya me vua í – III
Entenderlo uno ése es el asunto, le dijo a su mujer apremiada por los trajines del día y apurada por terminarlos antes de la medianoche, ah fue toda la contestación de ella, entenderlo y saber lo que se dispone eso es lo que corresponde y lo que les conviene, que con eso no se embroma a nadie pero a nadie en serio, continuó hablando por su cuenta mientras ella fregaba platos y calzones en baldes de aguan y con jabones diferentes, si se le pega son fichas que se ponen y se recuperan en la apuesta de hacer buena letra, o buena plata de esa plata que no viene con la quiniela, si la cosa no sale es malo y uno merece castigo acá o adonde sea, continuó sin darse cuenta que ya ni siquiera lo escuchaban, purgando la embriaguez avanzada y con medio cuerpo recostado sobre la mesa, ese cuerpo que en ocasiones no maneja y hablando solo como todas las veces iguales, adormeciéndose, durmiendo a medias por culpa de los derroches despliegues propios o impropios, de los miedos que asolan, miedos que desolan, renovando temores naturales y viejos o legados, los miedos que van y que vienen y que son por las dudas lo duda, ardores en la boca del estómago, una racha de los celos recelos que se tienen de pensar que en este mundo hay siempre injusticias y las habrá.
Y que por ellas a veces no pocas se premia a los malos y se castiga a los inocentes de este y en este mundo, como debe ser en ese más allá donde se va después de morir, pavor de presentir castigos equivocados aunque saber también que El no se equivoca que no puede equivocarse, castigos equivocados en la vida que viene después de la vida, o en la muerte que vienes después de la muerte, porque si es por los reconocimientos de hacer todo bien eso nunca, las gracias que no te dan que no se conocen ni se conocerán son otro asunto.
Miedo de sospechar que allá en algún lado, impalpable como el azúcar, azuquita sublime a veces morenita, hay almas buenas retorciéndose en el infierno y hay almas malas deslumbrando deambulando y haciendo pitos catalanes a los que pensaron diferente acá sobre el cielo, miedo por cuándo y cómo se determina esa dirección en esta vida, en este pasar de modorras que adormecen, de abominaciones subordinaciones sublimaciones y alucinaciones, y gastritis como las habrá tenido la pachamama, de esa niña de la que cuentan como anécdota de doce generaciones pasadas o veinticuatro o las que fueran, en nombre y a cargo de pares que se salvaron gracias a ella y se seguirán salvando aunque no lo reconozcan, porque son muy perezosos y viven pensando que mientras los demás batallen por ellos albricias.
La cuña más hermosa de su tiempo ia chai sapa, alma buena como pocas en este mundo, abnegada por jugarse el todo por el todo cuando la necesitaron, a escuchar a los que clamaban por palabras y hablar a los que se quejaban en silencio sin levantar el polvo o hacer muchas estridencias, ella que pasó por la histeria a la historia que no le interesa a nadie o le interesa a pocos, como si hubiera presentido la opresión y el sufrimiento posteriores de los tipos de su raza, y que por la mala suerte que tuvo de los dos caballos que tiraban el carro de su vida, uno se hundiera y arrastrara por la tierra y el otro se escapara sin ella hacia el cielo, vivo, avivado y vivito de porquería como todos aquellos que no gastaron ni una gota de tinta para contarlo, para contar de eso que hicieron los que vinieron de afuera con los que estaban adentro, vivo avivado y vivito haciendo comparaciones que no valen Hipólito.
Ella era jan kanki, desdibujada en la tierra oscura de la noche, y en la línea invisible del trópico de capricornio, para que la bronca de los dioses no llegue a los suyos, meneando sus caderas perfectas y mostrando unos pechos exuberantes y duros, bocaditos pretendidos y codiciados por el diablo entonces encarnado en un jefe de la tribu por vaya a saber qué disposiciones, trofeos pretendidos como si fueran frutas frescas para él o para ellos fue lo mismo, pero que como si se tratara de uno preguntaron por esos días por cajas y yapas, para aquello de poseerlo todo con exclusividades de reyes, de jefes de caiques o de conductores.
Entenderlo uno ése es el asunto, le dijo a su mujer apremiada por los trajines del día y apurada por terminarlos antes de la medianoche, ah fue toda la contestación de ella, entenderlo y saber lo que se dispone eso es lo que corresponde y lo que les conviene, que con eso no se embroma a nadie pero a nadie en serio, continuó hablando por su cuenta mientras ella fregaba platos y calzones en baldes de aguan y con jabones diferentes, si se le pega son fichas que se ponen y se recuperan en la apuesta de hacer buena letra, o buena plata de esa plata que no viene con la quiniela, si la cosa no sale es malo y uno merece castigo acá o adonde sea, continuó sin darse cuenta que ya ni siquiera lo escuchaban, purgando la embriaguez avanzada y con medio cuerpo recostado sobre la mesa, ese cuerpo que en ocasiones no maneja y hablando solo como todas las veces iguales, adormeciéndose, durmiendo a medias por culpa de los derroches despliegues propios o impropios, de los miedos que asolan, miedos que desolan, renovando temores naturales y viejos o legados, los miedos que van y que vienen y que son por las dudas lo duda, ardores en la boca del estómago, una racha de los celos recelos que se tienen de pensar que en este mundo hay siempre injusticias y las habrá.
Y que por ellas a veces no pocas se premia a los malos y se castiga a los inocentes de este y en este mundo, como debe ser en ese más allá donde se va después de morir, pavor de presentir castigos equivocados aunque saber también que El no se equivoca que no puede equivocarse, castigos equivocados en la vida que viene después de la vida, o en la muerte que vienes después de la muerte, porque si es por los reconocimientos de hacer todo bien eso nunca, las gracias que no te dan que no se conocen ni se conocerán son otro asunto.
Miedo de sospechar que allá en algún lado, impalpable como el azúcar, azuquita sublime a veces morenita, hay almas buenas retorciéndose en el infierno y hay almas malas deslumbrando deambulando y haciendo pitos catalanes a los que pensaron diferente acá sobre el cielo, miedo por cuándo y cómo se determina esa dirección en esta vida, en este pasar de modorras que adormecen, de abominaciones subordinaciones sublimaciones y alucinaciones, y gastritis como las habrá tenido la pachamama, de esa niña de la que cuentan como anécdota de doce generaciones pasadas o veinticuatro o las que fueran, en nombre y a cargo de pares que se salvaron gracias a ella y se seguirán salvando aunque no lo reconozcan, porque son muy perezosos y viven pensando que mientras los demás batallen por ellos albricias.
La cuña más hermosa de su tiempo ia chai sapa, alma buena como pocas en este mundo, abnegada por jugarse el todo por el todo cuando la necesitaron, a escuchar a los que clamaban por palabras y hablar a los que se quejaban en silencio sin levantar el polvo o hacer muchas estridencias, ella que pasó por la histeria a la historia que no le interesa a nadie o le interesa a pocos, como si hubiera presentido la opresión y el sufrimiento posteriores de los tipos de su raza, y que por la mala suerte que tuvo de los dos caballos que tiraban el carro de su vida, uno se hundiera y arrastrara por la tierra y el otro se escapara sin ella hacia el cielo, vivo, avivado y vivito de porquería como todos aquellos que no gastaron ni una gota de tinta para contarlo, para contar de eso que hicieron los que vinieron de afuera con los que estaban adentro, vivo avivado y vivito haciendo comparaciones que no valen Hipólito.
Ella era jan kanki, desdibujada en la tierra oscura de la noche, y en la línea invisible del trópico de capricornio, para que la bronca de los dioses no llegue a los suyos, meneando sus caderas perfectas y mostrando unos pechos exuberantes y duros, bocaditos pretendidos y codiciados por el diablo entonces encarnado en un jefe de la tribu por vaya a saber qué disposiciones, trofeos pretendidos como si fueran frutas frescas para él o para ellos fue lo mismo, pero que como si se tratara de uno preguntaron por esos días por cajas y yapas, para aquello de poseerlo todo con exclusividades de reyes, de jefes de caiques o de conductores.
Wednesday, April 27, 2011
cajas y cajas - II -
Planta de ají flor de alelí pongan la guita que ya me vua í – II
Seis, dijo seis, como los seis que pasaron después de los sesenta, demasiados Hipólito para tener derecho de acusar algún cansancio, en esto de decidir por los otros los de la comunidad otros le llaman la etnia, como los antropólogos o lo indios más taimados, demasiados años son para andar jorobando todavía con las propias supersticiones, y las de los ancestros que se mezclan con las quejas, con las broncas con los rechazos y con las resistencias sin sentido, sin contrasentidos, con las pelotudeces con la reticencias con los resentimientos sin rumbo, sin entradas atajos o salidas honrosas para esa gente que tuvo que acomodarse sin quererlo, a lo que llaman el porvenir la modernidad y el progreso qué palabras, bienestar de quiénes, para quiénes y luchar por quiénes si son siempre los mismos perezosos pedigüeños somnolientos, un poco menos tal vez con el paso de los años, pero cada vez más vagos y más indiferentes según los demás y poco diligentes con los extraños.
Y él mientras tanto aguantar sin chistar las invasiones las evasiones de los civiles civilizados y cívicos, y el abandono por su fuerza por sus fuerzas de costumbres añejas, el olvido la indolencia y el desgano, por parte de la misma gente su gente que tuvo que soportar sin pedirlo, el asfalto la luz eléctrica el agua corriente y el inodoro, la letrina o la inopia, según donde la pescaran los coletazos de las impudicias y las imprudencias de los políticos prometedores promesantes cínicos emprendedores, o la demagogia prolija prometedora y ordinaria de los patrones de estancia o de los dueños de las fábricas por donde estuvieran, desplantes de quien fuera de todos lo que la tienen con el tema de ellos y los consideran una cosa amorfa carne del cañón de las campañas cuando se cuenta voto por voto coto por coto, pura mercadería o lo que es peor mercancía, una cosa más de las que suman horas hombre en los laburos cotidianos de opresiones disfrazadas de asistencias por los pícaros, presiones en la gente que bien se liberan en los corsos, justamente con disfraces y desenfrenos y retozos y retazos de arrebatos, preguntando preguntados preguntarles sin pedir permisos, quiénes son para decir lo que se debe hacer los que siempre andan dando instrucciones para que hagan los otros, y qué nos quieren enseñar con gritos, impostaciones imposiciones aportaciones y destrozos, se replica solitario en el sopor de sus macha repetible y repetida.
Las resonancias de las cajas de las comparsas ensayando, se mezclaban con su aturdimiento y sus conjuras y con sus conjeturas ya bien entrada la noche, con los cantos de falta la harina un ramo de albahaca y la damajuana que ya está a la mitad, le anunciaban el correr de las horas de descuento para la celebración esperada, y también para dar una respuesta a la seguidilla de argumentos, de consultas de preguntas, de explicaciones dadas y recibidas, de unos y de otros de interpretaciones torcidas y retorcidas de sus costumbres, las propias las de su gente las de la gente las de la otra gente, de las costumbres de los otros a su cargo como estuvieron antes a cargo de su padre a cargo de su abuelo, cargos y dispensas por años, cacique, era la palabra utilizada para afrontar los mangazos, para recibir las donaciones de plumas y lentejuelas de colores, para disponer y repartir la cantidad de cristales mal cortados para adorno y la cantidad de flecos para atavío, de hachas de lanzas y de cuernos para los diablos que eran varios cuidando de la comparsa y las vituallas, propinas que les llegaban con cada baile con cada pantomima, diablos mezclados con sulcas y sulcas mezclados con los otros disfrazados chivados todos en el tufo de los disfraces plastificados, cartones y engrudo por todos lados.
Cacique, guía o conductor o lo que fuera que se utilizara para llamar a una investidura aceptada, por ahí no compartida por algunos y ejercida por él a veces con desganos sin ganas, de responsabilidades confirmadas por tradiciones que cambian cuando cambian los soles, como cambian los ritmos como cambian los cantos, como cambian las personas como cambian las cajas, que hacen sonar y resonar los que andan organizando murgas y martingalas copiadas, como las que hacen resonar los que andan organizando los mercachifles que venden hasta la madre si eso es negocio, como el tipo de la promoción, aprestándose ay carnaval.
Seis, dijo seis, como los seis que pasaron después de los sesenta, demasiados Hipólito para tener derecho de acusar algún cansancio, en esto de decidir por los otros los de la comunidad otros le llaman la etnia, como los antropólogos o lo indios más taimados, demasiados años son para andar jorobando todavía con las propias supersticiones, y las de los ancestros que se mezclan con las quejas, con las broncas con los rechazos y con las resistencias sin sentido, sin contrasentidos, con las pelotudeces con la reticencias con los resentimientos sin rumbo, sin entradas atajos o salidas honrosas para esa gente que tuvo que acomodarse sin quererlo, a lo que llaman el porvenir la modernidad y el progreso qué palabras, bienestar de quiénes, para quiénes y luchar por quiénes si son siempre los mismos perezosos pedigüeños somnolientos, un poco menos tal vez con el paso de los años, pero cada vez más vagos y más indiferentes según los demás y poco diligentes con los extraños.
Y él mientras tanto aguantar sin chistar las invasiones las evasiones de los civiles civilizados y cívicos, y el abandono por su fuerza por sus fuerzas de costumbres añejas, el olvido la indolencia y el desgano, por parte de la misma gente su gente que tuvo que soportar sin pedirlo, el asfalto la luz eléctrica el agua corriente y el inodoro, la letrina o la inopia, según donde la pescaran los coletazos de las impudicias y las imprudencias de los políticos prometedores promesantes cínicos emprendedores, o la demagogia prolija prometedora y ordinaria de los patrones de estancia o de los dueños de las fábricas por donde estuvieran, desplantes de quien fuera de todos lo que la tienen con el tema de ellos y los consideran una cosa amorfa carne del cañón de las campañas cuando se cuenta voto por voto coto por coto, pura mercadería o lo que es peor mercancía, una cosa más de las que suman horas hombre en los laburos cotidianos de opresiones disfrazadas de asistencias por los pícaros, presiones en la gente que bien se liberan en los corsos, justamente con disfraces y desenfrenos y retozos y retazos de arrebatos, preguntando preguntados preguntarles sin pedir permisos, quiénes son para decir lo que se debe hacer los que siempre andan dando instrucciones para que hagan los otros, y qué nos quieren enseñar con gritos, impostaciones imposiciones aportaciones y destrozos, se replica solitario en el sopor de sus macha repetible y repetida.
Las resonancias de las cajas de las comparsas ensayando, se mezclaban con su aturdimiento y sus conjuras y con sus conjeturas ya bien entrada la noche, con los cantos de falta la harina un ramo de albahaca y la damajuana que ya está a la mitad, le anunciaban el correr de las horas de descuento para la celebración esperada, y también para dar una respuesta a la seguidilla de argumentos, de consultas de preguntas, de explicaciones dadas y recibidas, de unos y de otros de interpretaciones torcidas y retorcidas de sus costumbres, las propias las de su gente las de la gente las de la otra gente, de las costumbres de los otros a su cargo como estuvieron antes a cargo de su padre a cargo de su abuelo, cargos y dispensas por años, cacique, era la palabra utilizada para afrontar los mangazos, para recibir las donaciones de plumas y lentejuelas de colores, para disponer y repartir la cantidad de cristales mal cortados para adorno y la cantidad de flecos para atavío, de hachas de lanzas y de cuernos para los diablos que eran varios cuidando de la comparsa y las vituallas, propinas que les llegaban con cada baile con cada pantomima, diablos mezclados con sulcas y sulcas mezclados con los otros disfrazados chivados todos en el tufo de los disfraces plastificados, cartones y engrudo por todos lados.
Cacique, guía o conductor o lo que fuera que se utilizara para llamar a una investidura aceptada, por ahí no compartida por algunos y ejercida por él a veces con desganos sin ganas, de responsabilidades confirmadas por tradiciones que cambian cuando cambian los soles, como cambian los ritmos como cambian los cantos, como cambian las personas como cambian las cajas, que hacen sonar y resonar los que andan organizando murgas y martingalas copiadas, como las que hacen resonar los que andan organizando los mercachifles que venden hasta la madre si eso es negocio, como el tipo de la promoción, aprestándose ay carnaval.
Tuesday, April 26, 2011
cajas y cajas - I -
Planta de ají flor de alelí pongan la guita que ya me vua í – I
Cuando el jueves por la tarde cerró la puerta de calle luego de despedir al hombre de la promoción, Hipólito acólito de su grey tuvo la impresión de que las palabras del sujeto quedaron retumbando en el zaguán de su casa, como retumban y estallan las voces de esos fantasmas que lo acosaban y lo acosan desde lejos o e cerca todo el tiempo.
El eco del discurso interminable que había escuchado unos minutos antes parecía pegar en las paredes, en el piso en el techo y mezclarse con el aires denso del verano, ese eco doblemente intangible sutil inmanejable, parecía estimular y anular sus sentidos, su sensibilidad, sus emociones, entrar y salir de sus oídos.
Le resonaba todavía la locuacidad del porteño imparable, del ceremonioso, del obsecuente, del insoportable que lo visitó por los buenos oficios de un intermediario autorizado por él, solo por él portador de agenda propia, así funcionaba desde siempre, todavía le daba vueltas el campanudo piense señor Vera, tómese todo el tiempo que necesite para hacerlo, el tumba tumba por todos lados, le resonaba con la frase volveré dentro de dos días con un miembro de la comisión de asuntos carnestolendos para acordar y ultimar los detalles.
Piense, tumba, bajo costo retumba, y una buena caja, le atronaban esta y otras rimbombancias, buenas ganancias para usted, piense y tome una decisión.
Usted y su gente se divierten como todos los años, en esto no hay objeciones, la municipalidad se luce ante el gobernador haciendo coincidir las apretadas agendas de todos, y usted en especial gana con la modificación del horario seis interesantes millones, seis dijo seis, en seis días y seis noches, dijo seis como los días del carnaval grande y del carnaval chico, lo dijo porque él le dijo que lo dijera al mediador conocido como al pasar sugiriendo.
Nosotros ganamos por publicidad y propaganda y todos quedamos cubiertos de satisfacciones de fondos de chanzas y de acechanzas por un año más, cubiertos de qué cubiertos para qué, s preguntaba él como si no lo supiera y aturdido por el estruendo que como estelas dejaban las palabras, que retornaban una y otra vez, como las voces de los antepasados de sus antepasados de otros antepasados desconocidos para él pero conocidos por sus meticulosos antepasados.
Comprendo que el carnaval se hico siempre por la noche, y que eso es parte de la historia de su gente, pero que más da, imponemos que la aclamación se lleve a cabo unas horas antes para sacar más ganancias con la asistencia de turistas y la concurrencia de curiosos, y usted gana, gana la municipalidad y ganamos nosotros, piense y me contesta, todos sacaremos buenos dividendos si la ceremonia se realiza el domingo al mediodía, y retumba, retumba tumba un bombo en mi corazón, al tiempo presente, por estos días se acordaba de la canción que le gustaba de los legueros, y que entonaba mal cada vez que se aprestaba a reforzar la curda temprana.
Cuando el jueves por la tarde cerró la puerta de calle luego de despedir al hombre de la promoción, Hipólito acólito de su grey tuvo la impresión de que las palabras del sujeto quedaron retumbando en el zaguán de su casa, como retumban y estallan las voces de esos fantasmas que lo acosaban y lo acosan desde lejos o e cerca todo el tiempo.
El eco del discurso interminable que había escuchado unos minutos antes parecía pegar en las paredes, en el piso en el techo y mezclarse con el aires denso del verano, ese eco doblemente intangible sutil inmanejable, parecía estimular y anular sus sentidos, su sensibilidad, sus emociones, entrar y salir de sus oídos.
Le resonaba todavía la locuacidad del porteño imparable, del ceremonioso, del obsecuente, del insoportable que lo visitó por los buenos oficios de un intermediario autorizado por él, solo por él portador de agenda propia, así funcionaba desde siempre, todavía le daba vueltas el campanudo piense señor Vera, tómese todo el tiempo que necesite para hacerlo, el tumba tumba por todos lados, le resonaba con la frase volveré dentro de dos días con un miembro de la comisión de asuntos carnestolendos para acordar y ultimar los detalles.
Piense, tumba, bajo costo retumba, y una buena caja, le atronaban esta y otras rimbombancias, buenas ganancias para usted, piense y tome una decisión.
Usted y su gente se divierten como todos los años, en esto no hay objeciones, la municipalidad se luce ante el gobernador haciendo coincidir las apretadas agendas de todos, y usted en especial gana con la modificación del horario seis interesantes millones, seis dijo seis, en seis días y seis noches, dijo seis como los días del carnaval grande y del carnaval chico, lo dijo porque él le dijo que lo dijera al mediador conocido como al pasar sugiriendo.
Nosotros ganamos por publicidad y propaganda y todos quedamos cubiertos de satisfacciones de fondos de chanzas y de acechanzas por un año más, cubiertos de qué cubiertos para qué, s preguntaba él como si no lo supiera y aturdido por el estruendo que como estelas dejaban las palabras, que retornaban una y otra vez, como las voces de los antepasados de sus antepasados de otros antepasados desconocidos para él pero conocidos por sus meticulosos antepasados.
Comprendo que el carnaval se hico siempre por la noche, y que eso es parte de la historia de su gente, pero que más da, imponemos que la aclamación se lleve a cabo unas horas antes para sacar más ganancias con la asistencia de turistas y la concurrencia de curiosos, y usted gana, gana la municipalidad y ganamos nosotros, piense y me contesta, todos sacaremos buenos dividendos si la ceremonia se realiza el domingo al mediodía, y retumba, retumba tumba un bombo en mi corazón, al tiempo presente, por estos días se acordaba de la canción que le gustaba de los legueros, y que entonaba mal cada vez que se aprestaba a reforzar la curda temprana.
Monday, April 25, 2011
la guerra sin mambrú VII
La guerra sin mambrú – VII
Después de aquello dejé de verlo por varios años, pero siempre me llegaban noticias sobre su devenir tumultuoso, los infiernos y los cielos se transportan con uno, es decir, iba pasando la etapas que en promedio todos pasábamos de la misma manera, o de distintas formas probablemente pero en el fondo iguales, pero complemento de ellas para él, había siempre una historia sobre la guerra, su propia guerra de victorias y derrotas de avances y retrocesos, sobre le desborde y la impertinencia ajenos y sobre sus reacciones impetuosas a veces y contenidas para no llevar a mayores los escándalos.
Cuando terminaba la universidad uno de los amigos comunes del chirivín y mío, apareció con el cuento que con alegría habían comprobado, que el cabezón con los años, boludo grande, había aprendido a controlar su carácter sanguíneo, lo que le sirvió en principio para decidir que su porvenir no estaba ni en los claustros de las casas de altos estudios ni en suntuosos gabinetes de diagnósticos científicos, alto o bajos estudios contaron que embromaba pensando en algunos de nuestros vagos compañeros que después tuvieron sus títulos.
Así que había abandonado en la mitad la carrera de medicina que había empezado en una ciudad que llamaban el jardín de la república, ciudad en la que por esos años había mucha guerrilla y milicos, guerrilla a la que la gente le escapaba milicos a los que la gente agradecía, así que abandonó y se fue a trabajar en el restauran de sus familiares.
Y contaron que en eso las cosas le marcharon, guerrilleros milicos y la gente come, sin nadie cerca que lo cargara demasiado, porque era uno de los patrones y fuera de los de su familia los demás eran todos laburantes rasos.
De ahí en adelante me llamó la atención que nadie hablara sobre sus enfrentamientos conocidos con motivo de sus desproporciones, lo que para mí que lo quería significaba, o que él había aprendido a convivir con los demás y las maracas en su físico como cualquiera, o que las trincheras o los frentes de combate de las contiendas habían cambiado, y esto último me preocupaba.
Por eso en la primera oportunidad que lo tuve a mano cuando ya habíamos pasado los treinta le pregunté de frente y sin mayores preámbulos, un mediodía que nos cruzamos en su negocio, y él me contestó que su vida se hizo diferente cuando se casó con la musa de algunos de sus sueños, pícaro el varón de muchas percantas por lo menos en sus sueños, y que de la unión habían nacido unos retoños a los que calificó de inquietos y ututos.
Toda esa información me dejó tranquilo hasta cierto punto, porque en medio de los comentario que nos hicimos también me dijo, que tenía una amante que como los niños aquellos que lo cargaron en los años de internado, lo cargaba bastante con lo de su famosa cabeza, pero que en este caso él se aguantaba en función de las afanosas y cuidadosas atenciones que recibía de parte de ella.
Un indicio de su vieja guerra pensé, y una parte de la conversación que no ampliamos, yo por no pecar de exagerado y creo que él de seguro y de soberbio con todas esas vueltas en su vida.
Ahora lo sé, tenía el engreimiento de un oriental y la displicencia de un boliviano.
Hace poco, cuando estaba por apagar la vela de los cuarenta, que es cuando ya no se pone una vela por cada año sino una vela que los representa a todos, en una pequeña reunión de familia, vino alguien con las últimas noticias del cabezón.
Relatando con agitación, que había terminado mezclado en un lío de polleras con dos amantes fuera de la mujer, amante oficial de cualquiera, casi una tontera me apresuré a opinar, que se resuelve con unas cuantas conversaciones, y dinero me corrigieron con dinero se hacen coincidir las ponencias, opiné interrumpiendo al otro que compaginó su discurso y compungido terminó diciéndome que era tarde para propuestas, que era tarde para todo, porque Sánchez y Sánchez se había lanzado al vacío desde una terraza a treinta metros de altura.
Quedé tan impactado, que lo primero que se me ocurrió pensar fue en la guerra, esa guerra, su guerra la que él tuvo todo el tiempo, con niños y adultos, con varones y mujeres, la misma guerra que seguirá para cualquiera, sin él ahora mientras hay niños mal educados e impiadosos, jóvenes e insolentes, y mujeres querendonas y pérfidas.
Después de aquello dejé de verlo por varios años, pero siempre me llegaban noticias sobre su devenir tumultuoso, los infiernos y los cielos se transportan con uno, es decir, iba pasando la etapas que en promedio todos pasábamos de la misma manera, o de distintas formas probablemente pero en el fondo iguales, pero complemento de ellas para él, había siempre una historia sobre la guerra, su propia guerra de victorias y derrotas de avances y retrocesos, sobre le desborde y la impertinencia ajenos y sobre sus reacciones impetuosas a veces y contenidas para no llevar a mayores los escándalos.
Cuando terminaba la universidad uno de los amigos comunes del chirivín y mío, apareció con el cuento que con alegría habían comprobado, que el cabezón con los años, boludo grande, había aprendido a controlar su carácter sanguíneo, lo que le sirvió en principio para decidir que su porvenir no estaba ni en los claustros de las casas de altos estudios ni en suntuosos gabinetes de diagnósticos científicos, alto o bajos estudios contaron que embromaba pensando en algunos de nuestros vagos compañeros que después tuvieron sus títulos.
Así que había abandonado en la mitad la carrera de medicina que había empezado en una ciudad que llamaban el jardín de la república, ciudad en la que por esos años había mucha guerrilla y milicos, guerrilla a la que la gente le escapaba milicos a los que la gente agradecía, así que abandonó y se fue a trabajar en el restauran de sus familiares.
Y contaron que en eso las cosas le marcharon, guerrilleros milicos y la gente come, sin nadie cerca que lo cargara demasiado, porque era uno de los patrones y fuera de los de su familia los demás eran todos laburantes rasos.
De ahí en adelante me llamó la atención que nadie hablara sobre sus enfrentamientos conocidos con motivo de sus desproporciones, lo que para mí que lo quería significaba, o que él había aprendido a convivir con los demás y las maracas en su físico como cualquiera, o que las trincheras o los frentes de combate de las contiendas habían cambiado, y esto último me preocupaba.
Por eso en la primera oportunidad que lo tuve a mano cuando ya habíamos pasado los treinta le pregunté de frente y sin mayores preámbulos, un mediodía que nos cruzamos en su negocio, y él me contestó que su vida se hizo diferente cuando se casó con la musa de algunos de sus sueños, pícaro el varón de muchas percantas por lo menos en sus sueños, y que de la unión habían nacido unos retoños a los que calificó de inquietos y ututos.
Toda esa información me dejó tranquilo hasta cierto punto, porque en medio de los comentario que nos hicimos también me dijo, que tenía una amante que como los niños aquellos que lo cargaron en los años de internado, lo cargaba bastante con lo de su famosa cabeza, pero que en este caso él se aguantaba en función de las afanosas y cuidadosas atenciones que recibía de parte de ella.
Un indicio de su vieja guerra pensé, y una parte de la conversación que no ampliamos, yo por no pecar de exagerado y creo que él de seguro y de soberbio con todas esas vueltas en su vida.
Ahora lo sé, tenía el engreimiento de un oriental y la displicencia de un boliviano.
Hace poco, cuando estaba por apagar la vela de los cuarenta, que es cuando ya no se pone una vela por cada año sino una vela que los representa a todos, en una pequeña reunión de familia, vino alguien con las últimas noticias del cabezón.
Relatando con agitación, que había terminado mezclado en un lío de polleras con dos amantes fuera de la mujer, amante oficial de cualquiera, casi una tontera me apresuré a opinar, que se resuelve con unas cuantas conversaciones, y dinero me corrigieron con dinero se hacen coincidir las ponencias, opiné interrumpiendo al otro que compaginó su discurso y compungido terminó diciéndome que era tarde para propuestas, que era tarde para todo, porque Sánchez y Sánchez se había lanzado al vacío desde una terraza a treinta metros de altura.
Quedé tan impactado, que lo primero que se me ocurrió pensar fue en la guerra, esa guerra, su guerra la que él tuvo todo el tiempo, con niños y adultos, con varones y mujeres, la misma guerra que seguirá para cualquiera, sin él ahora mientras hay niños mal educados e impiadosos, jóvenes e insolentes, y mujeres querendonas y pérfidas.
Sunday, April 24, 2011
la guerra sin mambrú - VI -
La guerra sin mambrú – V –
Lo encontré ya recuperado en la mejor clínica de la ciudad adonde lo había internado su madre, que siempre insistía que al rango social se lo compra con dinero, que el drama de no ser nadie en la sociedad no tiene que ver con que uno sea un cualquiera de nombre, que se llame Pérez o González, que la cuestión es directamente proporcional al dinero con que se cuente, más dinero más consideración social, más chupamedias, obsecuentes y séquitos para todo, desde comprar a rezar, desde vacaciones a ocupaciones, todo se facilita decía, que todos se compra con dinero y otras nimiedades, como por ejemplo pedir en la oficina correspondiente el registro doble de un apellido tan común como Sánchez, como el apellido suyo de soltera registrado como apellido doble en el registro civil de mala muerte de su pueblo.
Golpes de efecto los llamaba el cabezón cuando hablaba de estos temas u de su inefable madre, sin darle importancia y sin ocurrírsele contradecir a esa mujer que quería.
Cuando estuvimos juntos conversamos bastante, pero por sobre todo aquel encuentro sirvió, para que yo me diera cuenta que él ya había trazado alguna línea de conducta y marcado una posición con todos estos enredos de grescas comunes y repetidas, luego había acertado en esto pero, después lo supe, no en sus insistencias con las molestias que a él le causaban ni con sus exageraciones para escapar de sus prisiones mentales.
Me confirmó por enésima vez, de la enésimas conversaciones inconscientes o conscientes que tuvimos de chicos de adolescentes de más grandes, que no soportaba las trifulcas, o que en el mejor de los casos las soportaba cada vez menos, y últimamente menos que menos las que apuntaban directamente a su físico,, que lo mortificaban cada vez más y que los únicos que lo entendían eran sus amigos del chirivín chin chin, y que quería volver a su pueblo y que se lo dijo a su mamá y que ni ella ni nadie le daba bola.
Corrían los últimos días de ser jóvenes haciendo el último año del secundario, y los demás nos tenían como rebeldes sin causa que no participábamos en sus juegos más comunes, nos tenían de pensantes poco deportistas en una época en que pensar comenzó a ser malo sin que cayéramos en la cuenta, otros andaban en luchas que no nos interesaron, estudiantes diciendo que ser trabajador era ser de derecha trabajadores diciendo que ser estudiante era ser zurdo, luchas que no nos interesaron pero que más que rozar quemaron nuestras vidas.
Ahora lo sé, tenía la valentía de un nacido en el levante y la condescendencia de la copia boliviana del alguien del oriente.
Lo encontré ya recuperado en la mejor clínica de la ciudad adonde lo había internado su madre, que siempre insistía que al rango social se lo compra con dinero, que el drama de no ser nadie en la sociedad no tiene que ver con que uno sea un cualquiera de nombre, que se llame Pérez o González, que la cuestión es directamente proporcional al dinero con que se cuente, más dinero más consideración social, más chupamedias, obsecuentes y séquitos para todo, desde comprar a rezar, desde vacaciones a ocupaciones, todo se facilita decía, que todos se compra con dinero y otras nimiedades, como por ejemplo pedir en la oficina correspondiente el registro doble de un apellido tan común como Sánchez, como el apellido suyo de soltera registrado como apellido doble en el registro civil de mala muerte de su pueblo.
Golpes de efecto los llamaba el cabezón cuando hablaba de estos temas u de su inefable madre, sin darle importancia y sin ocurrírsele contradecir a esa mujer que quería.
Cuando estuvimos juntos conversamos bastante, pero por sobre todo aquel encuentro sirvió, para que yo me diera cuenta que él ya había trazado alguna línea de conducta y marcado una posición con todos estos enredos de grescas comunes y repetidas, luego había acertado en esto pero, después lo supe, no en sus insistencias con las molestias que a él le causaban ni con sus exageraciones para escapar de sus prisiones mentales.
Me confirmó por enésima vez, de la enésimas conversaciones inconscientes o conscientes que tuvimos de chicos de adolescentes de más grandes, que no soportaba las trifulcas, o que en el mejor de los casos las soportaba cada vez menos, y últimamente menos que menos las que apuntaban directamente a su físico,, que lo mortificaban cada vez más y que los únicos que lo entendían eran sus amigos del chirivín chin chin, y que quería volver a su pueblo y que se lo dijo a su mamá y que ni ella ni nadie le daba bola.
Corrían los últimos días de ser jóvenes haciendo el último año del secundario, y los demás nos tenían como rebeldes sin causa que no participábamos en sus juegos más comunes, nos tenían de pensantes poco deportistas en una época en que pensar comenzó a ser malo sin que cayéramos en la cuenta, otros andaban en luchas que no nos interesaron, estudiantes diciendo que ser trabajador era ser de derecha trabajadores diciendo que ser estudiante era ser zurdo, luchas que no nos interesaron pero que más que rozar quemaron nuestras vidas.
Ahora lo sé, tenía la valentía de un nacido en el levante y la condescendencia de la copia boliviana del alguien del oriente.
Saturday, April 23, 2011
la guerra sin mambrú - IV -
La guerra sin mambrú – IV –
Ahora que estoy diestro, o viejo quizás, en esto de ordenar episodios con prejuicios de por medio, me doy cuenta que con mi candidez o con mi zoncera le resté la importancia que tuvo al primer episodio serio que por el canal implacable infalible de los chismes me llegó del cabezón, y también que el otro motivo de la indiferencia momentánea puede haber sido la distancia lo cual reduce en algo mis cargos de conciencia que como si fueran un trash se van amontonando en indeseables y pasmosas pesadillas que se hacen más con el paso de los años, la distancia la tirada la larga sarta de la irreversibilidad del espacio, ya que cuando ocurrió hacía un par de años por cuestiones de caprichos no solamente propios y nostalgias no solamente propias que involucraban a mis padres, había dejado de concurrir al colegio y tomaba las clases de los primeros años del secundario en una escuela pública que se encontraba apenas a unas cuadras de casa.
El que se presentó con la noticia lo hizo en la tarde e un noviembre muy especial en sensaciones y percepciones de muchacho que irremediablemente crece, cuando llegó el mensajero hacía unos minutos que había saludado a mi padre con una efusión que por primera vez note distinta a la suya, inexpresivo al menos para el saludo como estaba comentando en un grupo de gente haber escuchado en la radio la noticia del asesinato de un personaje importante en un lugar que repetían se llamaba Dalas o lo que fuera, un lugar del que no tenía la menor idea, pero el momento fraguó para siempre en mi memoria como la noticia triste que el heraldo dejó de Pedro Sanchez y Sanchez.
Uno de los curas del internado lo había encontrado una madrugada y en un recodo de esos baños comunitarios que sirven para todos, con mucho afán y transpirando, ensañado en colocar un menjunje de corbatas atadas unas en otras, alrededor de su cuello con el extremo libre que quedara del otro anudado en el caño de la ducha.
Seguro un efecto más de las burlas de los pendejos de porquería pensé, como nunca dejó de llamarlos sobrepasando el recato natural que lo caracterizaba cuando hacía sus comentarios sobre los bandidos de nuestros compañeros y sobre las altas y bajas de sus recónditas emociones.
Un intento de homicidio dijo el que trajo la novedad y creí que exageraba.
Pero unos años después con motivo de un aviso parecido, descubrí que darle poca importancia a lo que decían de él y de sus tortuosas aventuras, era la disposición de una actitud cómoda y egoísta de mi parte, o cuando menos una rebuscada justificación por la falta de medios para pagar el viaje y estar cerca del amigo en los momentos en que necesitaba de los suyos, argumentos sin sustento y muy desconectados de la interpretación propia que, ingeniero astuto del egoísmos incorregibles, armé para convencerme que el cabezón por fin ya había puesto en práctica alguna argucia, para resolver su rol en la pugna infame de las degradaciones por las degradaciones mismas, del agravio por la humillación misma, por el menosprecio y la afrenta sin medir los resultados.
Pienso que si hubiera descifrado este acertijo a tiempo, propio egocéntrico de culpas relajos justificaciones, podría haber influido sobre él y al menos obligarlo a revisar, sus decisiones íntimas procesiones que cualquiera tienen pero que son más intensas o menos que las propias, decisiones intestinas que por su forma de ser estoy seguro las tomaba a cada rato sin conversarlas con nadie.
Así que cuando me llegó la información que se había seccionado las venas a la altura de las muñecas, luego de un lío cuyos detalles nunca entendí muy bien con dos maricones del internado, partí a verlo sin calcular gastos de viajes ni escuchar opiniones en contrario.
Continuará y si quieres continuar la historia para que luego la continuemos juntos espectacular.
Ahora que estoy diestro, o viejo quizás, en esto de ordenar episodios con prejuicios de por medio, me doy cuenta que con mi candidez o con mi zoncera le resté la importancia que tuvo al primer episodio serio que por el canal implacable infalible de los chismes me llegó del cabezón, y también que el otro motivo de la indiferencia momentánea puede haber sido la distancia lo cual reduce en algo mis cargos de conciencia que como si fueran un trash se van amontonando en indeseables y pasmosas pesadillas que se hacen más con el paso de los años, la distancia la tirada la larga sarta de la irreversibilidad del espacio, ya que cuando ocurrió hacía un par de años por cuestiones de caprichos no solamente propios y nostalgias no solamente propias que involucraban a mis padres, había dejado de concurrir al colegio y tomaba las clases de los primeros años del secundario en una escuela pública que se encontraba apenas a unas cuadras de casa.
El que se presentó con la noticia lo hizo en la tarde e un noviembre muy especial en sensaciones y percepciones de muchacho que irremediablemente crece, cuando llegó el mensajero hacía unos minutos que había saludado a mi padre con una efusión que por primera vez note distinta a la suya, inexpresivo al menos para el saludo como estaba comentando en un grupo de gente haber escuchado en la radio la noticia del asesinato de un personaje importante en un lugar que repetían se llamaba Dalas o lo que fuera, un lugar del que no tenía la menor idea, pero el momento fraguó para siempre en mi memoria como la noticia triste que el heraldo dejó de Pedro Sanchez y Sanchez.
Uno de los curas del internado lo había encontrado una madrugada y en un recodo de esos baños comunitarios que sirven para todos, con mucho afán y transpirando, ensañado en colocar un menjunje de corbatas atadas unas en otras, alrededor de su cuello con el extremo libre que quedara del otro anudado en el caño de la ducha.
Seguro un efecto más de las burlas de los pendejos de porquería pensé, como nunca dejó de llamarlos sobrepasando el recato natural que lo caracterizaba cuando hacía sus comentarios sobre los bandidos de nuestros compañeros y sobre las altas y bajas de sus recónditas emociones.
Un intento de homicidio dijo el que trajo la novedad y creí que exageraba.
Pero unos años después con motivo de un aviso parecido, descubrí que darle poca importancia a lo que decían de él y de sus tortuosas aventuras, era la disposición de una actitud cómoda y egoísta de mi parte, o cuando menos una rebuscada justificación por la falta de medios para pagar el viaje y estar cerca del amigo en los momentos en que necesitaba de los suyos, argumentos sin sustento y muy desconectados de la interpretación propia que, ingeniero astuto del egoísmos incorregibles, armé para convencerme que el cabezón por fin ya había puesto en práctica alguna argucia, para resolver su rol en la pugna infame de las degradaciones por las degradaciones mismas, del agravio por la humillación misma, por el menosprecio y la afrenta sin medir los resultados.
Pienso que si hubiera descifrado este acertijo a tiempo, propio egocéntrico de culpas relajos justificaciones, podría haber influido sobre él y al menos obligarlo a revisar, sus decisiones íntimas procesiones que cualquiera tienen pero que son más intensas o menos que las propias, decisiones intestinas que por su forma de ser estoy seguro las tomaba a cada rato sin conversarlas con nadie.
Así que cuando me llegó la información que se había seccionado las venas a la altura de las muñecas, luego de un lío cuyos detalles nunca entendí muy bien con dos maricones del internado, partí a verlo sin calcular gastos de viajes ni escuchar opiniones en contrario.
Continuará y si quieres continuar la historia para que luego la continuemos juntos espectacular.
Friday, April 22, 2011
la guerra sin mambrú - III -
La guerra sin mambrú – III –
La cabeza lo pintaba entero, y solamente por estar encima de sus hombros desencadenaba pasiones en la superficie de sus propios mambos y en el mambo de los otros, ella era el primer disparador del pecado original de sus ascendientes para ese estúpido grupo de imberbes con tiempo libre que fuimos sus amigos entonces, qué nos interesaría allá ni nunca si el evidente autor de esos genes que portaba no se había quedado cerca de él, además por ahí extrañaba esa figura del padre que a la mayoría de nosotros nos sacaba de apuros con tristezas y bajones, por esto y otros motivos con raíz parecida empezó a andar siempre solo, y se tuvo que acostumbrar a convivir con los parientes de la rama de su madre, desde que se acordaba decía que lo obligaron a recordar que no debía recordar nada de sus orígenes paternos y a preguntar lo menos posible del abolengo de su padre, con el argumento increíble que se trataba de asuntos de su pasado que no importaban para su porvenir.
Por una cabeza, entonaban los más grandes, ufanándose de haber detectado la letra de un tango que no les interesaba nada más que para cargarlo con insidias odiosas y exageradas.
Bromas cantadas, tarareos, apodos y refranes con referencia en su testa, aparecían como si los demás lo hubieran estado amasando como una masa pegajosa y consistente todo el día, como si la ocurrencia y la sorna coincidieran en el cenit de una lucidez de los otros que podí tranquilamente ser sospechada de poco seria, y caían sobre él con intensidad e intermitentes como caen las gotas de agua en una tormenta de verano.
La caspa como pochoclo, el edén de los piojos y el cabecita cabezudo, las distorsiones de a cabeza regalada no se le miran los pelos o los mismos piojos, o más vale cabeza en mano que cien volando, fueron palabras, frases agresivas que le produjeron marcas, lastimaduras invisibles aun hasta para él invisibles para siempre.
En un tiempo por esos tiempos de niños los amigos de su pueblo le pusieron un sobrenombre, llamándolo como el viejo o el eterno hombrecito del chirivín chirivín chin chin, aunque él y yo no nos diéramos cuenta en esos días, la demostración de genuina amistad y de preocupación que animaran a esos auténticos compinches, casi todos mayores que él, cuando lo pensaron y se lo largaron.
Para ellos sus reiteradas vueltas semestrales por el colegio eran un retorno a la guerra, a su guerra, a la propia guerra del cabezón, esa guerra a la que se va sin saber si se vuelve para pascua o navidad, en medio de la seguidilla de agravios repetidos y por parte de los otros y de sufrimiento para el cabezón, un guerra en la que entraba con su vuelta al colegio cada año, una contienda en la que debía defenderse con uñas y dientes y no lo hacía, oponer las resistencias verbales o pugilísticas que necesitara y no las oponía, solo o con quien fuera que ocasionalmente se anotara en su bando.
Guerra de escrúpulos tempranos para los demás, de resentimientos escondido y de origen incierto, de broncas por reflejo y de cuestionamientos incompletos, de maldades poco mensuradas y de indiferencias, de desprecios y omisiones y hostigamientos que nunca cesan.
Guerra de supervivencia en estados hostiles para él, de reacciones inoportunas por agresiones recibidas o transferidas a destiempo, de precauciones potenciadas por impotencias de reacciones atrasadas o a destiempo, un guerra en la que le costaba descubrir, rápidamente los puntos vulnerables de los que lo atacaban, cuando el de él era insoslayables innegable incuestionables evidente, su cabeza era como el resumen de sus flancos objetables, con ojos estirados de oriental y pelo rebelde de enervado y de sosegado de golpe igual que los de un coya del altiplano.
La cabeza lo pintaba entero, y solamente por estar encima de sus hombros desencadenaba pasiones en la superficie de sus propios mambos y en el mambo de los otros, ella era el primer disparador del pecado original de sus ascendientes para ese estúpido grupo de imberbes con tiempo libre que fuimos sus amigos entonces, qué nos interesaría allá ni nunca si el evidente autor de esos genes que portaba no se había quedado cerca de él, además por ahí extrañaba esa figura del padre que a la mayoría de nosotros nos sacaba de apuros con tristezas y bajones, por esto y otros motivos con raíz parecida empezó a andar siempre solo, y se tuvo que acostumbrar a convivir con los parientes de la rama de su madre, desde que se acordaba decía que lo obligaron a recordar que no debía recordar nada de sus orígenes paternos y a preguntar lo menos posible del abolengo de su padre, con el argumento increíble que se trataba de asuntos de su pasado que no importaban para su porvenir.
Por una cabeza, entonaban los más grandes, ufanándose de haber detectado la letra de un tango que no les interesaba nada más que para cargarlo con insidias odiosas y exageradas.
Bromas cantadas, tarareos, apodos y refranes con referencia en su testa, aparecían como si los demás lo hubieran estado amasando como una masa pegajosa y consistente todo el día, como si la ocurrencia y la sorna coincidieran en el cenit de una lucidez de los otros que podí tranquilamente ser sospechada de poco seria, y caían sobre él con intensidad e intermitentes como caen las gotas de agua en una tormenta de verano.
La caspa como pochoclo, el edén de los piojos y el cabecita cabezudo, las distorsiones de a cabeza regalada no se le miran los pelos o los mismos piojos, o más vale cabeza en mano que cien volando, fueron palabras, frases agresivas que le produjeron marcas, lastimaduras invisibles aun hasta para él invisibles para siempre.
En un tiempo por esos tiempos de niños los amigos de su pueblo le pusieron un sobrenombre, llamándolo como el viejo o el eterno hombrecito del chirivín chirivín chin chin, aunque él y yo no nos diéramos cuenta en esos días, la demostración de genuina amistad y de preocupación que animaran a esos auténticos compinches, casi todos mayores que él, cuando lo pensaron y se lo largaron.
Para ellos sus reiteradas vueltas semestrales por el colegio eran un retorno a la guerra, a su guerra, a la propia guerra del cabezón, esa guerra a la que se va sin saber si se vuelve para pascua o navidad, en medio de la seguidilla de agravios repetidos y por parte de los otros y de sufrimiento para el cabezón, un guerra en la que entraba con su vuelta al colegio cada año, una contienda en la que debía defenderse con uñas y dientes y no lo hacía, oponer las resistencias verbales o pugilísticas que necesitara y no las oponía, solo o con quien fuera que ocasionalmente se anotara en su bando.
Guerra de escrúpulos tempranos para los demás, de resentimientos escondido y de origen incierto, de broncas por reflejo y de cuestionamientos incompletos, de maldades poco mensuradas y de indiferencias, de desprecios y omisiones y hostigamientos que nunca cesan.
Guerra de supervivencia en estados hostiles para él, de reacciones inoportunas por agresiones recibidas o transferidas a destiempo, de precauciones potenciadas por impotencias de reacciones atrasadas o a destiempo, un guerra en la que le costaba descubrir, rápidamente los puntos vulnerables de los que lo atacaban, cuando el de él era insoslayables innegable incuestionables evidente, su cabeza era como el resumen de sus flancos objetables, con ojos estirados de oriental y pelo rebelde de enervado y de sosegado de golpe igual que los de un coya del altiplano.
Thursday, April 21, 2011
la guerra sin mambrú - II -
La guerra sin mambrú – II –
Era menudo y de extremidades muy cortas, aunque esto fuera lo que menos a él le interesara en aquella época de niños todavía, cuando apenas nos conocimos y apenas fuimos explorando nuestros mundos sin saber lo que es un amigo sin saber lo que es un enemigo, allá muy lejos de ahora allá por entonces cuando alguien le había dicho que se crece hasta los veinticinco años, así que siempre alardeaba sin que otros escucharan, con que había un tiempo más que suficiente para esperar que sus desarmonías comparadas con las de otros se corrigieran, me lo largó por primera vez una tarde que lo descubrí en un rincón lagrimeando con motivo del último acecho, acechan los acechados se burlan los que soportan burlas o los que suponen que serán burlados, por entonces lo herían los lances no los motivos de los lances.
Y como complemento de la bronca que le aparecía cuando lo sacaban de los equipos de competencia, cualquiera fuera el rótulo de la misma porque él se anotaba en todas, cualquier deporte gimnasia olimpíadas.
Si eran deportivas tenía la culpa de los errores presentes, pretéritos y futuros, por su tamaño o por sus tamaños que eran los que parecían empeñados en hacerle ver los malvados, por sus propias torpezas y rachas o lo que fuera, pagaba el pato de las equivocaciones propias y ajenas.
Si eran contiendas de ciencias igual, salvo las de matemáticas en las que se destacaba por encima de maldades críticas inmolaciones chismes, para la participación en ellas eso sí lo pedían por expreso descarte profesores y compañeros, se sacaban los pelos y todo lo que podían como el cuero para contarlo en el grupo, entonces el cabezón se desquitaba, manipulando para armar un grupo propio que sin dudarlo armaba con todos los más porros de los porros que había, entre los cuales nos contábamos algunos de sus amigos, un grupo donde convivían tipos como si fueran de la legión extranjera, aplazados exiliados bochados, no le importaban nuestras limitaciones, sus conocimientos de los números las disimulaban.
Era su forma en esos días de mitigar los exabruptos más frecuentes que las algarabías, que le llegaban en la parte del mundo adonde entonces le tocaba estar, teníamos solo doce años y estábamos en sexto grado y él sobresalía.
Ahora lo sé tenía la garra de un japonés y la saña de un tozudo, garfios que usaba de porfiado.
Era menudo y de extremidades muy cortas, aunque esto fuera lo que menos a él le interesara en aquella época de niños todavía, cuando apenas nos conocimos y apenas fuimos explorando nuestros mundos sin saber lo que es un amigo sin saber lo que es un enemigo, allá muy lejos de ahora allá por entonces cuando alguien le había dicho que se crece hasta los veinticinco años, así que siempre alardeaba sin que otros escucharan, con que había un tiempo más que suficiente para esperar que sus desarmonías comparadas con las de otros se corrigieran, me lo largó por primera vez una tarde que lo descubrí en un rincón lagrimeando con motivo del último acecho, acechan los acechados se burlan los que soportan burlas o los que suponen que serán burlados, por entonces lo herían los lances no los motivos de los lances.
Y como complemento de la bronca que le aparecía cuando lo sacaban de los equipos de competencia, cualquiera fuera el rótulo de la misma porque él se anotaba en todas, cualquier deporte gimnasia olimpíadas.
Si eran deportivas tenía la culpa de los errores presentes, pretéritos y futuros, por su tamaño o por sus tamaños que eran los que parecían empeñados en hacerle ver los malvados, por sus propias torpezas y rachas o lo que fuera, pagaba el pato de las equivocaciones propias y ajenas.
Si eran contiendas de ciencias igual, salvo las de matemáticas en las que se destacaba por encima de maldades críticas inmolaciones chismes, para la participación en ellas eso sí lo pedían por expreso descarte profesores y compañeros, se sacaban los pelos y todo lo que podían como el cuero para contarlo en el grupo, entonces el cabezón se desquitaba, manipulando para armar un grupo propio que sin dudarlo armaba con todos los más porros de los porros que había, entre los cuales nos contábamos algunos de sus amigos, un grupo donde convivían tipos como si fueran de la legión extranjera, aplazados exiliados bochados, no le importaban nuestras limitaciones, sus conocimientos de los números las disimulaban.
Era su forma en esos días de mitigar los exabruptos más frecuentes que las algarabías, que le llegaban en la parte del mundo adonde entonces le tocaba estar, teníamos solo doce años y estábamos en sexto grado y él sobresalía.
Ahora lo sé tenía la garra de un japonés y la saña de un tozudo, garfios que usaba de porfiado.
Wednesday, April 20, 2011
la guerra sin mabrú entre cronopios y famas desbordados
La guerra sin mambrú –I-
Ahora que vuelven a mí los recuerdos después de mucho tiempo, como mariposas intangibles que aletean en mi memoria, como larvas ingrávidas llenando espacios que probablemente se encuentren vacíos, ahora que me sucede eso supongo que tiene que haber sido algo así, en noches de sigilo y alguna vez un japonés puro debe haber andado mezclado con un par de coyas hembras para armar semejante lío con los genes, líos de genes mezclados informaciones genéticas, porque había más de un caso como el de él, sin que existieran lazos evidentes de parentesco en ese pueblo del altiplano argentino, cerca de la frontera con Bolivia, adonde sus padres comerciaron por años con docenas y docenas de artículos de menudencias y unturas afrodisíacas.
El cabezón tuvo la mala suerte de ser el producto de una de esas cruzas, una obra terminada y perfecta de esos amoríos naturales e inconfesables, los hay peores me decía tocando el tema cuando lo tocaba conmigo, recriminando mi interpretación de la mala suerte porque en definitiva tenemos el aspecto que tenemos, me dijo varias veces con razón porque después uno mismo se pregunta si hay formas perfectas y la respuesta es siempre la misma, no, no hay belleza o fealdad absolutas, en todo caso las hay relativas.
Pero fue un accidente que le causó muchos problemas en su vida, por adentro y por afuera, me dijo una de las últimas veces que nos cruzamos en la casa de comidas que administraban dos de sus hermanos en la tacita de plata cerca de un mojón del Trópico de Capricornio para este lado de Ladinoamérica donde la patrona es la virgencita de Luján.
Ahora, en la distancia insondable del tiempo empiezo a entenderlo, empiezo a caer en la cuenta que la mixtura salía a la luz con sus actitudes de irreverente y taimado, y se manifestaba de forma plena en cada centímetro de su físico desproporcionado, desafortunado según mi versión mezquina, descomedido y astuto era pero esas eran sus principales defensas.
Sus reacciones y aspecto hacían de eje repetido, de epicentro de las cargadas cada día de los que pasamos en el internado, escapándole al chapó que nos gritaba majaderos y nos castañeaba o nos retorcía las orejas, en el Colegio Belgrano del cura Jimeno que oficiaba de ayudante y de chismoso, lugar según él mismo lo decía, donde lo puso su padrastro apenas tuvo la posibilidad de pagar gastos y cuotas, y además porque estaba harto de ver que su madre lo mimaba más que a sus hermanastros, su menjunje propios de astros ya cuando fuimos adultos sin habernos dado cuenta del transcurrir del tiempo.
Por entonces, en ese espacio y en ese tiempo, en que hacíamos de estudiantes vagos y desprolijos, las bromas le dolían y un apodo nuevo, un lance una bufa por parte de los otros, se plasmaban de la misma manera en que llegaban a su alma, espontáneas intensas burdas, se incrustaban como punciones impecables implacables y precisas que le desalentaban en cada una de las ocasiones de andar con las actividades que al cabezón le encantaban y que eran todas.
Después se recuperaba.
Ahora lo sé tenía la iniciativa de un nipón y la mala racha de un ladino, ¿o de un latino?
CONTINUARA, Y SI QUERËS CONTINUARLA PARA QUE YO LA CONTINUE MEJOR.
Ahora que vuelven a mí los recuerdos después de mucho tiempo, como mariposas intangibles que aletean en mi memoria, como larvas ingrávidas llenando espacios que probablemente se encuentren vacíos, ahora que me sucede eso supongo que tiene que haber sido algo así, en noches de sigilo y alguna vez un japonés puro debe haber andado mezclado con un par de coyas hembras para armar semejante lío con los genes, líos de genes mezclados informaciones genéticas, porque había más de un caso como el de él, sin que existieran lazos evidentes de parentesco en ese pueblo del altiplano argentino, cerca de la frontera con Bolivia, adonde sus padres comerciaron por años con docenas y docenas de artículos de menudencias y unturas afrodisíacas.
El cabezón tuvo la mala suerte de ser el producto de una de esas cruzas, una obra terminada y perfecta de esos amoríos naturales e inconfesables, los hay peores me decía tocando el tema cuando lo tocaba conmigo, recriminando mi interpretación de la mala suerte porque en definitiva tenemos el aspecto que tenemos, me dijo varias veces con razón porque después uno mismo se pregunta si hay formas perfectas y la respuesta es siempre la misma, no, no hay belleza o fealdad absolutas, en todo caso las hay relativas.
Pero fue un accidente que le causó muchos problemas en su vida, por adentro y por afuera, me dijo una de las últimas veces que nos cruzamos en la casa de comidas que administraban dos de sus hermanos en la tacita de plata cerca de un mojón del Trópico de Capricornio para este lado de Ladinoamérica donde la patrona es la virgencita de Luján.
Ahora, en la distancia insondable del tiempo empiezo a entenderlo, empiezo a caer en la cuenta que la mixtura salía a la luz con sus actitudes de irreverente y taimado, y se manifestaba de forma plena en cada centímetro de su físico desproporcionado, desafortunado según mi versión mezquina, descomedido y astuto era pero esas eran sus principales defensas.
Sus reacciones y aspecto hacían de eje repetido, de epicentro de las cargadas cada día de los que pasamos en el internado, escapándole al chapó que nos gritaba majaderos y nos castañeaba o nos retorcía las orejas, en el Colegio Belgrano del cura Jimeno que oficiaba de ayudante y de chismoso, lugar según él mismo lo decía, donde lo puso su padrastro apenas tuvo la posibilidad de pagar gastos y cuotas, y además porque estaba harto de ver que su madre lo mimaba más que a sus hermanastros, su menjunje propios de astros ya cuando fuimos adultos sin habernos dado cuenta del transcurrir del tiempo.
Por entonces, en ese espacio y en ese tiempo, en que hacíamos de estudiantes vagos y desprolijos, las bromas le dolían y un apodo nuevo, un lance una bufa por parte de los otros, se plasmaban de la misma manera en que llegaban a su alma, espontáneas intensas burdas, se incrustaban como punciones impecables implacables y precisas que le desalentaban en cada una de las ocasiones de andar con las actividades que al cabezón le encantaban y que eran todas.
Después se recuperaba.
Ahora lo sé tenía la iniciativa de un nipón y la mala racha de un ladino, ¿o de un latino?
CONTINUARA, Y SI QUERËS CONTINUARLA PARA QUE YO LA CONTINUE MEJOR.
Tuesday, April 19, 2011
cronopios y famas que viven colonizados y negándolo
Los planes condoritos porque existen los condorcitos.
Por allá no sé, ellos hacen la suya y estarán encantados con tanto nivel de fragmentación social que mostramos, pobres contra pobres, mediocres contra mediocres, todos peleados, todos pelados, ellos proponen y nosotros disponemos, siempre hacemos lo que nos inducen a hacerlo y no lo que nosotros creemos que debemos hacerlo, siempre hacemos de femenino antes que de masculino.
Por acá si se, cuando por las radios y televisores se difundió por enésima vez el comunicado número uno, miles de supuestos patriotas salieron a las calles esa madrugada de ese veinticuatro de marzo para celebrar que por fin el brujo y la prostituta de lujo dejarían de ser, henchidos de euforia los patriotas apócrifos plenos y preñados los pundonorosos quiméricos, perecía como que si a nadie entre esos supuestos patriotas le hubiera interesado algo de todo lo que en ese mismo preciso momento se estaba destruyendo con la idea de la seguridad nacional, presuntos patriotas que abuchearon lo mismo que antes aplaudieron en una espeluznante simetría que nunca termina de resolverse probablemente porque nunca se resuelve como debe resolverse.
Por allá no sé, ellos hacen la suya y estarán encantados con tanto nivel de fragmentación social que mostramos, indigentes contra indigentes, vulgares contra vulgares, todos peleados, todos pelados, ellos proponen y nosotros disponemos, siempre hacemos de femenino antes que de masculino.
Por acá si se, cuando por las radios y televisores se difunden por enésima vez los discursos en la cadena nacional los soflamas vacíos e incoherentes los sofismas con la propaganda obvia del gobierno de cualquier gobierno porque todos hacen lo mismo, miles de fingidos patriotas salen a las calles cualquier madrugada de cualquier veinticuatro de cualquier mes para celebrar que por fin por ahora ella seguirá siendo, henchidos de euforia los devotos simuladores cuajados y atiborrados los susceptibles legendarios, perece como que si a nadie entre estos condicionales y leales les interesara algo de todo lo que en este mismo preciso momento se está destruyendo, siempre hacemos lo que nos inducen a hacerlo y no lo que nosotros pensamos que debemos hacerlo, patriotas que son exactamente los mismos que aplaudieron lo mismo que ahora abuchean, perece como que si a nadie entre estos supuestos patriotas le interesara algo de todo lo que se está destruyendo con la idea de la confrontación y desde la carta abierta con toques gramscianos marcianos laclaunianos, la carta se copió en París.
Por allá no sé, ellos hacen la suya y estarán encantados con tanto nivel de fragmentación social que mostramos, pobres contra pobres, mediocres contra mediocres, todos peleados, todos pelados, ellos proponen y nosotros disponemos, siempre hacemos lo que nos inducen a hacerlo y no lo que nosotros creemos que debemos hacerlo, siempre hacemos de femenino antes que de masculino.
Por acá si se, cuando por las radios y televisores se difundió por enésima vez el comunicado número uno, miles de supuestos patriotas salieron a las calles esa madrugada de ese veinticuatro de marzo para celebrar que por fin el brujo y la prostituta de lujo dejarían de ser, henchidos de euforia los patriotas apócrifos plenos y preñados los pundonorosos quiméricos, perecía como que si a nadie entre esos supuestos patriotas le hubiera interesado algo de todo lo que en ese mismo preciso momento se estaba destruyendo con la idea de la seguridad nacional, presuntos patriotas que abuchearon lo mismo que antes aplaudieron en una espeluznante simetría que nunca termina de resolverse probablemente porque nunca se resuelve como debe resolverse.
Por allá no sé, ellos hacen la suya y estarán encantados con tanto nivel de fragmentación social que mostramos, indigentes contra indigentes, vulgares contra vulgares, todos peleados, todos pelados, ellos proponen y nosotros disponemos, siempre hacemos de femenino antes que de masculino.
Por acá si se, cuando por las radios y televisores se difunden por enésima vez los discursos en la cadena nacional los soflamas vacíos e incoherentes los sofismas con la propaganda obvia del gobierno de cualquier gobierno porque todos hacen lo mismo, miles de fingidos patriotas salen a las calles cualquier madrugada de cualquier veinticuatro de cualquier mes para celebrar que por fin por ahora ella seguirá siendo, henchidos de euforia los devotos simuladores cuajados y atiborrados los susceptibles legendarios, perece como que si a nadie entre estos condicionales y leales les interesara algo de todo lo que en este mismo preciso momento se está destruyendo, siempre hacemos lo que nos inducen a hacerlo y no lo que nosotros pensamos que debemos hacerlo, patriotas que son exactamente los mismos que aplaudieron lo mismo que ahora abuchean, perece como que si a nadie entre estos supuestos patriotas le interesara algo de todo lo que se está destruyendo con la idea de la confrontación y desde la carta abierta con toques gramscianos marcianos laclaunianos, la carta se copió en París.
Monday, April 18, 2011
cronopios que se parecen a los famas que son diferentes que se parecen a los cronopios
Cronopios y famas uniformados que en definitiva son diferentes.
Al cabo fuimos diferentes, pero hubo cuestiones en las que estuvimos muy uniformados.
El control del inventario que hizo el cura Isidro fue el mismo para mí que para mi entrañable amigo el cabezón Sánchez y Sánchez: dos pantalones gris claro uno para uso diario y otro para el uniforme, dos camisas blancas, corbata roja con el logo del colegio, saco azul con botones dorados, un pulóver azul, media docena de medias calzones y camisetas, equipo de gimnasia, pantalón blanco y remera en el verano, buzos azules para el invierno, toalla grande toalla chica y una bolsa de lona blanca para juntar la ropa sucia para el lavado el fin de semana.
Aunque tuvimos ambos lo mismo y lo usamos diferente, el porfiado aprovechó cualquier oportunidad para andar más con ropa de fajina que de uniforme, y disfrutó de los deportes y de lo que se hiciera al aire libre y de todo el tiempo que se la pasó adentro, parecía que lo hubieran abandonado y los demás comenzaron a cargarlo diciéndole mambrú, como diciéndole que estaba en una guerra sin saber nada de su regreso, no sé cuando vendrá no sé cuando vendrá le cantaban en medio de un partido y a él le molestaba, me lo contaba en cada rato que compartimos del tiempo libre porque yo polémico andaba en otras prestezas diferentes, poco deporte mucho de andar sin saber lo que quería con tristezas mascullando palabras que nunca diría, pero ese era el punto donde pudimos hacernos amigos, él para eludir la tristeza transpiraba yo para evitar lo mismo ronroneaba, de tan diferentes en eso nos igualamos. Como si fuéramos dos Mambrú iguales con guerras diferentes. O dos Mambrú diferentes con guerras iguales.
Al cabo fuimos diferentes, pero hubo cuestiones en las que estuvimos muy uniformados.
El control del inventario que hizo el cura Isidro fue el mismo para mí que para mi entrañable amigo el cabezón Sánchez y Sánchez: dos pantalones gris claro uno para uso diario y otro para el uniforme, dos camisas blancas, corbata roja con el logo del colegio, saco azul con botones dorados, un pulóver azul, media docena de medias calzones y camisetas, equipo de gimnasia, pantalón blanco y remera en el verano, buzos azules para el invierno, toalla grande toalla chica y una bolsa de lona blanca para juntar la ropa sucia para el lavado el fin de semana.
Aunque tuvimos ambos lo mismo y lo usamos diferente, el porfiado aprovechó cualquier oportunidad para andar más con ropa de fajina que de uniforme, y disfrutó de los deportes y de lo que se hiciera al aire libre y de todo el tiempo que se la pasó adentro, parecía que lo hubieran abandonado y los demás comenzaron a cargarlo diciéndole mambrú, como diciéndole que estaba en una guerra sin saber nada de su regreso, no sé cuando vendrá no sé cuando vendrá le cantaban en medio de un partido y a él le molestaba, me lo contaba en cada rato que compartimos del tiempo libre porque yo polémico andaba en otras prestezas diferentes, poco deporte mucho de andar sin saber lo que quería con tristezas mascullando palabras que nunca diría, pero ese era el punto donde pudimos hacernos amigos, él para eludir la tristeza transpiraba yo para evitar lo mismo ronroneaba, de tan diferentes en eso nos igualamos. Como si fuéramos dos Mambrú iguales con guerras diferentes. O dos Mambrú diferentes con guerras iguales.
Sunday, April 17, 2011
cronopios y famas mandones, mandados y mandantes
Cadenas de mandos entre cronopios y famas encerrados, encerronas.
Mucho después que el cura Jimeno apagaba las luces en el pabellón del dormitorio el niño se dormía.
No le era fácil conciliar el sueño, de un día para otro los padres le explicaron que debía terminar sexto grado en el internado del Colegio Belgrano y el, obediente maleable parsimonioso dócil, como siempre no había puesto reparos aunque se quedara con varias preguntas sin respuestas, no era fácil acomodarse en aquella cama estándar con sábanas estándar y almohada apelmazada y delgada igual para todos, cerrar los ojos y entrar en dulces sueños las siguientes nueve horas, porque la rutina rígida estaba establecida para todos, el cura Jimeno apagaba las luces a las nueve de la noche el cura Jimeno encendía las luces a las seis de la mañana.
Y esa pequeña gran odisea de no poder dormir no era solamente del niño, sino también de cada uno de los doscientos internos, es que cada vez que el cura apagaba las luces unas actividades diferentes a las comunes comenzaban y cuando él prendía las luces esas actividades cesaban, ir hasta el baño, avisar de dolores de estómago o la cabeza, lanzar al aire murmullos tristes o alegres, o andar con mariconeadas y toqueteos en los baños comunes que, como si se tratara de linternas gigantes alumbrando el cielorraso como si fuera un mural con dibujos de círculos y cuadrados, se iluminaban en partes durante toda la noche, diligencias de las que el cura sabía escuchaba entonces de los demás, el niño que además no entendía de qué se trataba.
Sabía, eso sí, que su mamá le había conminado que los varones ni tocan ni se dejan tocar por lo varones menos donde él ya sabía, ni adelante que es lo de lo varoncitos ni atrás como si fuera lo de las niñas, y sabía que él más que dormirse cuando comenzaba alguna de esas largas noches se despertaba, aunque se quedara inmóvil con los ojos cerrados y apretados, en posición fetal y como rezando, de hecho a veces le pedía favores a su ángel de la guarda, y se quedaba escuchando lo ruidos que comenzaban cuando el capellán apagaba las luces y acababan cuando el abate en la mañana las prendía.
Y no quiso saber nunca, eso sí que no, eso se confundía con esas negras recomendaciones de su madre, incluso mucho después de haber salido del colegio, saber lo que todos sabían y nadie le contara como se cuentan las cosas para saberlas, que en esos días había dos pares de maricones entre ellos, que el cura Jimeno sabía y que también lo sabía el cura Isidro que controlaba al cura Jimeno, y que los más malignos de los chicos decían que los más grandes se prestaban a la joda con el cura.
Cualquiera fuera la historia, lo cierto es que mucho después que el cura Jimeno apagaba las luces en el pabellón del dormitorio el niño se dormía.
Mucho después que el cura Jimeno apagaba las luces en el pabellón del dormitorio el niño se dormía.
No le era fácil conciliar el sueño, de un día para otro los padres le explicaron que debía terminar sexto grado en el internado del Colegio Belgrano y el, obediente maleable parsimonioso dócil, como siempre no había puesto reparos aunque se quedara con varias preguntas sin respuestas, no era fácil acomodarse en aquella cama estándar con sábanas estándar y almohada apelmazada y delgada igual para todos, cerrar los ojos y entrar en dulces sueños las siguientes nueve horas, porque la rutina rígida estaba establecida para todos, el cura Jimeno apagaba las luces a las nueve de la noche el cura Jimeno encendía las luces a las seis de la mañana.
Y esa pequeña gran odisea de no poder dormir no era solamente del niño, sino también de cada uno de los doscientos internos, es que cada vez que el cura apagaba las luces unas actividades diferentes a las comunes comenzaban y cuando él prendía las luces esas actividades cesaban, ir hasta el baño, avisar de dolores de estómago o la cabeza, lanzar al aire murmullos tristes o alegres, o andar con mariconeadas y toqueteos en los baños comunes que, como si se tratara de linternas gigantes alumbrando el cielorraso como si fuera un mural con dibujos de círculos y cuadrados, se iluminaban en partes durante toda la noche, diligencias de las que el cura sabía escuchaba entonces de los demás, el niño que además no entendía de qué se trataba.
Sabía, eso sí, que su mamá le había conminado que los varones ni tocan ni se dejan tocar por lo varones menos donde él ya sabía, ni adelante que es lo de lo varoncitos ni atrás como si fuera lo de las niñas, y sabía que él más que dormirse cuando comenzaba alguna de esas largas noches se despertaba, aunque se quedara inmóvil con los ojos cerrados y apretados, en posición fetal y como rezando, de hecho a veces le pedía favores a su ángel de la guarda, y se quedaba escuchando lo ruidos que comenzaban cuando el capellán apagaba las luces y acababan cuando el abate en la mañana las prendía.
Y no quiso saber nunca, eso sí que no, eso se confundía con esas negras recomendaciones de su madre, incluso mucho después de haber salido del colegio, saber lo que todos sabían y nadie le contara como se cuentan las cosas para saberlas, que en esos días había dos pares de maricones entre ellos, que el cura Jimeno sabía y que también lo sabía el cura Isidro que controlaba al cura Jimeno, y que los más malignos de los chicos decían que los más grandes se prestaban a la joda con el cura.
Cualquiera fuera la historia, lo cierto es que mucho después que el cura Jimeno apagaba las luces en el pabellón del dormitorio el niño se dormía.
Saturday, April 16, 2011
última chance de entender las incoherencias de cronopios y famas que andan en lo mismo a pesar de ser tan diferentes, III
Lecciones para llegar, III - fin
El guanaco era un grosero en forma permanente vivía enfrentado con los demás y andaba siempre con una actitud de escupir en la cara a quien sea cuando sea y cuando no quería ser tan agresivo lo menos que hacía era abundar en gestos de asco para todo, era súper malo para algunos perseguidos que no entendían que con el nuevo gobierno llegaban los tiempos de cambio de demostrar que ellos cambiarían de cambiar todo para que nada cambie, a buen entendedor pocas palabras por ahí decía el guanaco que era un guanaco, indulgente bueno en la boca de otros más pícaros que le seguían la corriente y le daban la razón esos que inventaban y usaban la palabra sijefecito diariamente entonces nunca tenían problemas con él así ellos hicieran o pensaran distinto así lo odiaran y lo maldijeran en lo más profundo de su hartazgo, ese era su sobrenombre mal o bien usado y guanaquitos el nombre lugareño del predio toda una casualidad aunque el diminutivo señalara algún recuerdo de tiempos mejores para algún baqueano nostálgico recorriendo todavía esas tierras, a él de frente no se animaba a nombrarlo así de esa manera nadie para los otros era el doctor fulano de tal, al lugar lo conocía y por lo tanto lo nombraba todo el mundo los que planeaban.
Los fines de semana los que organizaban pescas nocturnas, comparado este con los otros temas que llevaba era como si tuviera un juguete en sus manos un entretenimiento de esos, jugando y trabajando con lo del malecón de guanaquitos todo un tapado para los demás y evidente para él y para su amigo desde que decidieron tenerlo como su cable a tierra el lugar donde podían estar desde un jueves al domingo sin tener siquiera que comprar provisiones con luz agua potable y gas en invierno y verano, el lugar en donde antes que llegaran él y el camaleón se hacían reuniones en las que se daban concesiones para pagar favores y cubrir prebendas de campañas y se financiaban negocios turbios en otros gobiernos en otras épocas, cuando él se ocupaba nadie podía esbozar una opinión decir esto o aquello que eso estaba más que bien, o que lo estaban haciendo mal como antes o bien como lo que estaban haciendo ellos con el argumento que recuperaban esa residencia para el gobierno su gobierno el gobierno de la gente el gobierno del pueblo, el mismo gobierno elegido con la voz maravillosa del pueblo que cautivaba al general el vulgo que podía usar según ellos mismos lo decían ese feudo para alojar contingentes de niños de estudiantes de jubilados y una larga lista de turistas de todas las especies y al final de cuentas virtuales porque nunca llegaban ni los aventureros ni la diversión porque ellos usaban la heredad como si la tuvieran por mandato de los que estaban arriba, diciendo blanco y haciendo negro si total a los jefes les llegaba lo que decían nunca lo que hacían en nombre de lo cual ellos le seguían agregando al páramo dependencias con dormitorios comedores y baños de primera asador y horno de barro porque comer que era para ellos tan importante como fregarse unas locas, no había que ser muy leído, decían se decían.
Para tener una primera idea de todo ese menjurje para la fajina de desnacionalizar desmontando lo que había que desmontar de esa fanfarria que ni el que inventó eso del monstruo grande que pisa fuerte se imaginó cómo era en realidad, pero había que ser muy macho para sacar al estado de ese antipático lento y redundante universo de burocracia y poder de poder y burocracia de burocracia y dedocracia de dedocracia y democracia de democracia y autocracia de autocracia y nepotismo dependía, había que saberlo de antemano para saber operar era su indicación favorita a sus subordinados.
Cuando al otro de ellos le tocó y lo entrevistó el ministro el camaleón igual que el guanaco en su turno le dijo que sí que cómo no que él respondía para lo que ordenaran los que ordenaban lo que ordenaron y lo que ordenarán porque el estaba acostumbrado a que lo mandaran y a estar siempre con los que mandaban no lo decía y hacía como que ni lo pensaba pero se cuidaba así la cintura y bailaba en el difícil baile de la política, como ahora nomás, le comentaba se comentaban se glosaban entretenidos, que venía de dos cambios de gobierno que él en realidad y sin decirlo agradecía que esos cambios se dieran entre gente del mismo palo decía y de la misma línea dentro del mismo partido que tenía varias líneas que iban de la derecha a la izquierda como si no fueran veredas diferentes como para andarlas juntando decía, que eso de tener cintura era importante igual que el trabajo en equipo.
Porque si él hacía lo que otros necesitaban para mantenerse en los puestos por los que pasaba le renovaban el contrato una y otra vez entre una administración y otra nada más que con tocar los contactos adecuados, le dijo que sí que sí conocía los secretos en eso de la reforma del estado y le dijo que además lo había estudiado en una de las últimas materias en la uni y para probar la réplica le dijo que se había enterado de un postgrado justo sobre el tema como para anotarse y que por lo tanto él podía ayudar y ayudar bien llevando adelante lo que viniera como órdenes de arriba, de cambiar el estado del estado de fofo hacerlo compacto eficiente, en cataratas bajaban los mandatos de arriba para liberar a los organismos de la administración pública del avasallamiento de los vagos empleados públicos que vivían despreciando su trabajo y cambiarlo por el alto desempeño de tipos en competencia permanente, él podía fácil secundar diciendo de cómo debía ser eso de romper las cadenas, eso de ocuparse de las plétoras de las estructuras, le decía se decían probando el coloquio académico rebuscado y doctoral, destruir las fachadas que se veían de los recursos humanos de cualquier gobierno.
Que protegían a los trabajadores baladíes y holgazanes que nunca atendían los asuntos que les correspondían nunca una buena cara ni un gesto de cordialidad y apañados por el gremio, celosos custodios de la quinta propia en sus puestos con sindicalistas incluidos todos corruptos los que andaban, que si atendían a la gente en el mostrador se demoraban a propósito y disimulaban como sus mismos jefes que ocultaban los defectos propios y de los que trabajaban con ellos para que nadie por asociación fuera a pensar en nada de lacras ni propias ni ajenas ni extendidas, como también ellos las tenían como las tenían otros y otros que andaban con esos deterioros, él podía ayudar a rescatar a las organizaciones que se armaban para tapar desalientos frustraciones y bajos rendimientos, cambiar todo eso, eso le pidieron desmantelar lo que se pudiera entregarlo a quien se mostrara interesado en arriesgar con dinero propio para poner en movimiento algo que según lo que decían no podía hacer andar el estado, no en un manchancho de responsabilidades como habían estado los otros siempre los otros, nunca hablando de estos temas y buscando los culpables de los dramas y las malarias le salía un nosotros.
Cuando el camaleón tomaba las decisiones las tomaba con parsimonia y naturalidad y estaba convencido que las cosas terminaban como terminaban porque quienes las llevaban no cuidaban de pequeños detalles como la licencia anterior de guanaquitos que terminó en medio de favores intereses encontrados en medio de acusaciones cruzadas acuerdos espurios prebendas gansadas oportunismo y guaseadas lo que hacía necesario poner atención a los propios detalles que en realidad y según lo que él mismo estaba convencido eran menores comparados a los de otros, y en el juicio haciendo un inventario de funciones de tipos de recursos de ventiladores de cajas fuertes de escritorios de mates y termos para el agua de los infinitos mates dulces, o amargos más o menos que se tomaban los empleados viejos, sacaba que se comportaban así porque eran viejos y sin ser la excepción los nuevos porque eran nuevos en infinitas horas de infinitas explicaciones de encubierta sobriedad, haciendo un inventario de lo disponible para entregarlo después a unos fulanos que podrían hacer lo que quisieran siempre y cuando no le pidieran plata al gobierno ni estuvieran esperando los llamados a licitaciones oficiales o concursos de precios.
Para todo eso a él le encomendaban mirar áreas y lugares enteros de una administración pública que no daba para más lo facultaban a convertir si se podía o más bien si se creía en iniciativa privada cada rincón de esa gris administración pública que iba a depender de ellos por un tiempo reemplazando gente cambiándola de lugar o echándola tratándola como si fueran los mismos viejos y destartalados muebles de las docenas de oficinas que debía arrasar y armar de nuevo reformando, otra palabra que entendió él y lo hacía entender a su amigo al pié de la letra, cómo no entender eso le repetía le decía se decían por ahí olvidándose de la investidura que al ministro no le interesaba que él la respetara si en realidad eran amigos de los asados que organizaban juntos de las comilonas que estremecían a sus compañeros de trabajo y de los chupes y de las jodas más pesadas en las que se juntaban sin diferencias y aunque terminaran como dementes encanutados con dos o tres locas o desparramados y durmiendo la mona sobre vómitos anónimos como en guanaquitos unas cuantas veces después que acondicionaban la vivienda con ajuares de primera cubiertos de plata y platos de porcelana que demostraban a los visitantes que ellos eran funcionarios y no eran unos otarios, cómo no entender le decía se decía se decían eso de transformar las estructuras íntegras de un estado que no le servía como debía servir al pueblo ese pueblo que pagaba puntualmente sus impuestos y sus contribuciones y lo menos que se merecía era un gobierno que le respondiera a sus intereses con sus sueños con sus esperanzas ilusiones que cada vez se estiraban más como si fueran chicles como la plata con todo aumento de precios y se reducían o quedaban en la nada cuando a las mismas esperanzas se las bajaba a tierra transformadas en largas esperas.
De que alguna vez se cumplieran sueños de casi toda la vida que si no fuera por esas fantasías sería duro bancarse la locura en un país de lunáticos y despistados, como para él mancarse de todo el estrés de su laburo sin horas de descanso en pantagruélicas y libidinosas jornadas que le organizaba el contador que trabajaba con él y su amigo y los ayudaba a esconder sus cositas sucias sus errores en largos e indescifrables balances o en intrincados flujos de fondos, privatizar era la tarea más importante que le había tocado pero también reformar lo que venía de otras gestiones que por definición eran pésimas gestiones en un país como éste donde siempre es pésimo lo que hacen los otros y es muy bueno lo que hace uno en un país de memoria recortada por anónimos irresponsables que se cagan en la historia y en la salud mental de las nuevas generaciones, hombres de gobiernos anteriores que no advirtieron o no se atrevieron a catalogar que las dos tareas esas eran una forma de aceptar de antemano que era como un parto de culo el trabajo, él no se atrevía a decirle así al ingeniero.
Al que le encantaban las frases ocurrentes y groseras y recitar el Martín Fierro, de las privatizaciones y la reforma importantes términos que bajaban de los organismos internacionales para todos con el nombre de un consenso que venía así sin disenso de Washington pero que firmaron todos los excelsos representantes de los países del patio trasero como le llamaban despectivamente a nuestra querida América ladina antes que latina él decía lo decía cuando podía y se figuraba que le decía, privatizar o reformar con una cuenta que no pasaba de cuatro empresas del estado para armar como empresas privadas y que no pasaba de echar a unos tres mil empleados aunque no decidieran mudanzas de caparazón y de cerebro porque había que poner ideas para ir explicando al pueblo a la gente y a los idiotas lo inexplicable.
Que lo llamaran camaleón no era una casualidad teniendo en cuenta una larga historia que venía desde el abuelo un distinguido conservador y oreja que en la década del cuarenta peleaba en contra de la democracia pasaba por el padre que enganchó con los radicales y unos cuantos más llegaba a él que había comenzado con los unos que decían eran del MID pero eran en realidad radicales renegados y hacía rato que andaba con los perucas.
Cuando el guanaco decidió encararla le metió para adelante, era para muchos una bosta que apestaba en cada uno de los lugares en los que andaba un tipejo que abusaba con las actitudes despóticas y se pasaba de revoluciones con las exigencias a la gente que le colaboraba incluidos los obsecuentes, pero para su amigo nunca una agachada como decía recordando a sus compañeros de la franja, cómo no habría de ir bien se ufanaba el guanaco en sus cualidades a pesar de no haber sido un alumno brillante para el promedio lo era con sus decisiones, cómo no habrá de ir bien repetía cuando estaba con su amigo y trataba de hacerlo participar a su entrañable el camaleón que cambiaba de colores según la ocasión decían, se burlaban se reían disimulaban sus más inconstantes enemigos cómo no habría de ir de parabienes, en la liza de la destrucción del centenario ferrocarril que con eso no había que sentir compasiones ni tener contemplaciones con nadie porque estaba desde hace mucho regenteado por vagos e incompetentes, hasta había soñado que había que destruirlo como si fueran partes de un mecano inmenso para armar en un juego de mayores macabro, porque estaban quedando territorios fantasmas en los galpones de Tafí Viejo o en los tinglados de Haedo, cómo no había de ser interesante si además de gente había cajas fuertes en las estaciones o en las divisionales arcones en los que más de uno ya había metido las manos anteriormente tomando decisiones que siempre eran pendulares en el sentido que se lo llevaba de una órbita a otra como si nada.
Como la nacionalización del general que lo rescató de la voracidad de los ingleses, cómo no aceptar el reto a la imaginación del camaleón afirmaba el guanaco pensando en que venían de hacer una carrera profesional que se les daba a pocos colegas suyos, en la época en que ni se imaginaban que se estaría en la palestra de la explosión de la desocupación y la elevada presión social que sobrevendrían por sus providencias y ellos mismos solucionarían, ellos no lo sabían muy bien pero se jugaban a que alguien alguna vez, en la interminable cadena de recetas de indicaciones nunca cruzadas siempre directas de los señores a los siervos de los patrones a los obreros en el largo atadero de los que mandaban con los que obedecían siempre a favor de los primeros y en contra de los segundos con pobres y marginados que quedaban en ese camino en definitiva de los ricos mandando sobre los pobres en esos vínculos que casi nadie conocía en su totalidad, ellos presentían en realidad lo que pasaba que alguien compraba on line la idea del consenso vendida como otros productos por los yanquis del fondo que se paseaban por los aires de América.
Sin estar en una lista de espera de aviones y atorados con trabajos a cumplir por parte de los países si querían recibir la plata que previamente pedían, apuntándole a exuberancias de los países que antes de pedir depositaban en el mismo lugar en que pedían también a raudales, en los mismos organismos en los que depositaban y después sacaban en los que cedían y después compraban, en una secuencia más que graciosa grotesca porque era dejar el dinero en ciertos organismos con fluidez y sacarlo con unas dificultades de la puta madre, cómo no lo sentiría y lo viviría así si ellos estaban y fueron ellos los que estuvieron cuando destruyeron el banco de la provincia sin meterse demasiado esa era la indicación que les cayera, a eso lo comandaban los jefes, las repartijas grandes para los grandes las distribuciones más pequeñas para los de más abajo donde andaban ellos aunque no lo reconocieran entre los demás profesionales haciéndoles creer que ellos eran lo más, los dividendos y los réditos por semejante venta eran elevados y el guanaco y el camaleón ya hacía rato que se habían puesto a repartir negocios menores que era los que les correspondían sin meterse en los grandes negocios de los grandes, comenzaron con el Banco que se vendió a valores espurios las ejecuciones de hipotecas como a cuatrocientos tipos que le significaron como cuatrocientos millones de pesos al pueblo de la provincia.
Siguieron con el agua dulce y transparente que nos sirve a todos, con el gas que sirve para calentarse en invierno con la electricidad que indistintamente sirve para el sofocón y que tiriten los que menos tienen los que andan por las calles que en la escala del camaleón y el guanaco son unos distraídos que no supieron prevenir. por eso siguió insistiendo con los encuentros los fines de semana cuando comenzaron a escucharse lo ecos de la patraña que levantaban ellos no los escuchaban como maridos largamente engañados en el principio no creían ni siquiera los que sus asistentes les insinuaban en charlas informales ellos pensaban que esos puteríos interesaban sólo a los giles que creían que denunciándolos se tomaban medidas, cuando fueron muchas las repeticiones de las críticas ellos comenzaron a insistir con aquello que no era ni por cerca grato para ellos saber que los llamaban guanaco o camaleón ni les importaba saber exactamente los motivos aunque los presentían ni les importaba saber si la corrupción era esto de sembrar la tierra de guanaquitos de condones, de bombachas corpiños y ajuares varios, de restos de puchos y acusis de botellas de vino y gaseosa que iban dejando cada vez que pasaban un día o dos de la semana de pesca para todo para los pescados y para las tías que se levantaban de paso, si era una podredumbre hacer esta a costa que no lo hicieran docenas de chicos y de familias que los acompañaban no a ellos sino al gobernador con sus votos, o si era putrefacción lo otro ambos eran exitosos inteligentes en la apreciación de los otros divinos para los de su grupo y estaban acostumbrados a las miserias que así llamaban a lo que ellos apuntaban las desventuras de los otros, en medio del carnaval de sus decisiones les tocó la gestión de la bahía y no les cambiaba la vida saber si ser corrupto era robarle al estado que en realidad era robarle a la gente, que la gente aguante y comprenda que la corrupción era la ausencia de compasión esa compasión que como en el camino de Jericó ellos no sentían por nadie, por eso una vez vendida la idea la aplicaron en cuanto y a cuanto se les ocurrió. No era ni por cerca grato saber que lo llamaban guanaco como si utilizaran el sinónimo de ser un mala leche aunque él no escupiera ni cuando estaba resfriado ni fuera un rumiante de malas costumbres, pero él sabía que a sus espaldas los maldicientes lo criticaban a él y a todos los que como él estaban en el círculo de quienes eran elegidos por los capos y superiores, lo presentía en cada una de las reuniones a las que asistía para establecer relaciones, pero también sabía que aún con esas cosas era indistinto que los llamaran en forma indistinta guanaco mamífero bestia grosero inconveniente malcriado descomedido desatento vivíparo vivo rumiante o camaleón reptil lagarto astuto hipócrita ladino rastrero servil pérfido.
No es que no lo crea, cuesta pasar de incrédulo a crédulo porque seguro que cuando era niño como muchos estudié sesgada la historia inclinada para donde quisieron los que la contaron que la contaron con la sangre muy caliente y muy poca imparcialidad, entonces un grupo de los tipos que pasaron fueron o muy malos o muy buenos o viceversa teniendo en cuenta la posición en la que uno se encuentra. Así, con tanta diferencia palmaria cada vez que me toca catalogar a los contemporáneos y mortales que gobiernan estos también son malos o buenos nunca pueden ser regulares. Así me pasó con el Dr. Fulano de Tal y el Cr. Mengano de Cual cuando los conocí.
El guanaco era un grosero en forma permanente vivía enfrentado con los demás y andaba siempre con una actitud de escupir en la cara a quien sea cuando sea y cuando no quería ser tan agresivo lo menos que hacía era abundar en gestos de asco para todo, era súper malo para algunos perseguidos que no entendían que con el nuevo gobierno llegaban los tiempos de cambio de demostrar que ellos cambiarían de cambiar todo para que nada cambie, a buen entendedor pocas palabras por ahí decía el guanaco que era un guanaco, indulgente bueno en la boca de otros más pícaros que le seguían la corriente y le daban la razón esos que inventaban y usaban la palabra sijefecito diariamente entonces nunca tenían problemas con él así ellos hicieran o pensaran distinto así lo odiaran y lo maldijeran en lo más profundo de su hartazgo, ese era su sobrenombre mal o bien usado y guanaquitos el nombre lugareño del predio toda una casualidad aunque el diminutivo señalara algún recuerdo de tiempos mejores para algún baqueano nostálgico recorriendo todavía esas tierras, a él de frente no se animaba a nombrarlo así de esa manera nadie para los otros era el doctor fulano de tal, al lugar lo conocía y por lo tanto lo nombraba todo el mundo los que planeaban.
Los fines de semana los que organizaban pescas nocturnas, comparado este con los otros temas que llevaba era como si tuviera un juguete en sus manos un entretenimiento de esos, jugando y trabajando con lo del malecón de guanaquitos todo un tapado para los demás y evidente para él y para su amigo desde que decidieron tenerlo como su cable a tierra el lugar donde podían estar desde un jueves al domingo sin tener siquiera que comprar provisiones con luz agua potable y gas en invierno y verano, el lugar en donde antes que llegaran él y el camaleón se hacían reuniones en las que se daban concesiones para pagar favores y cubrir prebendas de campañas y se financiaban negocios turbios en otros gobiernos en otras épocas, cuando él se ocupaba nadie podía esbozar una opinión decir esto o aquello que eso estaba más que bien, o que lo estaban haciendo mal como antes o bien como lo que estaban haciendo ellos con el argumento que recuperaban esa residencia para el gobierno su gobierno el gobierno de la gente el gobierno del pueblo, el mismo gobierno elegido con la voz maravillosa del pueblo que cautivaba al general el vulgo que podía usar según ellos mismos lo decían ese feudo para alojar contingentes de niños de estudiantes de jubilados y una larga lista de turistas de todas las especies y al final de cuentas virtuales porque nunca llegaban ni los aventureros ni la diversión porque ellos usaban la heredad como si la tuvieran por mandato de los que estaban arriba, diciendo blanco y haciendo negro si total a los jefes les llegaba lo que decían nunca lo que hacían en nombre de lo cual ellos le seguían agregando al páramo dependencias con dormitorios comedores y baños de primera asador y horno de barro porque comer que era para ellos tan importante como fregarse unas locas, no había que ser muy leído, decían se decían.
Para tener una primera idea de todo ese menjurje para la fajina de desnacionalizar desmontando lo que había que desmontar de esa fanfarria que ni el que inventó eso del monstruo grande que pisa fuerte se imaginó cómo era en realidad, pero había que ser muy macho para sacar al estado de ese antipático lento y redundante universo de burocracia y poder de poder y burocracia de burocracia y dedocracia de dedocracia y democracia de democracia y autocracia de autocracia y nepotismo dependía, había que saberlo de antemano para saber operar era su indicación favorita a sus subordinados.
Cuando al otro de ellos le tocó y lo entrevistó el ministro el camaleón igual que el guanaco en su turno le dijo que sí que cómo no que él respondía para lo que ordenaran los que ordenaban lo que ordenaron y lo que ordenarán porque el estaba acostumbrado a que lo mandaran y a estar siempre con los que mandaban no lo decía y hacía como que ni lo pensaba pero se cuidaba así la cintura y bailaba en el difícil baile de la política, como ahora nomás, le comentaba se comentaban se glosaban entretenidos, que venía de dos cambios de gobierno que él en realidad y sin decirlo agradecía que esos cambios se dieran entre gente del mismo palo decía y de la misma línea dentro del mismo partido que tenía varias líneas que iban de la derecha a la izquierda como si no fueran veredas diferentes como para andarlas juntando decía, que eso de tener cintura era importante igual que el trabajo en equipo.
Porque si él hacía lo que otros necesitaban para mantenerse en los puestos por los que pasaba le renovaban el contrato una y otra vez entre una administración y otra nada más que con tocar los contactos adecuados, le dijo que sí que sí conocía los secretos en eso de la reforma del estado y le dijo que además lo había estudiado en una de las últimas materias en la uni y para probar la réplica le dijo que se había enterado de un postgrado justo sobre el tema como para anotarse y que por lo tanto él podía ayudar y ayudar bien llevando adelante lo que viniera como órdenes de arriba, de cambiar el estado del estado de fofo hacerlo compacto eficiente, en cataratas bajaban los mandatos de arriba para liberar a los organismos de la administración pública del avasallamiento de los vagos empleados públicos que vivían despreciando su trabajo y cambiarlo por el alto desempeño de tipos en competencia permanente, él podía fácil secundar diciendo de cómo debía ser eso de romper las cadenas, eso de ocuparse de las plétoras de las estructuras, le decía se decían probando el coloquio académico rebuscado y doctoral, destruir las fachadas que se veían de los recursos humanos de cualquier gobierno.
Que protegían a los trabajadores baladíes y holgazanes que nunca atendían los asuntos que les correspondían nunca una buena cara ni un gesto de cordialidad y apañados por el gremio, celosos custodios de la quinta propia en sus puestos con sindicalistas incluidos todos corruptos los que andaban, que si atendían a la gente en el mostrador se demoraban a propósito y disimulaban como sus mismos jefes que ocultaban los defectos propios y de los que trabajaban con ellos para que nadie por asociación fuera a pensar en nada de lacras ni propias ni ajenas ni extendidas, como también ellos las tenían como las tenían otros y otros que andaban con esos deterioros, él podía ayudar a rescatar a las organizaciones que se armaban para tapar desalientos frustraciones y bajos rendimientos, cambiar todo eso, eso le pidieron desmantelar lo que se pudiera entregarlo a quien se mostrara interesado en arriesgar con dinero propio para poner en movimiento algo que según lo que decían no podía hacer andar el estado, no en un manchancho de responsabilidades como habían estado los otros siempre los otros, nunca hablando de estos temas y buscando los culpables de los dramas y las malarias le salía un nosotros.
Cuando el camaleón tomaba las decisiones las tomaba con parsimonia y naturalidad y estaba convencido que las cosas terminaban como terminaban porque quienes las llevaban no cuidaban de pequeños detalles como la licencia anterior de guanaquitos que terminó en medio de favores intereses encontrados en medio de acusaciones cruzadas acuerdos espurios prebendas gansadas oportunismo y guaseadas lo que hacía necesario poner atención a los propios detalles que en realidad y según lo que él mismo estaba convencido eran menores comparados a los de otros, y en el juicio haciendo un inventario de funciones de tipos de recursos de ventiladores de cajas fuertes de escritorios de mates y termos para el agua de los infinitos mates dulces, o amargos más o menos que se tomaban los empleados viejos, sacaba que se comportaban así porque eran viejos y sin ser la excepción los nuevos porque eran nuevos en infinitas horas de infinitas explicaciones de encubierta sobriedad, haciendo un inventario de lo disponible para entregarlo después a unos fulanos que podrían hacer lo que quisieran siempre y cuando no le pidieran plata al gobierno ni estuvieran esperando los llamados a licitaciones oficiales o concursos de precios.
Para todo eso a él le encomendaban mirar áreas y lugares enteros de una administración pública que no daba para más lo facultaban a convertir si se podía o más bien si se creía en iniciativa privada cada rincón de esa gris administración pública que iba a depender de ellos por un tiempo reemplazando gente cambiándola de lugar o echándola tratándola como si fueran los mismos viejos y destartalados muebles de las docenas de oficinas que debía arrasar y armar de nuevo reformando, otra palabra que entendió él y lo hacía entender a su amigo al pié de la letra, cómo no entender eso le repetía le decía se decían por ahí olvidándose de la investidura que al ministro no le interesaba que él la respetara si en realidad eran amigos de los asados que organizaban juntos de las comilonas que estremecían a sus compañeros de trabajo y de los chupes y de las jodas más pesadas en las que se juntaban sin diferencias y aunque terminaran como dementes encanutados con dos o tres locas o desparramados y durmiendo la mona sobre vómitos anónimos como en guanaquitos unas cuantas veces después que acondicionaban la vivienda con ajuares de primera cubiertos de plata y platos de porcelana que demostraban a los visitantes que ellos eran funcionarios y no eran unos otarios, cómo no entender le decía se decía se decían eso de transformar las estructuras íntegras de un estado que no le servía como debía servir al pueblo ese pueblo que pagaba puntualmente sus impuestos y sus contribuciones y lo menos que se merecía era un gobierno que le respondiera a sus intereses con sus sueños con sus esperanzas ilusiones que cada vez se estiraban más como si fueran chicles como la plata con todo aumento de precios y se reducían o quedaban en la nada cuando a las mismas esperanzas se las bajaba a tierra transformadas en largas esperas.
De que alguna vez se cumplieran sueños de casi toda la vida que si no fuera por esas fantasías sería duro bancarse la locura en un país de lunáticos y despistados, como para él mancarse de todo el estrés de su laburo sin horas de descanso en pantagruélicas y libidinosas jornadas que le organizaba el contador que trabajaba con él y su amigo y los ayudaba a esconder sus cositas sucias sus errores en largos e indescifrables balances o en intrincados flujos de fondos, privatizar era la tarea más importante que le había tocado pero también reformar lo que venía de otras gestiones que por definición eran pésimas gestiones en un país como éste donde siempre es pésimo lo que hacen los otros y es muy bueno lo que hace uno en un país de memoria recortada por anónimos irresponsables que se cagan en la historia y en la salud mental de las nuevas generaciones, hombres de gobiernos anteriores que no advirtieron o no se atrevieron a catalogar que las dos tareas esas eran una forma de aceptar de antemano que era como un parto de culo el trabajo, él no se atrevía a decirle así al ingeniero.
Al que le encantaban las frases ocurrentes y groseras y recitar el Martín Fierro, de las privatizaciones y la reforma importantes términos que bajaban de los organismos internacionales para todos con el nombre de un consenso que venía así sin disenso de Washington pero que firmaron todos los excelsos representantes de los países del patio trasero como le llamaban despectivamente a nuestra querida América ladina antes que latina él decía lo decía cuando podía y se figuraba que le decía, privatizar o reformar con una cuenta que no pasaba de cuatro empresas del estado para armar como empresas privadas y que no pasaba de echar a unos tres mil empleados aunque no decidieran mudanzas de caparazón y de cerebro porque había que poner ideas para ir explicando al pueblo a la gente y a los idiotas lo inexplicable.
Que lo llamaran camaleón no era una casualidad teniendo en cuenta una larga historia que venía desde el abuelo un distinguido conservador y oreja que en la década del cuarenta peleaba en contra de la democracia pasaba por el padre que enganchó con los radicales y unos cuantos más llegaba a él que había comenzado con los unos que decían eran del MID pero eran en realidad radicales renegados y hacía rato que andaba con los perucas.
Cuando el guanaco decidió encararla le metió para adelante, era para muchos una bosta que apestaba en cada uno de los lugares en los que andaba un tipejo que abusaba con las actitudes despóticas y se pasaba de revoluciones con las exigencias a la gente que le colaboraba incluidos los obsecuentes, pero para su amigo nunca una agachada como decía recordando a sus compañeros de la franja, cómo no habría de ir bien se ufanaba el guanaco en sus cualidades a pesar de no haber sido un alumno brillante para el promedio lo era con sus decisiones, cómo no habrá de ir bien repetía cuando estaba con su amigo y trataba de hacerlo participar a su entrañable el camaleón que cambiaba de colores según la ocasión decían, se burlaban se reían disimulaban sus más inconstantes enemigos cómo no habría de ir de parabienes, en la liza de la destrucción del centenario ferrocarril que con eso no había que sentir compasiones ni tener contemplaciones con nadie porque estaba desde hace mucho regenteado por vagos e incompetentes, hasta había soñado que había que destruirlo como si fueran partes de un mecano inmenso para armar en un juego de mayores macabro, porque estaban quedando territorios fantasmas en los galpones de Tafí Viejo o en los tinglados de Haedo, cómo no había de ser interesante si además de gente había cajas fuertes en las estaciones o en las divisionales arcones en los que más de uno ya había metido las manos anteriormente tomando decisiones que siempre eran pendulares en el sentido que se lo llevaba de una órbita a otra como si nada.
Como la nacionalización del general que lo rescató de la voracidad de los ingleses, cómo no aceptar el reto a la imaginación del camaleón afirmaba el guanaco pensando en que venían de hacer una carrera profesional que se les daba a pocos colegas suyos, en la época en que ni se imaginaban que se estaría en la palestra de la explosión de la desocupación y la elevada presión social que sobrevendrían por sus providencias y ellos mismos solucionarían, ellos no lo sabían muy bien pero se jugaban a que alguien alguna vez, en la interminable cadena de recetas de indicaciones nunca cruzadas siempre directas de los señores a los siervos de los patrones a los obreros en el largo atadero de los que mandaban con los que obedecían siempre a favor de los primeros y en contra de los segundos con pobres y marginados que quedaban en ese camino en definitiva de los ricos mandando sobre los pobres en esos vínculos que casi nadie conocía en su totalidad, ellos presentían en realidad lo que pasaba que alguien compraba on line la idea del consenso vendida como otros productos por los yanquis del fondo que se paseaban por los aires de América.
Sin estar en una lista de espera de aviones y atorados con trabajos a cumplir por parte de los países si querían recibir la plata que previamente pedían, apuntándole a exuberancias de los países que antes de pedir depositaban en el mismo lugar en que pedían también a raudales, en los mismos organismos en los que depositaban y después sacaban en los que cedían y después compraban, en una secuencia más que graciosa grotesca porque era dejar el dinero en ciertos organismos con fluidez y sacarlo con unas dificultades de la puta madre, cómo no lo sentiría y lo viviría así si ellos estaban y fueron ellos los que estuvieron cuando destruyeron el banco de la provincia sin meterse demasiado esa era la indicación que les cayera, a eso lo comandaban los jefes, las repartijas grandes para los grandes las distribuciones más pequeñas para los de más abajo donde andaban ellos aunque no lo reconocieran entre los demás profesionales haciéndoles creer que ellos eran lo más, los dividendos y los réditos por semejante venta eran elevados y el guanaco y el camaleón ya hacía rato que se habían puesto a repartir negocios menores que era los que les correspondían sin meterse en los grandes negocios de los grandes, comenzaron con el Banco que se vendió a valores espurios las ejecuciones de hipotecas como a cuatrocientos tipos que le significaron como cuatrocientos millones de pesos al pueblo de la provincia.
Siguieron con el agua dulce y transparente que nos sirve a todos, con el gas que sirve para calentarse en invierno con la electricidad que indistintamente sirve para el sofocón y que tiriten los que menos tienen los que andan por las calles que en la escala del camaleón y el guanaco son unos distraídos que no supieron prevenir. por eso siguió insistiendo con los encuentros los fines de semana cuando comenzaron a escucharse lo ecos de la patraña que levantaban ellos no los escuchaban como maridos largamente engañados en el principio no creían ni siquiera los que sus asistentes les insinuaban en charlas informales ellos pensaban que esos puteríos interesaban sólo a los giles que creían que denunciándolos se tomaban medidas, cuando fueron muchas las repeticiones de las críticas ellos comenzaron a insistir con aquello que no era ni por cerca grato para ellos saber que los llamaban guanaco o camaleón ni les importaba saber exactamente los motivos aunque los presentían ni les importaba saber si la corrupción era esto de sembrar la tierra de guanaquitos de condones, de bombachas corpiños y ajuares varios, de restos de puchos y acusis de botellas de vino y gaseosa que iban dejando cada vez que pasaban un día o dos de la semana de pesca para todo para los pescados y para las tías que se levantaban de paso, si era una podredumbre hacer esta a costa que no lo hicieran docenas de chicos y de familias que los acompañaban no a ellos sino al gobernador con sus votos, o si era putrefacción lo otro ambos eran exitosos inteligentes en la apreciación de los otros divinos para los de su grupo y estaban acostumbrados a las miserias que así llamaban a lo que ellos apuntaban las desventuras de los otros, en medio del carnaval de sus decisiones les tocó la gestión de la bahía y no les cambiaba la vida saber si ser corrupto era robarle al estado que en realidad era robarle a la gente, que la gente aguante y comprenda que la corrupción era la ausencia de compasión esa compasión que como en el camino de Jericó ellos no sentían por nadie, por eso una vez vendida la idea la aplicaron en cuanto y a cuanto se les ocurrió. No era ni por cerca grato saber que lo llamaban guanaco como si utilizaran el sinónimo de ser un mala leche aunque él no escupiera ni cuando estaba resfriado ni fuera un rumiante de malas costumbres, pero él sabía que a sus espaldas los maldicientes lo criticaban a él y a todos los que como él estaban en el círculo de quienes eran elegidos por los capos y superiores, lo presentía en cada una de las reuniones a las que asistía para establecer relaciones, pero también sabía que aún con esas cosas era indistinto que los llamaran en forma indistinta guanaco mamífero bestia grosero inconveniente malcriado descomedido desatento vivíparo vivo rumiante o camaleón reptil lagarto astuto hipócrita ladino rastrero servil pérfido.
No es que no lo crea, cuesta pasar de incrédulo a crédulo porque seguro que cuando era niño como muchos estudié sesgada la historia inclinada para donde quisieron los que la contaron que la contaron con la sangre muy caliente y muy poca imparcialidad, entonces un grupo de los tipos que pasaron fueron o muy malos o muy buenos o viceversa teniendo en cuenta la posición en la que uno se encuentra. Así, con tanta diferencia palmaria cada vez que me toca catalogar a los contemporáneos y mortales que gobiernan estos también son malos o buenos nunca pueden ser regulares. Así me pasó con el Dr. Fulano de Tal y el Cr. Mengano de Cual cuando los conocí.
Friday, April 15, 2011
nube de eso que ya sabemos en la cima de la dirigencia política de pobres cronopios y también pobres famas
Lecciones para llegar y mantenerse en la política justo aquí donde están los mejores según lo que declaran los mismos mejores, II
Que la gente se la aguante y que la gente comprenda que así como debía trabajar él necesitaba descansar, hay gente que se cree ese cuento que la gente es el soberano pues bien es bueno que lo siga creyendo, que la gente no se equivoca pues bien que siga pensando que la gente no se equivoca cuando por acá se equivoca todo el tiempo, acá la gente vive equivocada, que la gente se la aguante si protestaba por su curiosa costumbre de tomar el descanso en guanaquitos como si fuera parte del trabajo con agenda abierta con secretaria con chóferes con asistentes para las cuestiones más secretas con asesores con cocineros y mozos en tiempo completo, pensaba que la gente se aguante, lo aguante a él le aguante al otro la costumbre de tomar el descanso como si fuera un trabajo que a él y al otro le gustaba siempre porque por lo demás y para los demás había que hacer vigilia durante su retiro controlando el perímetro del predio el interior del predio los techos y todos los resquicios que hubiera en el predio para que nadie lo molestara estuviera haciendo lo que estuviera haciendo.
No se podía interrumpir la liturgia del retiro la celebración que indefectiblemente empezaba los jueves a la tardecita y finalizaba los domingos cerca de las once de la noche, empezaba los jueves con una picada y cerveza y terminaba los domingos a la noche con otra picada y cerveza, mientras tanto matraqueo, uca – uca o lo que fuera, había que ocuparse de las provisiones para el retiro de todo el abasto y sin ruidos cuidar en forma permanente que no se vaciara la bodega y que la despensa dispusiera de todos los alimentos que se pudieran guardar en ella, todo para que él y ese otro su alter ego y sus invitados, la hicieran y la siguieran haciendo porque como le decía a quien lo quisiera escuchar era mejor vivirla que contarla era mejor vivirla antes que contemplarla. Su compromiso eran las privatizaciones su trabajo las reformas su descanso guanaquitos, por eso a veces comentaba cómo no habrían de encarar un concurso así, que cada día contabilizaba como un golpe afortunado de la suerte afortunada de dos tipos extraordinarios y afortunados cómo no meterse de cabeza en una prueba así que cada día aparecía como más interesante en la lid del desafío propuesto, una ecuación perfecta en boca del timorato y pulcro contador propio de las mentiras, el desafío de un trabajo que a poco de hacerse aseguraba un retorno un trabajo que se terminaba y entregaba igual a una atención que aparecía bajo la forma de un regalo que se recibía viniera de quien viniera como viniera cuando viniera casi como en la partida doble un favor que sale un extra que entraba al bolsillo propio no a las arcas del estado, nunca comentaban sobre esto pero estaban satisfechos le decía el guanaco al camaleón o viceversa pensando en lo bien que les iba en la vida a ellos.
Cuando le aparecían los arranques de petulancia se cuidaba que no fuera delante de los jefes así perdía y sí delante de sus subordinados ahí ganaba, después de todo entre los méritos que había hecho por cuenta propia y confirmaban que era un pedante y le encantaba serlo, entre las cualidades para que lo llamaran como lo llamaban estaba eso de tener siempre arriba el ánimo bien alto calificarse por cuenta propia por encima de los demás y sin mayores vueltas bajarles líneas para cumplir las órdenes que venían de arriba, de abajo ni se preocupaba ni nada decía el guanaco cuando todo eso que hablaba lo que no hablaba todo, lo que emplazaba cuando estaba en ganador lo que no sentenciaba y planificaba se le pasaba a mil por la cabeza y determinaba que los otros obedecieran o que esperaran por las consecuencias o sea por aguantar sus caprichos por aguantar sus castigos, mientras que algunos de los demás y sin que él los escuchara se despachaban con la frase guanaco de mierda mandón prepotente que pide y pide el pedigüeño y encima anda renegando por detrás de cada uno y así se lograban los mejores resultados, pequeños secretos los suyos, no es que no lo creyera pero le costaba pasar de ingenuo a ladino, no es que no lo creyera.
Costaba pasar de incrédulo a crédulo porque seguro que cuando era niño como muchos estudió sesgada la historia inclinada para donde quisieron los que la contaron que la contaron con la sangre muy caliente y muy poca imparcialidad, entonces un grupo de los tipos que pasaron fueron o muy malos o muy buenos o viceversa teniendo en cuenta la posición en la que uno se encuentra.
Así, con tanta diferencia palmaria cada vez que tocaba catalogar a los contemporáneos y mortales que gobiernan estos también son malos o buenos nunca pueden ser regulares.
Cada mañana que empezaba se ponía como loco y hosco para pasar como cuerdo y que se le notara lo menos posible la borrachera que no sacaban ni los efervescentes ni el bicarbonato, se ponía tenso como atildado para resolver sus asuntos como el de la organización en guanaquitos que al lado de las otras cosas era uno más de los cuantiosos asuntos que manejaba, ver a quién darle por fin la explotación de la bahía que el agua dibujaba en parte del perímetro de ese lago inmenso el estuario privilegiado en ese valle inundado cuando hicieron el dique aprovechando las montañas que rodeaban lo que fue la cañada convertida en un espejo de agua inmenso, esa rara rada y rústica que era muy buena porque tenía todo para pasar bomba los fines de semana, naturaleza más confort más gustos más hobbies más intimidad más sexo eran términos de una ecuación que manejaba.
Era un lugar donde pasar sin que se enterara nadie del círculo de aliados urbanos nadie entre las mujeres celosas o ninguna de las víboras chismosas de las amigas que frecuentaban a las obedientes esposas, situaciones y chismes que se convertían en cálculos especulaciones que pasaban por sus numerosas agendas y a mil por las cabezas de las tres secretarias trabajando a tiempo completo para él y además eso del fondeadero se le amontonaba al guanaco con otros líos con otros sueños con otras pesadillas y especialmente con el estrés cuando el consejero hablaba y hablaba de las privatizaciones, que era la onda de la hora la orden del supremo rodeado de subordinados en Buenos Aires y en las provincias y hasta en las municipalidades más chiquitas en donde había otros supremitos y destacados dúctiles personajes.
Todo un despiplume que se venía armando para la faena de desestatificar descalzando el emprendimiento del estado en todas aquellas cuestiones de las que no se debía ocupar el gobierno que después de las últimas elecciones fue en realidad su gobierno, que él ellos y aquellos ya se imaginaban cómo debían gestionarlo no había que ser un genio para saber de aquello en lo que no funcionaba el estado prestando los servicios cualquiera fuera su forma como nación como provincia como municipalidad, tampoco funcionaban los servicios prestados por particulares propuestos por el estado como lo era el caso de la dársena.
El se ofuscaba y puteaba para que todo saliera y esto era parte de sus menoscabos, que con otros motivos sumaba para que sus detractores lo llamaran guanaco, como si los guanacos fueran altaneros y esbozaran malas palabras.
Que la gente se la aguante y que la gente comprenda que así como debía trabajar él necesitaba descansar, hay gente que se cree ese cuento que la gente es el soberano pues bien es bueno que lo siga creyendo, que la gente no se equivoca pues bien que siga pensando que la gente no se equivoca cuando por acá se equivoca todo el tiempo, acá la gente vive equivocada, que la gente se la aguante si protestaba por su curiosa costumbre de tomar el descanso en guanaquitos como si fuera parte del trabajo con agenda abierta con secretaria con chóferes con asistentes para las cuestiones más secretas con asesores con cocineros y mozos en tiempo completo, pensaba que la gente se aguante, lo aguante a él le aguante al otro la costumbre de tomar el descanso como si fuera un trabajo que a él y al otro le gustaba siempre porque por lo demás y para los demás había que hacer vigilia durante su retiro controlando el perímetro del predio el interior del predio los techos y todos los resquicios que hubiera en el predio para que nadie lo molestara estuviera haciendo lo que estuviera haciendo.
No se podía interrumpir la liturgia del retiro la celebración que indefectiblemente empezaba los jueves a la tardecita y finalizaba los domingos cerca de las once de la noche, empezaba los jueves con una picada y cerveza y terminaba los domingos a la noche con otra picada y cerveza, mientras tanto matraqueo, uca – uca o lo que fuera, había que ocuparse de las provisiones para el retiro de todo el abasto y sin ruidos cuidar en forma permanente que no se vaciara la bodega y que la despensa dispusiera de todos los alimentos que se pudieran guardar en ella, todo para que él y ese otro su alter ego y sus invitados, la hicieran y la siguieran haciendo porque como le decía a quien lo quisiera escuchar era mejor vivirla que contarla era mejor vivirla antes que contemplarla. Su compromiso eran las privatizaciones su trabajo las reformas su descanso guanaquitos, por eso a veces comentaba cómo no habrían de encarar un concurso así, que cada día contabilizaba como un golpe afortunado de la suerte afortunada de dos tipos extraordinarios y afortunados cómo no meterse de cabeza en una prueba así que cada día aparecía como más interesante en la lid del desafío propuesto, una ecuación perfecta en boca del timorato y pulcro contador propio de las mentiras, el desafío de un trabajo que a poco de hacerse aseguraba un retorno un trabajo que se terminaba y entregaba igual a una atención que aparecía bajo la forma de un regalo que se recibía viniera de quien viniera como viniera cuando viniera casi como en la partida doble un favor que sale un extra que entraba al bolsillo propio no a las arcas del estado, nunca comentaban sobre esto pero estaban satisfechos le decía el guanaco al camaleón o viceversa pensando en lo bien que les iba en la vida a ellos.
Cuando le aparecían los arranques de petulancia se cuidaba que no fuera delante de los jefes así perdía y sí delante de sus subordinados ahí ganaba, después de todo entre los méritos que había hecho por cuenta propia y confirmaban que era un pedante y le encantaba serlo, entre las cualidades para que lo llamaran como lo llamaban estaba eso de tener siempre arriba el ánimo bien alto calificarse por cuenta propia por encima de los demás y sin mayores vueltas bajarles líneas para cumplir las órdenes que venían de arriba, de abajo ni se preocupaba ni nada decía el guanaco cuando todo eso que hablaba lo que no hablaba todo, lo que emplazaba cuando estaba en ganador lo que no sentenciaba y planificaba se le pasaba a mil por la cabeza y determinaba que los otros obedecieran o que esperaran por las consecuencias o sea por aguantar sus caprichos por aguantar sus castigos, mientras que algunos de los demás y sin que él los escuchara se despachaban con la frase guanaco de mierda mandón prepotente que pide y pide el pedigüeño y encima anda renegando por detrás de cada uno y así se lograban los mejores resultados, pequeños secretos los suyos, no es que no lo creyera pero le costaba pasar de ingenuo a ladino, no es que no lo creyera.
Costaba pasar de incrédulo a crédulo porque seguro que cuando era niño como muchos estudió sesgada la historia inclinada para donde quisieron los que la contaron que la contaron con la sangre muy caliente y muy poca imparcialidad, entonces un grupo de los tipos que pasaron fueron o muy malos o muy buenos o viceversa teniendo en cuenta la posición en la que uno se encuentra.
Así, con tanta diferencia palmaria cada vez que tocaba catalogar a los contemporáneos y mortales que gobiernan estos también son malos o buenos nunca pueden ser regulares.
Cada mañana que empezaba se ponía como loco y hosco para pasar como cuerdo y que se le notara lo menos posible la borrachera que no sacaban ni los efervescentes ni el bicarbonato, se ponía tenso como atildado para resolver sus asuntos como el de la organización en guanaquitos que al lado de las otras cosas era uno más de los cuantiosos asuntos que manejaba, ver a quién darle por fin la explotación de la bahía que el agua dibujaba en parte del perímetro de ese lago inmenso el estuario privilegiado en ese valle inundado cuando hicieron el dique aprovechando las montañas que rodeaban lo que fue la cañada convertida en un espejo de agua inmenso, esa rara rada y rústica que era muy buena porque tenía todo para pasar bomba los fines de semana, naturaleza más confort más gustos más hobbies más intimidad más sexo eran términos de una ecuación que manejaba.
Era un lugar donde pasar sin que se enterara nadie del círculo de aliados urbanos nadie entre las mujeres celosas o ninguna de las víboras chismosas de las amigas que frecuentaban a las obedientes esposas, situaciones y chismes que se convertían en cálculos especulaciones que pasaban por sus numerosas agendas y a mil por las cabezas de las tres secretarias trabajando a tiempo completo para él y además eso del fondeadero se le amontonaba al guanaco con otros líos con otros sueños con otras pesadillas y especialmente con el estrés cuando el consejero hablaba y hablaba de las privatizaciones, que era la onda de la hora la orden del supremo rodeado de subordinados en Buenos Aires y en las provincias y hasta en las municipalidades más chiquitas en donde había otros supremitos y destacados dúctiles personajes.
Todo un despiplume que se venía armando para la faena de desestatificar descalzando el emprendimiento del estado en todas aquellas cuestiones de las que no se debía ocupar el gobierno que después de las últimas elecciones fue en realidad su gobierno, que él ellos y aquellos ya se imaginaban cómo debían gestionarlo no había que ser un genio para saber de aquello en lo que no funcionaba el estado prestando los servicios cualquiera fuera su forma como nación como provincia como municipalidad, tampoco funcionaban los servicios prestados por particulares propuestos por el estado como lo era el caso de la dársena.
El se ofuscaba y puteaba para que todo saliera y esto era parte de sus menoscabos, que con otros motivos sumaba para que sus detractores lo llamaran guanaco, como si los guanacos fueran altaneros y esbozaran malas palabras.
Thursday, April 14, 2011
políticos de una política ordinaria de políticos que a pesar que se las creen apenas son políticos
Lecciones para llegar y mantenerse en la política, I
Cuando a uno de ellos lo llamó el ministro y le preguntó si se animaba a tomar el desafío el guanaco le dijo que sí que por supuesto y además le dio a entender con la solemnidad que el tipo merecía que a él no había que preguntarle esas cosas siendo como era un fanático más de la nueva argentina que desde unos años atrás se venía parando y se abría a los capitales de afuera que algunos infaustos llamaban capitales golondrina y que aparecían con sus dueños como serpenteando por un cauce de toboganes, siempre de arriba para abajo, a propósito de las calandrias como ondulándose por un fuerte viento de cola que arrastraba riquezas bienestar ventura de todo el mundo hacia el mejor país de américa ladina que es el nuestro hacía.
Se figuraba que le decía él decía se decían como decían los que votaban, la gente del pueblo de un pueblo que en ocasiones le parecía de taimados, porque esa gente unas veces votaba con el corazón otras veces votaba con el bolsillo como si nunca tuviera la misma razón, un gentío con la misma voz del pueblo de un pueblo que muy seguido era de marrulleros.
La voz del pueblo la más maravillosa música que al general le sonaba y si a él le sonaba era cosa seria aunque el pueblo no fuera serio, en realidad un rejuntado de cholulos que hoy dicen blanco y mañana dicen negro, parte la argentina de esa américa ladina que en muchos lados del mundo no se conocía pero por lo que todos decían y repetían los repetidores de lo que relataban los viajeros o los viajantes o los que viajaban anunciando las buenas o malas nuevas del planeta, era la argentina del boom del crecimiento por el que no habría más pobres ni desempleados ni fachos ni desnutridos en sus comarcas.
La misma mismísima argentina conducida por el primer compañero, como ayo absoluto como tutor mayor y además como presidente de la Nación, inmortal inamovible insustituible, el guanaco manejable malcriado pero atento seguía diciendo sin que el otro le pidiera hablando en la abundancia en medio de las consideraciones que estaba listo para hacerlo por Ud. Sr. Ministro y por el compañero Gobernador y por los cientos de compañeros que nos eligieron.
Le contestaba cuando el otro lo examinaba y se imaginaba contestándole cuando no lo tanteaba ese gran perito que lo convocaba para la tarea convocado por el gobernador que lo convocaba a él como a otros ingenieros o también apelaba a otros doctores a otros licenciados licenciosos lujuriosos presuntuosos vanidosos, selectos grupo de convocados en nombre de la convocatoria a la gente convocada para una elección más de los concilios, que una y otra vez la junta electoral convocaba en una patria convoca porque todos son convocantes y además convocados, aunque el guanaco era de los que pensaba sin confesarlo que si la gente ya los había elegido después de tanta convocatoria, si ellos se equivocan, o son malo y meten las manos en las latas, ahora que esa misma gente se la aguante.
Cuando a uno de ellos lo llamó el ministro y le preguntó si se animaba a tomar el desafío el guanaco le dijo que sí que por supuesto y además le dio a entender con la solemnidad que el tipo merecía que a él no había que preguntarle esas cosas siendo como era un fanático más de la nueva argentina que desde unos años atrás se venía parando y se abría a los capitales de afuera que algunos infaustos llamaban capitales golondrina y que aparecían con sus dueños como serpenteando por un cauce de toboganes, siempre de arriba para abajo, a propósito de las calandrias como ondulándose por un fuerte viento de cola que arrastraba riquezas bienestar ventura de todo el mundo hacia el mejor país de américa ladina que es el nuestro hacía.
Se figuraba que le decía él decía se decían como decían los que votaban, la gente del pueblo de un pueblo que en ocasiones le parecía de taimados, porque esa gente unas veces votaba con el corazón otras veces votaba con el bolsillo como si nunca tuviera la misma razón, un gentío con la misma voz del pueblo de un pueblo que muy seguido era de marrulleros.
La voz del pueblo la más maravillosa música que al general le sonaba y si a él le sonaba era cosa seria aunque el pueblo no fuera serio, en realidad un rejuntado de cholulos que hoy dicen blanco y mañana dicen negro, parte la argentina de esa américa ladina que en muchos lados del mundo no se conocía pero por lo que todos decían y repetían los repetidores de lo que relataban los viajeros o los viajantes o los que viajaban anunciando las buenas o malas nuevas del planeta, era la argentina del boom del crecimiento por el que no habría más pobres ni desempleados ni fachos ni desnutridos en sus comarcas.
La misma mismísima argentina conducida por el primer compañero, como ayo absoluto como tutor mayor y además como presidente de la Nación, inmortal inamovible insustituible, el guanaco manejable malcriado pero atento seguía diciendo sin que el otro le pidiera hablando en la abundancia en medio de las consideraciones que estaba listo para hacerlo por Ud. Sr. Ministro y por el compañero Gobernador y por los cientos de compañeros que nos eligieron.
Le contestaba cuando el otro lo examinaba y se imaginaba contestándole cuando no lo tanteaba ese gran perito que lo convocaba para la tarea convocado por el gobernador que lo convocaba a él como a otros ingenieros o también apelaba a otros doctores a otros licenciados licenciosos lujuriosos presuntuosos vanidosos, selectos grupo de convocados en nombre de la convocatoria a la gente convocada para una elección más de los concilios, que una y otra vez la junta electoral convocaba en una patria convoca porque todos son convocantes y además convocados, aunque el guanaco era de los que pensaba sin confesarlo que si la gente ya los había elegido después de tanta convocatoria, si ellos se equivocan, o son malo y meten las manos en las latas, ahora que esa misma gente se la aguante.
Wednesday, April 13, 2011
haraganes tristes en días especiales de tristes haraganes
Tristezas que se compensan de haraganes compensados.
Cuando el cura Isidro comenzaba a pasearse de una punta a la otra de cualquiera de los lugares donde concentrábamos, no volaba ni una mosca, nuestra conciencia sí volaba como buenos haraganes que fuimos, por lo que hicimos por lo que estuviéramos haciendo por lo que haríamos, cabizbajo y con las manos atrás se paseaba y su calva brillaba con el reflejo de las luces que hubiera, como un pequeño trozo de desierto inmenso mirado desde muy abajo que era donde nosotros estábamos, y en su cabeza resaltaban unas cejas con pelos negros y blancos que invariablemente se juntaban encima de su nariz aguileña, de tan intenso el color de los entrecejos parecían un dibujo, eso era todo, porque la suelta sotana negra y el cuello blanco que apenas aparecía completaban toda su apariencia, no necesitaba más que eso para mantenernos disciplinados, a sus majaderos como nos llamaba sin excepciones cuando se enojaba.
Fuera en alguna parte de los largos y anchos pasillos internos que estaban a lo largo y a lo ancho de todos los patios del colegio, o a lo mejor circunvalaban espacios o los patios fueran redondos u ovalados sin que lo notáramos, para nosotros entonces eran largos y anchos como las jornadas que nos pasamos adentro, extrañado a los parientes que fueran, cada uno contaba lo suyo, unos extrañaban a su madre, otros a sus muchachas, otros a sus hermanos, pero de cualesquiera fueran, esos recuerdos nos llevaba a la tristeza, o a la soledad, por algo asociábamos esas emociones a los pasillos, nosotros los internos nos decían nuestros compañeros en el día, fuera en el gran salón del comedor donde cuatro cocineros con sus delantales y sus gorro muy pulcros no servían invariablemente los mismos platos con los mismos menús semana tras semana, sea en el tenebroso dormitorio que se volvía más lúgubre si él nos diagnosticaba algún síntoma de enfermedad menor por lo cual debíamos guardar cama aunque fuera por unas horas.
Cuando el cura Isidro comenzaba a pasearse de una punta a la otra de cualquiera de los lugares donde concentrábamos, no volaba ni una mosca, o estábamos tristes o planeando algo de atorrantes, la tristeza invariablemente comenzaba los domingos a la tardecita y comenzaba a terminar los viernes en un horario parecido si no nos castigaban, y a él le temíamos mucho porque levantaba la voz para gritarnos majaderos, y probar si algunos de nosotros rompía pactos no escritos de silencio y entregaba a los culpables que fueran por el lío que fuera, como le temimos lo quisimos, porque así como nos retaba mitigaba nuestra tristeza cuando la detectaba.
Y mientras estuvimos por allí, en el colegio, estuvimos más veces tristes que portándonos mal.
Cuando el cura Isidro comenzaba a pasearse de una punta a la otra de cualquiera de los lugares donde concentrábamos, no volaba ni una mosca, nuestra conciencia sí volaba como buenos haraganes que fuimos, por lo que hicimos por lo que estuviéramos haciendo por lo que haríamos, cabizbajo y con las manos atrás se paseaba y su calva brillaba con el reflejo de las luces que hubiera, como un pequeño trozo de desierto inmenso mirado desde muy abajo que era donde nosotros estábamos, y en su cabeza resaltaban unas cejas con pelos negros y blancos que invariablemente se juntaban encima de su nariz aguileña, de tan intenso el color de los entrecejos parecían un dibujo, eso era todo, porque la suelta sotana negra y el cuello blanco que apenas aparecía completaban toda su apariencia, no necesitaba más que eso para mantenernos disciplinados, a sus majaderos como nos llamaba sin excepciones cuando se enojaba.
Fuera en alguna parte de los largos y anchos pasillos internos que estaban a lo largo y a lo ancho de todos los patios del colegio, o a lo mejor circunvalaban espacios o los patios fueran redondos u ovalados sin que lo notáramos, para nosotros entonces eran largos y anchos como las jornadas que nos pasamos adentro, extrañado a los parientes que fueran, cada uno contaba lo suyo, unos extrañaban a su madre, otros a sus muchachas, otros a sus hermanos, pero de cualesquiera fueran, esos recuerdos nos llevaba a la tristeza, o a la soledad, por algo asociábamos esas emociones a los pasillos, nosotros los internos nos decían nuestros compañeros en el día, fuera en el gran salón del comedor donde cuatro cocineros con sus delantales y sus gorro muy pulcros no servían invariablemente los mismos platos con los mismos menús semana tras semana, sea en el tenebroso dormitorio que se volvía más lúgubre si él nos diagnosticaba algún síntoma de enfermedad menor por lo cual debíamos guardar cama aunque fuera por unas horas.
Cuando el cura Isidro comenzaba a pasearse de una punta a la otra de cualquiera de los lugares donde concentrábamos, no volaba ni una mosca, o estábamos tristes o planeando algo de atorrantes, la tristeza invariablemente comenzaba los domingos a la tardecita y comenzaba a terminar los viernes en un horario parecido si no nos castigaban, y a él le temíamos mucho porque levantaba la voz para gritarnos majaderos, y probar si algunos de nosotros rompía pactos no escritos de silencio y entregaba a los culpables que fueran por el lío que fuera, como le temimos lo quisimos, porque así como nos retaba mitigaba nuestra tristeza cuando la detectaba.
Y mientras estuvimos por allí, en el colegio, estuvimos más veces tristes que portándonos mal.
Tuesday, April 12, 2011
exacciones, legados, avivadas de los que anduvieron viniendo
La resistencia secular, profana intención terrenales pasiones de hacer entender que se puede interpretar lo mismo de diferentes maneras.
Nadie mejor que nuestra gente de los pueblos originarios de América para dar testimonio de los efectos de una colonización que fue bastante severa a juzgar por las evidencias de la historia y a la distancia, nadie mejor que nuestra gente de los pueblos originarios de la América para dar fe de los saqueos y de las crueldades que se cometieron desde el siglo XV en adelante en el nombre de reyes desconocidos por acá y de un evangelio cuyos principios distan mucho de las barbaries y los atropellos cometidos. Nadie mejor que los descendientes de guerreros valientes cuyo estandarte más emblemático fue el cacique Viltipoco galopando a puro cuero por la quebrada, nadie mejor para dar el argumento vivo que los lazos de civilización que otrora se tendieron fueron por lo menos para los que vinieron, a los solos efectos de llevarse las riquezas y sumir a generaciones enteras de nativos en el olvido y en la pobreza por hablar de los efectos menos malignos.
Para tantear las explicaciones no cubiertas de las preguntas sin respuestas a las profundas diferencias en los niveles de desarrollo que tienen actualmente muchos de los países que estuvieron en el rol de potencias colonizadoras respecto a cómo se encuentran también hoy las naciones que eventualmente estuvieron en el rol de naciones colonizadas.
Las discrepancias descomunales reflejadas en un indudable balance que indica que en forma sistemática en estos últimos quinientos años se drenó riqueza a cambio del ingreso de manufacturas con alto contenido de valor agregado, situación esta última que confirma que los costos de esa colonización que se menciona se pagaron por partida doble, por un lado como vaciado de materia prima y por otro lado como financiamiento de los niveles de vida de los habitantes de las economías centrales del planeta, esto no es hoy un secreto cualquiera sea el entorno en el que el tema se analice.
Nada puede hacerse por retrotraer situaciones que profundicen diferencias que se hacen casi ridículas en el marco de la globalización que se vive, de crecimiento exponencial de las comunicaciones del avance tecnológico y de la necesidad de una integración que cada vez más habrá de interpretarse como de toda la humanidad, que en un mediano plazo necesariamente deberá servir para erradicar la pobreza las guerras y las miserias que dejan al descubierto las miserias del mismo hombre o de algunos hombres en todo caso, cuyo motivo principal de su paso por este planeta es la instancia de acumular emulando la leyenda de Midas, acumular por acumular.
No obstante, por estas geografías con todos los sentidos atentos debemos reivindicar para las generaciones venideras la urgente necesidad de detectar nuevas estilos de colonización que si bien son nuevos en las formas y en la coyuntura de prácticas pacíficas no son novedosas en el fondo en cuanto a los objetivos de seguir avanzando sobre la apropiación irregular de nuestros recursos naturales, especialmente entre los que se encuentran en primer lugar nuestros recursos humanos.
Y en esa tarea vale como oro el legado de Viltipoco como representativo de la RESISTENCIA efectiva a la colonización, cuya forma más actualizada es la de la propuesta a la preservación del planeta y el mantenimiento de la biodiversidad, precisamente por parte de representantes de esos mismos países que hace poco menos de doscientos años depredaron sin autorización y en varios aspectos nuestros recursos naturales.
Para honrar el coraje del valiente, para enaltecer su honorable condición de indio empecinado de guerrero incorruptible de ese Viltipoco que muchos ni siquiera conocen, elevando nuestro pequeño homenaje a la figura de ese general intuitivo perspicaz y aguerrido, es que podemos oponer nuevas formas de obstinación a esos avances que hoy parecen inofensivos e imperceptibles pero que no obstante penetran en muchas de nuestras mentes y de nuestros territorios lentamente como antes, nosotros no podemos dejar de ser protagonistas activos de los tiempos venideros con los nuevos desafíos que se irán planteando cuando se decida sobre lo que queda como las reservas naturales o mineras entre las que sobresale como una divisa nítida el agua como elemento de vida.
Nadie mejor que nuestra gente de los pueblos originarios, y nosotros fruto de ese crisol de razas que fue contra la pureza, para unirnos a interpretar históricos reclamos y ontologías actualizadas de la colonización, y entre todos codificar los avances externos, para recrear alternativas de entereza pacífica de intransigencia amigable pero no por ello permeables ni insuficientes desde el punto de vista intelectual o ético, para hacer una resistencia secular, persistente como la de Viltipoco.
Nadie mejor que nuestra gente de los pueblos originarios de América para dar testimonio de los efectos de una colonización que fue bastante severa a juzgar por las evidencias de la historia y a la distancia, nadie mejor que nuestra gente de los pueblos originarios de la América para dar fe de los saqueos y de las crueldades que se cometieron desde el siglo XV en adelante en el nombre de reyes desconocidos por acá y de un evangelio cuyos principios distan mucho de las barbaries y los atropellos cometidos. Nadie mejor que los descendientes de guerreros valientes cuyo estandarte más emblemático fue el cacique Viltipoco galopando a puro cuero por la quebrada, nadie mejor para dar el argumento vivo que los lazos de civilización que otrora se tendieron fueron por lo menos para los que vinieron, a los solos efectos de llevarse las riquezas y sumir a generaciones enteras de nativos en el olvido y en la pobreza por hablar de los efectos menos malignos.
Para tantear las explicaciones no cubiertas de las preguntas sin respuestas a las profundas diferencias en los niveles de desarrollo que tienen actualmente muchos de los países que estuvieron en el rol de potencias colonizadoras respecto a cómo se encuentran también hoy las naciones que eventualmente estuvieron en el rol de naciones colonizadas.
Las discrepancias descomunales reflejadas en un indudable balance que indica que en forma sistemática en estos últimos quinientos años se drenó riqueza a cambio del ingreso de manufacturas con alto contenido de valor agregado, situación esta última que confirma que los costos de esa colonización que se menciona se pagaron por partida doble, por un lado como vaciado de materia prima y por otro lado como financiamiento de los niveles de vida de los habitantes de las economías centrales del planeta, esto no es hoy un secreto cualquiera sea el entorno en el que el tema se analice.
Nada puede hacerse por retrotraer situaciones que profundicen diferencias que se hacen casi ridículas en el marco de la globalización que se vive, de crecimiento exponencial de las comunicaciones del avance tecnológico y de la necesidad de una integración que cada vez más habrá de interpretarse como de toda la humanidad, que en un mediano plazo necesariamente deberá servir para erradicar la pobreza las guerras y las miserias que dejan al descubierto las miserias del mismo hombre o de algunos hombres en todo caso, cuyo motivo principal de su paso por este planeta es la instancia de acumular emulando la leyenda de Midas, acumular por acumular.
No obstante, por estas geografías con todos los sentidos atentos debemos reivindicar para las generaciones venideras la urgente necesidad de detectar nuevas estilos de colonización que si bien son nuevos en las formas y en la coyuntura de prácticas pacíficas no son novedosas en el fondo en cuanto a los objetivos de seguir avanzando sobre la apropiación irregular de nuestros recursos naturales, especialmente entre los que se encuentran en primer lugar nuestros recursos humanos.
Y en esa tarea vale como oro el legado de Viltipoco como representativo de la RESISTENCIA efectiva a la colonización, cuya forma más actualizada es la de la propuesta a la preservación del planeta y el mantenimiento de la biodiversidad, precisamente por parte de representantes de esos mismos países que hace poco menos de doscientos años depredaron sin autorización y en varios aspectos nuestros recursos naturales.
Para honrar el coraje del valiente, para enaltecer su honorable condición de indio empecinado de guerrero incorruptible de ese Viltipoco que muchos ni siquiera conocen, elevando nuestro pequeño homenaje a la figura de ese general intuitivo perspicaz y aguerrido, es que podemos oponer nuevas formas de obstinación a esos avances que hoy parecen inofensivos e imperceptibles pero que no obstante penetran en muchas de nuestras mentes y de nuestros territorios lentamente como antes, nosotros no podemos dejar de ser protagonistas activos de los tiempos venideros con los nuevos desafíos que se irán planteando cuando se decida sobre lo que queda como las reservas naturales o mineras entre las que sobresale como una divisa nítida el agua como elemento de vida.
Nadie mejor que nuestra gente de los pueblos originarios, y nosotros fruto de ese crisol de razas que fue contra la pureza, para unirnos a interpretar históricos reclamos y ontologías actualizadas de la colonización, y entre todos codificar los avances externos, para recrear alternativas de entereza pacífica de intransigencia amigable pero no por ello permeables ni insuficientes desde el punto de vista intelectual o ético, para hacer una resistencia secular, persistente como la de Viltipoco.
Monday, April 11, 2011
cronopios y famas complicados que viven complicando a los otros
Conopios y famas que cambian con el tiempo de vestiduras.
Cuando comenzó apenas parecía un zorro con piel de oveja, las madres confiaban en él para encomendarle sus niñas que calientes se desesperaban por llegar a las reuniones sociales, a los bailes, o directamente a los asaltos que consistían en caer de improviso a la casa de alguien con las provisiones suficientes como para no causar inconvenientes a los dueños de la casa, como para que pusieran malas caras o ensayaran desplantes que arruinaran las milongas.
Era un verdadero zorro con piel de oveja, porque paciente esperaba que las niñas lloraran sus desengaños, y mientras las calmaba hacía lo que las madres creían que él les evitaba a sus hijas, de las otras ovejas con piel de zorro, alimaña encubierta.
Cuando fue creciendo parecía un lobo con piel de cordero, las madres confiaban en él porque las mismas niñas decían que él era bueno y de buen comportamiento, y que él las cuidaba de los otros malos y de mal comportamiento, en los bailes, o directamente en los asaltos que consistían en caer a la casa de alguien con bebidas y algo de comida como para no causar inconvenientes a los dueños de la casa, como para que no pusieran mala cara o hicieran desplantes que arruinaran las milongas.
Era un verdadero lobo con piel de oveja porque paciente esperaba que las niñas lloraran sus desengaños, y mientras las calmaba hacía lo que las madres creían que él les evitaba a sus hijas de las otras ovejas con piel de lobo, chacal mañero.
Cuando comenzó apenas parecía un zorro con piel de oveja, las madres confiaban en él para encomendarle sus niñas que calientes se desesperaban por llegar a las reuniones sociales, a los bailes, o directamente a los asaltos que consistían en caer de improviso a la casa de alguien con las provisiones suficientes como para no causar inconvenientes a los dueños de la casa, como para que pusieran malas caras o ensayaran desplantes que arruinaran las milongas.
Era un verdadero zorro con piel de oveja, porque paciente esperaba que las niñas lloraran sus desengaños, y mientras las calmaba hacía lo que las madres creían que él les evitaba a sus hijas, de las otras ovejas con piel de zorro, alimaña encubierta.
Cuando fue creciendo parecía un lobo con piel de cordero, las madres confiaban en él porque las mismas niñas decían que él era bueno y de buen comportamiento, y que él las cuidaba de los otros malos y de mal comportamiento, en los bailes, o directamente en los asaltos que consistían en caer a la casa de alguien con bebidas y algo de comida como para no causar inconvenientes a los dueños de la casa, como para que no pusieran mala cara o hicieran desplantes que arruinaran las milongas.
Era un verdadero lobo con piel de oveja porque paciente esperaba que las niñas lloraran sus desengaños, y mientras las calmaba hacía lo que las madres creían que él les evitaba a sus hijas de las otras ovejas con piel de lobo, chacal mañero.
premoniciones de cronopios para otros cronopios parientes políticos
Hay suegros, unos mejores que otros, depende desde dónde se mires.
Los hay que son celosos cuidadores de su nenas en la irreversible instancia que van a tomar, en la dirección opuesta a la del galán que pretende llevarse a la princesa, y entonces de entrada nos más en los difíciles y escasos contactos que hacen con el pretendiente, aclaran implícita o explícitamente las condiciones, salidas con horarios pre establecidos, cupos de tiempo de permanencia en zaguanes u otros rincones peligrosos como para que la pequeña cortesana de la corte familiar no pierda lo que el galán quiere ganar y los suegros tampoco quieren perder, suspicaces piden exposición mínima de dotes que aunque fueran pocas aseguren a la cenicienta una herencia aceptable, o en bienes materiales que es lo más importante por lo menos en la interpretación inmediata de esos suegros guarda bosques, o en equilibrios psicológicos que permitan la tranquilidad de saber que el tipo no pensará ni siquiera en atreverse a pegarle a la nena tundas atrasadas que la harían menos egoísta y menos caprichosa.
En la otra categoría de suegros están otros un poco más descuidados que aquellos, más displicentes y permisivos, que se muestran como compinches del galán que aspira estar en el podio de los ganadores con la campeona, que puede serlo en ocasiones más de lo que con cualquier imaginación normal puede esperarse, o una niña inocente como cualquiera esperando paciente y ardientemente la oportunidad de entregar virginidades y candores, o una atorrante encubierta empeñada en blanquear pecadillos no declarados, esos suegros no establecen condiciones y no andan con imposiciones de ninguna naturaleza, son facilitadores, porque allanan los obstáculos que puedan interponerse entre el seguidor y la niña de sus desvelos, son conversadores y generalmente comparten con los pretendientes actividades que son propias del género, como excursiones de caza, programas de pesca, deportes o similares, buscando ganarse la confianza de quienes presuntamente se llevan a la reina, no les preocupan las dotes materiales al contrario de verdad o abiertamente las ofrecen, y en algunos casos pueden levantar sospechas porque pretenden que los juglares le peguen a la dama esa cacheta que alguna vez se quedaron con ganas de cruzarle en la cara.
En la mayoría de los caso la predisposición de los suegros con los galanes es inversamente proporcional a la desesperación de desprenderse de sus vástagos femeninos, y en honor a la verdad hay que decir que hay innumerables variantes a estas dos categorías genéricas.
Hay otros suegros que son un promedio, como el que me tocó apenas empezaba mi carrera de mujeriego incurable.
Era un tipo silencioso, parco, poco conversador.
Pero después de dos o tres palabras que cruzamos por iniciativa propia me regaló dos libros que para él eran de cabecera.
Uno, fue el hombre mediocre de Ingenieros, como si hubiera sido un presagio eso fui toda mi vida.
El otro fue la teoría de la relatividad, que nunca alcance a leer, no obstante siempre fui además de mediocre un tipo relativo lejos, bien lejos de su nena, y de todas las nenas que fui dejando en mi tránsito de confundido.
Los hay que son celosos cuidadores de su nenas en la irreversible instancia que van a tomar, en la dirección opuesta a la del galán que pretende llevarse a la princesa, y entonces de entrada nos más en los difíciles y escasos contactos que hacen con el pretendiente, aclaran implícita o explícitamente las condiciones, salidas con horarios pre establecidos, cupos de tiempo de permanencia en zaguanes u otros rincones peligrosos como para que la pequeña cortesana de la corte familiar no pierda lo que el galán quiere ganar y los suegros tampoco quieren perder, suspicaces piden exposición mínima de dotes que aunque fueran pocas aseguren a la cenicienta una herencia aceptable, o en bienes materiales que es lo más importante por lo menos en la interpretación inmediata de esos suegros guarda bosques, o en equilibrios psicológicos que permitan la tranquilidad de saber que el tipo no pensará ni siquiera en atreverse a pegarle a la nena tundas atrasadas que la harían menos egoísta y menos caprichosa.
En la otra categoría de suegros están otros un poco más descuidados que aquellos, más displicentes y permisivos, que se muestran como compinches del galán que aspira estar en el podio de los ganadores con la campeona, que puede serlo en ocasiones más de lo que con cualquier imaginación normal puede esperarse, o una niña inocente como cualquiera esperando paciente y ardientemente la oportunidad de entregar virginidades y candores, o una atorrante encubierta empeñada en blanquear pecadillos no declarados, esos suegros no establecen condiciones y no andan con imposiciones de ninguna naturaleza, son facilitadores, porque allanan los obstáculos que puedan interponerse entre el seguidor y la niña de sus desvelos, son conversadores y generalmente comparten con los pretendientes actividades que son propias del género, como excursiones de caza, programas de pesca, deportes o similares, buscando ganarse la confianza de quienes presuntamente se llevan a la reina, no les preocupan las dotes materiales al contrario de verdad o abiertamente las ofrecen, y en algunos casos pueden levantar sospechas porque pretenden que los juglares le peguen a la dama esa cacheta que alguna vez se quedaron con ganas de cruzarle en la cara.
En la mayoría de los caso la predisposición de los suegros con los galanes es inversamente proporcional a la desesperación de desprenderse de sus vástagos femeninos, y en honor a la verdad hay que decir que hay innumerables variantes a estas dos categorías genéricas.
Hay otros suegros que son un promedio, como el que me tocó apenas empezaba mi carrera de mujeriego incurable.
Era un tipo silencioso, parco, poco conversador.
Pero después de dos o tres palabras que cruzamos por iniciativa propia me regaló dos libros que para él eran de cabecera.
Uno, fue el hombre mediocre de Ingenieros, como si hubiera sido un presagio eso fui toda mi vida.
El otro fue la teoría de la relatividad, que nunca alcance a leer, no obstante siempre fui además de mediocre un tipo relativo lejos, bien lejos de su nena, y de todas las nenas que fui dejando en mi tránsito de confundido.
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cuentos del abuelo que no son más que cuentos que se van copiando a lo largo del tiempo
MIAMI.- Uno tiende a pensar que las canciones infantiles no son otra cosa que tradición oral de origen incierto, convertida en dominio público y, como consecuencia, creaciones exentas de todo reclamo propietario.
"Sobre el puente de Avignon", por ejemplo, es una canción francesa del siglo XV y alude al famoso puente medieval de Saint-Benézet, que se extendía sobre el Ródano. Y "Mambrú se fue a la guerra" fue compuesta en 1709, tras la Batalla de Malplaquet, donde Gran Bretaña y Francia se enfrentaron para dirimir la sucesión española. El Mambrú en cuestión era el duque de Marlborough, a quien los franceses creían muerto.
Pero nadie conoce la identidad de sus creadores y en algunos casos, como el de Mambrú, se sospecha que se trata de una melodía originalmente árabe, que llegó a Francia con las cruzadas.
No es el caso de "Happy Birthday To You" ("Feliz cumpleaños"), considerada por el libro Guinness de récords la canción más popular del mundo, entonada en los más variados niveles de disonancia y en una multitud de lenguas en aniversarios de bebes, adultos y ancianos, incluida en cajas de música, teléfonos celulares y tarjetas de aniversario, llevada al espacio como uno de los testimonios de la cultura del planeta Tierra y memorablemente cantada por Marilyn Monroe el 19 de mayo de 1962 (78 días antes de su suicidio) a su amante, el presidente John F. Kennedy, en una celebración multitudinaria en el Madison Square Garden.
"Happy Birthday To You" no sólo tiene un origen comprobado, sino que además tiene dueño y copyright, y es objeto de una fascinante batalla legal por lo que podría representar unos 2.000.000 de dólares anuales en concepto de derechos de autor.
La historia comienza en 1893, cuando las hermanas Mildred y Patty Smith Hill, maestras jardineras de Kentucky, confeccionaron un libro titulado Cuentos cantados para el j ardín de infantes, que fue publicado por la editorial Clayton F. Summy Co., de Chicago.
La primera canción del libro se titulaba "Buenos días a todos", pero durante un cumpleaños del que las hermanas participaron, Patty sugirió cambiar la letra de la canción por "Happy Birthday To You", como una manera de homenajear a la niña que ese día celebraba su aniversario.
Esto es, en realidad, lo que se supone, porque no existe documentación que establezca que la letra de "Happy Birthday To You", de apenas cuatro líneas, sea efectivamente autoría de Patty Smith.
En marzo de 1924, un editor llamado Robert H. Coleman publicó una versión de "Buenos días a todos", que incorporaba la letra de "Happy Birthday" como alternativa. Con el advenimiento del cine y de la radio, la canción alcanzó una extraordinaria popularidad.
En 1931, fue incluida en el musical The Band Wagon , de George S. Kaufman y Howard Dietz, que protagonizaron Fred Astaire y su hermana, Adele, y dos años más tarde, cuando la Western Union lanzó su primer telegrama cantado, eligió "Happy Birthday To You" como su primera canción.
Fue, precisamente, en 1933, cuando Irving Berlin volvió a usar la canción en su comedia musical As Thousands Cheer ( Mientras miles vitorean ) que Jessica Hill, la tercera de las hermanas Hill, decidió emprender acciones legales.
Tras demostrar la similitud entre la canción original y "Happy Birthday To You", Jessica Hill logró que una corte la autorizara a registrar la nueva versión, que obtuvo un copyright en 1934.
La compañía Summy de Chicago publicó la canción en 1935. Según la legislación en vigor, los derechos debían expirar en 28 años, pero el acta del derecho de autor sancionada en 1976 los extendió hasta 2010. Y en 1998, a propósito de una disputa en torno de una canción de Sonny Bono, la Corte Suprema norteamericana añadió 20 años más al derecho de autor, lo que prolongó el copyright sobre "Happy Birthday To You" hasta 2030.
Algunos expertos, como Robert Brauneis, de la Universidad George Washington, argumentan que si bien los méritos para registrar una canción popular son válidos, en el caso de "Happy Birthday To You", los argumentos se ven anulados por la inexistencia de pruebas fehacientes acerca de quién escribió la letra de la canción.
Si todo esto hace dudar al lector acerca de la conveniencia de cantar "Happy Birthday" la próxima vez que algún familiar cumpla años, a riesgo de que aparezca alguien de Sadaic a reclamar los royalties, tranquilícese. Las demandas sólo se aplican a la explotación comercial de la canción, no a las fiestas familiares.
(tradición conocida gracias a mario diament en una nación de 2009)
"Sobre el puente de Avignon", por ejemplo, es una canción francesa del siglo XV y alude al famoso puente medieval de Saint-Benézet, que se extendía sobre el Ródano. Y "Mambrú se fue a la guerra" fue compuesta en 1709, tras la Batalla de Malplaquet, donde Gran Bretaña y Francia se enfrentaron para dirimir la sucesión española. El Mambrú en cuestión era el duque de Marlborough, a quien los franceses creían muerto.
Pero nadie conoce la identidad de sus creadores y en algunos casos, como el de Mambrú, se sospecha que se trata de una melodía originalmente árabe, que llegó a Francia con las cruzadas.
No es el caso de "Happy Birthday To You" ("Feliz cumpleaños"), considerada por el libro Guinness de récords la canción más popular del mundo, entonada en los más variados niveles de disonancia y en una multitud de lenguas en aniversarios de bebes, adultos y ancianos, incluida en cajas de música, teléfonos celulares y tarjetas de aniversario, llevada al espacio como uno de los testimonios de la cultura del planeta Tierra y memorablemente cantada por Marilyn Monroe el 19 de mayo de 1962 (78 días antes de su suicidio) a su amante, el presidente John F. Kennedy, en una celebración multitudinaria en el Madison Square Garden.
"Happy Birthday To You" no sólo tiene un origen comprobado, sino que además tiene dueño y copyright, y es objeto de una fascinante batalla legal por lo que podría representar unos 2.000.000 de dólares anuales en concepto de derechos de autor.
La historia comienza en 1893, cuando las hermanas Mildred y Patty Smith Hill, maestras jardineras de Kentucky, confeccionaron un libro titulado Cuentos cantados para el j ardín de infantes, que fue publicado por la editorial Clayton F. Summy Co., de Chicago.
La primera canción del libro se titulaba "Buenos días a todos", pero durante un cumpleaños del que las hermanas participaron, Patty sugirió cambiar la letra de la canción por "Happy Birthday To You", como una manera de homenajear a la niña que ese día celebraba su aniversario.
Esto es, en realidad, lo que se supone, porque no existe documentación que establezca que la letra de "Happy Birthday To You", de apenas cuatro líneas, sea efectivamente autoría de Patty Smith.
En marzo de 1924, un editor llamado Robert H. Coleman publicó una versión de "Buenos días a todos", que incorporaba la letra de "Happy Birthday" como alternativa. Con el advenimiento del cine y de la radio, la canción alcanzó una extraordinaria popularidad.
En 1931, fue incluida en el musical The Band Wagon , de George S. Kaufman y Howard Dietz, que protagonizaron Fred Astaire y su hermana, Adele, y dos años más tarde, cuando la Western Union lanzó su primer telegrama cantado, eligió "Happy Birthday To You" como su primera canción.
Fue, precisamente, en 1933, cuando Irving Berlin volvió a usar la canción en su comedia musical As Thousands Cheer ( Mientras miles vitorean ) que Jessica Hill, la tercera de las hermanas Hill, decidió emprender acciones legales.
Tras demostrar la similitud entre la canción original y "Happy Birthday To You", Jessica Hill logró que una corte la autorizara a registrar la nueva versión, que obtuvo un copyright en 1934.
La compañía Summy de Chicago publicó la canción en 1935. Según la legislación en vigor, los derechos debían expirar en 28 años, pero el acta del derecho de autor sancionada en 1976 los extendió hasta 2010. Y en 1998, a propósito de una disputa en torno de una canción de Sonny Bono, la Corte Suprema norteamericana añadió 20 años más al derecho de autor, lo que prolongó el copyright sobre "Happy Birthday To You" hasta 2030.
Algunos expertos, como Robert Brauneis, de la Universidad George Washington, argumentan que si bien los méritos para registrar una canción popular son válidos, en el caso de "Happy Birthday To You", los argumentos se ven anulados por la inexistencia de pruebas fehacientes acerca de quién escribió la letra de la canción.
Si todo esto hace dudar al lector acerca de la conveniencia de cantar "Happy Birthday" la próxima vez que algún familiar cumpla años, a riesgo de que aparezca alguien de Sadaic a reclamar los royalties, tranquilícese. Las demandas sólo se aplican a la explotación comercial de la canción, no a las fiestas familiares.
(tradición conocida gracias a mario diament en una nación de 2009)
boludeces de humor negro que circulan
por el ciberespacio y por la calle
Hay un tipo gangoso sentado en un banco del Central Park de Nueva York,
en la noche de Nochebuena, cuando de pronto se acerca una dama y se
sienta a su lado. El tipo, que andaba solo, para romper el hielo le dice:
- ¡Ghola!
- ¡Ghola!
- ¿Ghos tanguien shos gangosa...?
- Shi.
- ¿Y haglás Eskañol?
- Shi.
- ¡Lo único que te jaltaria esh sher Arlgentina!
- Shi, shoy Arlgentina.
- ¡Uy! ¡Qué shuerte! ¡Yo tamguien shoy Arlgentino! Yo eskaba solo acá
shentado hoy que esh noche guena y jhusto akareciste vosh que tamguien
shos gangosa y Arlgentina. ¿Que te karece shi hacemos algo...?
- Gueno, ashi ninguno de los dosh she queda sholo.
Entonces se van los dos a cenar. Empiezan a charlar, a conocerse y se van
a pasar la Nochebuena en un Hotel. Se encaman, y luego de unas horas de
sexo, lujuria y placer se produce la siguiente conversación:
- Oguime, le dice la chica, tengho que confesharte algho.
- ¿Qué esh?
- Tengho Sida...
- ¡Ah...! ¡Güenísimo! ¡ ¡Yho tengho Pan Dulce!
Hay un tipo gangoso sentado en un banco del Central Park de Nueva York,
en la noche de Nochebuena, cuando de pronto se acerca una dama y se
sienta a su lado. El tipo, que andaba solo, para romper el hielo le dice:
- ¡Ghola!
- ¡Ghola!
- ¿Ghos tanguien shos gangosa...?
- Shi.
- ¿Y haglás Eskañol?
- Shi.
- ¡Lo único que te jaltaria esh sher Arlgentina!
- Shi, shoy Arlgentina.
- ¡Uy! ¡Qué shuerte! ¡Yo tamguien shoy Arlgentino! Yo eskaba solo acá
shentado hoy que esh noche guena y jhusto akareciste vosh que tamguien
shos gangosa y Arlgentina. ¿Que te karece shi hacemos algo...?
- Gueno, ashi ninguno de los dosh she queda sholo.
Entonces se van los dos a cenar. Empiezan a charlar, a conocerse y se van
a pasar la Nochebuena en un Hotel. Se encaman, y luego de unas horas de
sexo, lujuria y placer se produce la siguiente conversación:
- Oguime, le dice la chica, tengho que confesharte algho.
- ¿Qué esh?
- Tengho Sida...
- ¡Ah...! ¡Güenísimo! ¡ ¡Yho tengho Pan Dulce!
ADN
ADN, los derechos y los ácidos. No sé mucho de los derechos a darse cuenta de que la privacidad es la privacidad y ninguna ley puede cambiar de una entidad de este tipo fuera de la condición humana, o la cosmética o la justificación de un derecho natural e inherente a lo esencial de nuestra más pura naturaleza, y que esto es como un apoyo a la vida antes de que otros principios, si uno trató de construir un sistema o establecer prioridad sobre lo que está aguas arriba o aguas abajo en este autodeterminada, y con independencia de tema o la implicación de otra u otras personas en esta iniciativa. Por supuesto, las líneas que marcan los espacios reales y virtuales en todo esto son muy indefinida ya veces hace que el avance hacia lo que aún no se sabe si se hiciese lo que con la eutanasia, o en un extremo opuesto a incurrir en errores extraordinarios como privar a alguien de libertad no recordar el número de identificación de la memoria o su look hippie de desgracia como lo fue para la Argentina en los años setenta. La intimidad es la intimidad y creo francamente que debemos estar de acuerdo - no palabrería - la mayoría de las personas que habitan este planeta, pero privacidad que no debe confundirse con el privado, como parte de nuestra personalidad es constitutiva, pero no es determinante de nuestra función social se despliega en una amplia gama de posibilidades, y luego sucede que alguien quiere meterse con nuestra privacidad sin una petición o similares , también puede ser individual más o menos dispuestos a compartir nuestra intimidad con uno u otro o directamente a no compartir. El que fue violada, sin duda, es herido en sustancia, sino la sociedad en su sistema como se señaló en ese caso a quien la lesión y, en general condenando la actitud, pero no heridos alivio al que sufre y en todo caso sólo contiene el enigma nunca es recuperada por el individual y así es como entrar en el gran área de gris que existe en esta materia que va del negro al blanco, ya la tercera, que, como grupo lo resolvemos nuestras lesiones socialmente con los que obtenemos asuma que sufrió una lesión en su intimidad somos que no participan, lo hacemos a veces y otras no ?, ¿cómo lo que otros entienden que debemos comprometernos con la privacidad de los demás, especialmente cuando la persona no solicita o cuando lo solicite expresamente, o si la persona no lo hace? ¿Por qué habría de lo que otros quieren ser y no es lo que debería ser? ¿Está bien que otra carga generacional se convierte en uno que pertenece a otra generación? ¿Hay alguien en el sistema con la capacidad de sopesar las decisiones íntimas no es socialmente perjudicial, ¿alguien puede obligar a otro para alterar las decisiones subjetivas? Aunque las costumbres argentinas como nos inclinamos a menudo para tomar el lugar de los dioses intimidad es la intimidad, y aunque se encuentran con la base para los que no se ve bien para obligar a alguien compulsivamente directa o indirectamente a someterse a las pruebas de ADN para determinar su por caso o formular objeciones si hay razones que podrían desencadenar acciones, para asegurarse de que la decisión de convertir esas características cualquiera de los términos de la ecuación esa es nuestra inherente e inviolable espléndida privacidad, o la totalidad de sus términos. En cuanto a la integridad, en su resolución y si las normas que puedan estar en ese sentido la estatura de su propia probidad es primero una decisión individual y la privación y si uno es conjunto y también con su entorno que no es perjudicial, no hay razón alguien puede reclamar el derecho a oponerse, porque de la misma manera que podría desafiar lo que creemos es posiblemente el otro, evidentemente, más de un lío armar estilo argentino con piquete y todo, y razones más legítimos distintos de los que se hicieron sobre si son incompatibles con ellos mismos, y mucho menos si éstos pertenecen al anuncio para la afiliación de uno mismo. ¿Cuántos ejemplos de problemas no resueltos en nuestra sociedad es sólo porque la gente elige para preservar su integridad? Debido a la dignidad, porque la vergüenza y la sobriedad son instintos independientes están en un nivel más alto que la evaluación externa de la honra o deshonra a sí mismo. ¿Es el voluntarismo honor individual una variable dependiente de otra u otras personas? Como el umbral de la identidad, es decir, antes mucho antes de la inexactitud probable de tercero para la medición de índices de audiencia muy personales y también por su forma de elección auto-mal es pre errores por proxy, tanto más si la información, comunicación o conocimiento se impregnan con un ácido rencor del árbitro.
About Me
- inca paz
- Inca Paz también puede ser este ¿no?, de mi vida si te interesa preguntá, y sino todo bien
historia argentina contemporánea
Fernando Peña
29.03.2008
Cristina, mucho gusto. Mi nombre es Fernando Peña, soy actor, tengo 45 años y soy uruguayo. Peco de inocente si pienso que usted no me conoce, pero como realmente no lo sé, porque no me cabe duda que debe de estar muy ocupada últimamente trabajando para que este país salga adelante, cometo la formalidad de presentarme. Siempre pienso lo difícil que debe ser manejar un país... Yo seguramente trabajo menos de la mitad que usted y a veces me encuentro aturdido por el estrés y los problemas. Tengo un puñado de empleados, todos me facturan y yo pago IVA, le aclaro por las dudas, y eso a veces no me deja dormir porque ellos están a mi cargo. ¡Me imagino usted! Tantos millones de personas a su cargo, ¡qué lío, qué hastío! La verdad es que no me gustaría estar en sus zapatos. Aunque le confieso que me encanta travestirme, amo los tacos y algunos de sus zapatos son hermosísimos. La felicito por su gusto al vestirse.Mi vida transcurre de una manera bastante normal: trabajo en una radio de siete a diez de la mañana, después generalmente duermo hasta la una y almuerzo en mi casa. Tengo una empleada llamada María, que está conmigo hace quince años y me cocina casero y riquísimo, aunque veces por cuestiones laborales almuerzo afuera. Algunos días se me hacen más pesados porque tengo notas gráficas o televisivas o ensayos, pruebas de ropa, estudio el guión o preparo el programa para el día siguiente, pero por lo general no tengo una vida demasiado agitada. Mi celular suena mucho menos que el suyo, y todavía por suerte tengo uno solo. Pero le quiero contar algo que ocurrió el miércoles pasado. Es que desde entonces mi celular no deja de sonar: Telefe, Canal 13, Canal 26, diarios, revistas, Télam… De pronto todos quieren hablar conmigo. Siempre quieren hablar conmigo cuando soy nota, y soy nota cuando me pasa algo feo, algo malo. Cuando estoy por estrenar una obra de teatro –mañana, por ejemplo– nadie llama. Para eso nadie llama. Llaman cuando estoy por morirme, cuando hago algún “escándalo” o, en este caso, cuando fui palangana para los vómitos de Luis D’Elía. Es que D’Elía se siente mal. Se siente mal porque no es coherente, se siente mal porque no tiene paz. Alguien que verbaliza que quiere matar a todos los blancos, a todos los rubios, a todos los que viven donde él no vive, a todos lo que tienen plata, no puede tener paz, o tiene la paz de Mengele.Le cuento que todo empezó cuando llamé a la casa de D’Elía el miércoles porque quería hablar tranquilo con él por los episodios del martes: el golpe que le pegó a un señor en la plaza. Me atendió su hijo, aparentemente Luis no estaba. Le pregunté sencillamente qué le había parecido lo que pasó. Balbuceó cosas sin contenido ni compromiso y cortó. Al día siguiente insistí, ya que me parecía justo que se descargara el propio Luis. Me saludó con un “¿qué hacés, sorete?” y empezó a descomponerse y a vomitar, pobre Luis, no paraba de vomitar. ¡Vomitó tanto que pensé que se iba a morir! Estaba realmente muy mal, muy descompuesto. Le quise recordar el día en el que en el cine Metro, cuando Lanata presentó su película Deuda, él me quiso dar la mano y fui yo quien se negó. Me negué, Cristina, porque yo no le doy la mano a gente que no está bien parada, no es mi estilo. Para mí, no estar bien parado es no ser consecuente, no ser fiel. Acepto contradicciones, acepto enojos, peleas, puteadas, pero no tolero a las personas que se cruzan de vereda por algunos pesos. No comparto las ganas de matar. El odio profundo y arraigado tampoco. Las ganas de desunir, de embarullar y de confundir a la gente tampoco. Cuando me cortó diciéndome: “Chau, querido…”, enseguida empezaron los llamados, primero de mis amigos que me advertían que me iban a mandar a matar, que yo estaba loco, que cómo me iba a meter con ese tipo que está tan cerca de los Kirchner, que D’Elía tiene muuuucho poder, que es tremendamente peligroso. Entonces, por las dudas hablé con mi abogado. ¡Mi abogado me contestó que no había nada qué hacer porque el jefe de D’Elía es el ministro del Interior! Entonces sentí un poco de miedo. ¿Es así Cristina? Tranquilíceme y dígame que no, que Luis no trabaja para usted o para algún ministro. Pero, aun siendo así, mi miedo no es que D’Elía me mate, Cristina; mi miedo se basa en que lo anterior sea verdad. ¿Puede ser verdad que este hombre esté empleado para reprimir y contramarchar? ¿Para patotear? ¿Puede ser verdad? Ése es mi verdadero miedo. De todos modos lo dudo.Yo soy actor, no político ni periodista, y a veces, aunque no parezca, soy bastante ingenuo y estoy bastante desinformado. Toda la gente que me rodea, incluidos mis oyentes, que no son pocos, me dicen que sí, que es así. Eso me aterra. Vivir en un país de locos, de incoherentes, de patoteros. Me aterra estar en manos de retorcidos maquiavélicos que callan a los que opinamos diferente. Me aterra el subdesarrollo intelectual, el manejo sucio, la falta de democracia, eso me aterra Cristina. De todos modos, le repito, lo dudo.Pero por las dudas le pido que tenga usted mucho cuidado con este señor que odia a los que tienen plata, a los que tienen auto, a los blancos, a los que viven en zona norte. Cuídese usted también, le pido por favor, usted tiene plata, es blanca, tiene auto y vive en Olivos. A ver si este señor cambia de idea como es su costumbre y se le viene encima. Yo que usted me alejaría de él, no lo tendría sentado atrás en sus actos, ni me reuniría tan seguido con él. De todas maneras, usted sabe lo que hace, no tengo dudas. No pierdo las esperanzas, quiero creer que vivo en un país serio donde se respeta al ciudadano y no se lo corre con otros ciudadanos a sueldo; quiero creer que el dinero se está usando bien, que lo del campo se va a solucionar, que podré volver a ir a Córdoba, a Entre Ríos, a cualquier provincia en auto, en avión, a mi país, el Uruguay… por tierra algún día también.Quiero creer que pronto la Argentina, además de los cuatro climas, Fangio, Maradona y Monzón, va a ser una tierra fértil, el granero del mundo que alguna vez supo ser, que funcionará todo como corresponde, que se podrá sacar un DNI y un pasaporte en menos de un mes, que tendremos una policía seria y responsable, que habrá educación, salud, piripipí piripipí piripipí, y todo lo que usted ya sabe que necesita un país serio. No me cabe duda de que usted lo logrará. También quiero creer que la gente, incluso mis oyentes, hablan pavadas y que Luis D’Elía es un señor apasionado, sanguíneo, al que a veces, como dijo en C5N, se le suelta la cadena. Esa nota la vio, ¿no? Quiero creer, Cristina, que Luis es solamente un loco lindo que a veces se va de boca como todos. Quiero creer que es tan justiciero que en su afán por imponer justicia social se desborda y se desboca. Quiero creer que nunca va a matar a alguien y que es un buen hombre. Quiero creer que ni usted ni nadie le pagan un centavo. Quiero creer que usted le perdona todo porque le tiene estima. Quiero creer que somos latinos y por eso un tanto irreverentes, a veces también agresivos y autoritarios. Quiero creer que D’Elía no me odia y que, la próxima vez que me lo cruce en un cine o donde sea, me haya demostrado que es un hombre coherente, trabajador decente con sueldo en blanco y buenas intenciones.Cuando todo eso suceda, le daré la mano a D’Elía y gritaré: “Viva Cristina”… Cuántas ganas tengo de que todo eso suceda. ¿Estaré pecando de inocente e ingenuo otra vez? Espero que no. La saluda cordialmente,Fernando Peña
para la memoria y la libertad - ni una palabra más
Es habitual en los últimos tiempos encontrarse con intelectuales y artistas (y también con periodistas)que se dicen cansados de un periodismo crítico de los Kirchner. "Todos se han puesto de acuerdo para hablar mal del Gobierno", se escuchó decir hace poco a un reconocido escritor argentino. ¿Por qué no se cansaron cuando los periodistas criticábamos a Carlos Menem, a Fernando de la Rúa, a Eduardo Duhalde y hasta a Raúl Alfonsín mismo, aunque en este último caso prevaleció siempre, es cierto, el natural cuidado de una democracia recién nacida? En realidad, aquellos fatigados confunden cansancio con coincidencia. Ellos están -y es su derecho- muy cerca del discurso del kirchnerismo, aun cuando les sea difícil unir discurso y realidad, a veces tan divorciados.
El problema no pasaría de ser un duelo inconcluso entre extenuados y resistentes si la solución que se ofrece no fuera extremadamente peligrosa. Lo que agota, dicen, es la opinión.
El periodismo debería limitarse a ser un transportador de informaciones asépticas y un comunicador de posiciones antagónicas con preponderancia de las oficiales, porque el Gobierno tiene la responsabilidad de conducir la nación política. Eso es lo que proponen. En castellano simple y directo: lo que buscan es un periodismo pasteurizado, integrado por mecanógrafos o relatores que deberían limitarse a contar una realidad compleja, impetuosa y cambiante. Imposible de digerir fácilmente, por lo tanto, para el ciudadano preocupado por las cosas rutinarias de su vida.
La primera contradicción surge cuando ninguno de aquellos fatigados alude a las opiniones que florecen en los huertos del kirchnerismo. Ministros, legisladores, periodistas amigos y hasta la Presidenta suelen opinar (¡y cómo!) sobre todo lo que les es adverso. Es, entonces, la opinión del periodismo independiente (sí, independiente) lo que cansa y estaría de más.
Resulta, sin embargo, que no hay una fórmula verdadera para el periodismo que no incluya su función crítica del poder. Un periodismo acrítico, esterilizado y descolorido no tiene ninguna razón para existir. Su posición crítica debe incluir, desde ya, a la oposición, en tanto ésta forma parte del poder actual o del poder futuro. Pero su función crítica (desde la opinión o desde la investigación) debe abarcar sobre todo al poder que gobierna la contingencia. La publicidad de los actos de gobierno corre por cuenta de los funcionarios y de los enormes recursos estatales para promocionarlos, distribuidos arbitrariamente en el caso que nos ocupa.
Un medio periodístico debe incluir también en sus páginas o en sus espacios la opinión (con la condición de que sea seria y responsable) de los que no coinciden con el punto de vista de ese medio de comunicación. La Nacion lo ha hecho hasta cuando se dio el debate por la nueva ley de medios: convocó a sus páginas a políticos e intelectuales que no coincidían con la posición editorial del diario. Es la obligación del periodismo. Pero el medio periodístico y los periodistas cuentan con el derecho ?y el deber? de tener una opinión determinada sobre los sucesos de la vida pública del país. ¿Acaso no dejaría de merecer el necesario respeto (y hasta carecería de la conveniente previsibilidad) un medio al que le diera lo mismo el derecho o el revés de las cosas, las políticas de un color o de otro y las buenas o las malas formas?
La opinión es libre, como dijo hace poco Cristina Kirchner, en una de sus pocas oraciones de aceptación de la libertad del otro. Con todo, el periodismo tiene algunos deberes junto con aquellos derechos. La información que sustenta su opinión debe ser veraz. El chequeo de las versiones es una práctica que jamás debe olvidarse y nunca debe prestarse a las detestables operaciones de prensa que el kirchnerismo frecuenta con más constancia que ningún otro grupo político. Honestidad personal y honestidad intelectual son los atributos que deben marcar el límite moral del periodismo. Es necesario también el cultivo de la coherencia: no hay nada más desconcertante para un lector desprevenido que un medio o un periodista que cambian sus opiniones en todas las esquinas de la vida.
En medio de ese debate, es perceptible la existencia de periodistas jóvenes que se preguntan si es conveniente coincidir con las opiniones de "la empresa" periodística en la que trabajan. Esto es nuevo y es viejo, al mismo tiempo. El kirchnerismo tiene una habilidad enorme para resucitar viejos fantasmas del pasado. Ese enredo muy antiguo entre la libertad de prensa y la "libertad de empresa" había dejado de existir hace más de treinta años.
Hagamos un ejercicio. ¿Por qué no cambiamos las preguntas? ¿Qué tiene de raro, por ejemplo, que un periodista concuerde con el medio en el que trabaja? ¿Acaso las empresas periodísticas no existen también gracias a la composición del buen periodismo? ¿Por qué esas empresas deberían tener, en los casos más notables al menos, intereses contradictorios con las mejores prácticas de la profesión? ¿No es preferible para este oficio de libertarios estar de acuerdo con un diario, donde pasamos parte de nuestras vidas, antes que con un gobierno de políticos pasteleros y fugaces?
La Argentina, en efecto, habita en el pasado. Ningún debate de los últimos meses ha llegado siquiera a la década del 80. ¿Qué hacía tal o cual periodista en 1976, 1977 o 1978? No hacíamos nada. Vivíamos bajo una dictadura y cada uno vivía de lo que podía y como podía. Sólo los que vivieron bajo el peso aplastante y gris de una dictadura saben que no había muchas más cosas para defender que pequeñas cuotas de dignidad. Hagamos de nuevo preguntas desde otro lugar: ¿acaso los únicos periodistas dignos fueron los exiliados o los que se comprometieron firmemente con organizaciones insurgentes de la década del 70? Esa sería, si fuera así, una conclusión injusta, discriminatoria e inaceptable. Otra cosa tan inaceptable como aquélla es la decisión política del Gobierno de cambiar la historia de cada uno de los que considera adversarios.
La síntesis ha llegado a la farsa: o se está con Kirchner o se estuvo con la dictadura.
Feas armas se han usado en los últimos tiempos. A muchos periodistas no les gusta ser protagonistas de esas emisiones de maldad que se emiten por canales oficiales o paraoficiales.
Es cierto que es difícil cuando la vida cambia y ya no se puede caminar con tranquilidad por la calle porque se está a la espera de una agresión verbal o física. Y es más arduo aún aguantar en silencio la insistencia de la calumnia y de la falsedad, repetida hasta el cansancio por los portavoces oficiosos del Gobierno.
Lo único bueno de todo esto es que no hay atajos: habrá que armarse de paciencia, sin resignar los derechos ni los deberes del periodismo. Asumamos también el riesgo de solitarios que corremos en la vía pública. Un periodista con custodia a su alrededor abandona automáticamente su condición de periodista. Dejemos las aparatosas custodias para que se pavoneen los funcionarios y algunos políticos.
Una vez le pregunté a Néstor Kirchner, en esos diálogos de los columnistas con los presidentes que son mitad reservados y mitad públicos, en tiempos en que los periodistas éramos como somos ahora y el ex presidente no había desenfundado un revólver permanente contra nosotros (sólo lo hacía de vez en cuando), cómo imaginaba su destino después del poder. No estaba preparado para esa pregunta. Miró el techo, demoró la respuesta y, al cabo de unos segundos largos como la eternidad, contestó: "Quisiera poder caminar tranquilo por la calle y que la gente común me saludara con un «buen día, doctor». No quiero más que eso". Tal vez dijo sólo lo que él creía que el periodista quería escuchar, como acostumbraba hacerlo, pero si entonces fue sincero ha decidido ahora llevarse por delante aquel proyecto, hasta incinerar su propia ilusión.
© LA NACION
El problema no pasaría de ser un duelo inconcluso entre extenuados y resistentes si la solución que se ofrece no fuera extremadamente peligrosa. Lo que agota, dicen, es la opinión.
El periodismo debería limitarse a ser un transportador de informaciones asépticas y un comunicador de posiciones antagónicas con preponderancia de las oficiales, porque el Gobierno tiene la responsabilidad de conducir la nación política. Eso es lo que proponen. En castellano simple y directo: lo que buscan es un periodismo pasteurizado, integrado por mecanógrafos o relatores que deberían limitarse a contar una realidad compleja, impetuosa y cambiante. Imposible de digerir fácilmente, por lo tanto, para el ciudadano preocupado por las cosas rutinarias de su vida.
La primera contradicción surge cuando ninguno de aquellos fatigados alude a las opiniones que florecen en los huertos del kirchnerismo. Ministros, legisladores, periodistas amigos y hasta la Presidenta suelen opinar (¡y cómo!) sobre todo lo que les es adverso. Es, entonces, la opinión del periodismo independiente (sí, independiente) lo que cansa y estaría de más.
Resulta, sin embargo, que no hay una fórmula verdadera para el periodismo que no incluya su función crítica del poder. Un periodismo acrítico, esterilizado y descolorido no tiene ninguna razón para existir. Su posición crítica debe incluir, desde ya, a la oposición, en tanto ésta forma parte del poder actual o del poder futuro. Pero su función crítica (desde la opinión o desde la investigación) debe abarcar sobre todo al poder que gobierna la contingencia. La publicidad de los actos de gobierno corre por cuenta de los funcionarios y de los enormes recursos estatales para promocionarlos, distribuidos arbitrariamente en el caso que nos ocupa.
Un medio periodístico debe incluir también en sus páginas o en sus espacios la opinión (con la condición de que sea seria y responsable) de los que no coinciden con el punto de vista de ese medio de comunicación. La Nacion lo ha hecho hasta cuando se dio el debate por la nueva ley de medios: convocó a sus páginas a políticos e intelectuales que no coincidían con la posición editorial del diario. Es la obligación del periodismo. Pero el medio periodístico y los periodistas cuentan con el derecho ?y el deber? de tener una opinión determinada sobre los sucesos de la vida pública del país. ¿Acaso no dejaría de merecer el necesario respeto (y hasta carecería de la conveniente previsibilidad) un medio al que le diera lo mismo el derecho o el revés de las cosas, las políticas de un color o de otro y las buenas o las malas formas?
La opinión es libre, como dijo hace poco Cristina Kirchner, en una de sus pocas oraciones de aceptación de la libertad del otro. Con todo, el periodismo tiene algunos deberes junto con aquellos derechos. La información que sustenta su opinión debe ser veraz. El chequeo de las versiones es una práctica que jamás debe olvidarse y nunca debe prestarse a las detestables operaciones de prensa que el kirchnerismo frecuenta con más constancia que ningún otro grupo político. Honestidad personal y honestidad intelectual son los atributos que deben marcar el límite moral del periodismo. Es necesario también el cultivo de la coherencia: no hay nada más desconcertante para un lector desprevenido que un medio o un periodista que cambian sus opiniones en todas las esquinas de la vida.
En medio de ese debate, es perceptible la existencia de periodistas jóvenes que se preguntan si es conveniente coincidir con las opiniones de "la empresa" periodística en la que trabajan. Esto es nuevo y es viejo, al mismo tiempo. El kirchnerismo tiene una habilidad enorme para resucitar viejos fantasmas del pasado. Ese enredo muy antiguo entre la libertad de prensa y la "libertad de empresa" había dejado de existir hace más de treinta años.
Hagamos un ejercicio. ¿Por qué no cambiamos las preguntas? ¿Qué tiene de raro, por ejemplo, que un periodista concuerde con el medio en el que trabaja? ¿Acaso las empresas periodísticas no existen también gracias a la composición del buen periodismo? ¿Por qué esas empresas deberían tener, en los casos más notables al menos, intereses contradictorios con las mejores prácticas de la profesión? ¿No es preferible para este oficio de libertarios estar de acuerdo con un diario, donde pasamos parte de nuestras vidas, antes que con un gobierno de políticos pasteleros y fugaces?
La Argentina, en efecto, habita en el pasado. Ningún debate de los últimos meses ha llegado siquiera a la década del 80. ¿Qué hacía tal o cual periodista en 1976, 1977 o 1978? No hacíamos nada. Vivíamos bajo una dictadura y cada uno vivía de lo que podía y como podía. Sólo los que vivieron bajo el peso aplastante y gris de una dictadura saben que no había muchas más cosas para defender que pequeñas cuotas de dignidad. Hagamos de nuevo preguntas desde otro lugar: ¿acaso los únicos periodistas dignos fueron los exiliados o los que se comprometieron firmemente con organizaciones insurgentes de la década del 70? Esa sería, si fuera así, una conclusión injusta, discriminatoria e inaceptable. Otra cosa tan inaceptable como aquélla es la decisión política del Gobierno de cambiar la historia de cada uno de los que considera adversarios.
La síntesis ha llegado a la farsa: o se está con Kirchner o se estuvo con la dictadura.
Feas armas se han usado en los últimos tiempos. A muchos periodistas no les gusta ser protagonistas de esas emisiones de maldad que se emiten por canales oficiales o paraoficiales.
Es cierto que es difícil cuando la vida cambia y ya no se puede caminar con tranquilidad por la calle porque se está a la espera de una agresión verbal o física. Y es más arduo aún aguantar en silencio la insistencia de la calumnia y de la falsedad, repetida hasta el cansancio por los portavoces oficiosos del Gobierno.
Lo único bueno de todo esto es que no hay atajos: habrá que armarse de paciencia, sin resignar los derechos ni los deberes del periodismo. Asumamos también el riesgo de solitarios que corremos en la vía pública. Un periodista con custodia a su alrededor abandona automáticamente su condición de periodista. Dejemos las aparatosas custodias para que se pavoneen los funcionarios y algunos políticos.
Una vez le pregunté a Néstor Kirchner, en esos diálogos de los columnistas con los presidentes que son mitad reservados y mitad públicos, en tiempos en que los periodistas éramos como somos ahora y el ex presidente no había desenfundado un revólver permanente contra nosotros (sólo lo hacía de vez en cuando), cómo imaginaba su destino después del poder. No estaba preparado para esa pregunta. Miró el techo, demoró la respuesta y, al cabo de unos segundos largos como la eternidad, contestó: "Quisiera poder caminar tranquilo por la calle y que la gente común me saludara con un «buen día, doctor». No quiero más que eso". Tal vez dijo sólo lo que él creía que el periodista quería escuchar, como acostumbraba hacerlo, pero si entonces fue sincero ha decidido ahora llevarse por delante aquel proyecto, hasta incinerar su propia ilusión.
© LA NACION
noticias de babel
cuando los hombres dejan de entenderse sobrevienen las guerras
BBC
La última persona que hablaba la lengua Bo en las islas indias de Andamán, murió a la edad de 85 años, dijo a BBC una lingüista.
La profesora Anvita Abbi aseguró que la muerte de la señora Boa Sr es un hecho de importancia porque uno de las lenguas más antiguas había llegado a su fin.
Agregó que India perdió una "irremplazable" parte de su herencia cultural.
Los dialectos que se hablan en las islas Andamán se cree que se originaron en África.
Algunas tienen incluso 70.000 años de antigüedad.
Las islas son llamadas con frecuencia "el sueño de los antropólogos", ya que son una de las zonas del mundo con mayor diversidad lingüística.
Se acabó
La profesora Abbi –directora del portal en internet "Vanishing Voices of the Great Andamanese"- explicó: "Tras la muerte de sus padres, hace treinta o cuarenta años, Boa era la última persona que lo podía hablar".
Agregó que "estaba casi siempre sola y tuvo que aprender una versión de hindi que se habla en las islas para poder comunicarse con otra gente".
"Sin embargo, siempre tuvo muy buen sentido del humor… su sonrisa era muy fresca y sus carcajadas eran contagiosas".
La lingüista dijo que la muerte de Boa Sr es una pérdida para los científicos que quieren investigar más acerca de los orígenes de las lenguas antiguas, ya que perdieron una pieza vital del rompecabezas.
Hay una creencia general de que los idiomas que se hablan en las islas Andaman pudieran ser los últimos representantes de las lenguas que se hablaron en tiempos pre-neolíticos
Profesora Anvita Abbi
"Hay una creencia general de que los dialectos que se hablan en las Islas Andamán pudieran ser los últimos representantes de las lenguas que se hablaron en tiempos pre-neolíticos". Dijo la profesora Abbi.
"Se piensa que en las Islas Andaman estaban nuestros primeros ancestros", agregó.
El caso de Boa Sr fue destacado también por el grupo Survival International (SI).
"La extinción de la lengua Bo significa que una parte única de la sociedad es ahora sólo una memoria", dijo el director de SI, Stephen Corry.
"Enfermedades importadas"
La profesora Abbi dijo que dos dialectos de las Islas Andamán han muerto en los últimos tres meses y que esto es un tema que causa gran inquietud.
Los académicos han dividido a las tribus de Andamán en cuatro grandes grupos: los Gran Andamaneses, los Jarawa, los Onge, y los Sentineleses.
La profesora Anvita Abbi se hizo muy amiga de Boa Sr.
La profesora Abbi explicó que la mayoría de los habitantes de las Islas Andamán –con excepción de los Sentineleses-, han estado en contacto con indígenas "de tierra firme" y que por eso sufren "enfermedades importadas".
Dijo que los integrantes del grupo de los Gran Andamaneses son alrededor de 50, la mayoría niños, y que viven en la isla Strait, cerca de la capital, Port Blair.
Boa Sr formaba parte de esta comunidad, que está conformada por varias subtribus, en donde se hablan al menos cuatro lenguas.
Los Jarawa cuentan con alrededor de 250 miembros, y viven en la selva, en el centro de Andamán.
La comunidad de los Onge se cree que tiene no más de varios cientos.
"Nunca se ha establecido ningún contacto humano con los Sentineleses, y hasta el día de hoy, se han resistido a cualquier intervención foránea", agregó la profesora.
El destino de los Gran Andamaneses es lo que más preocupa a los académicos, porque los miembros de esa tribu dependen del gobierno indio para sus alimentos y alojamiento, y el alcohol se consume en grandes cantidades
BBC
La última persona que hablaba la lengua Bo en las islas indias de Andamán, murió a la edad de 85 años, dijo a BBC una lingüista.
La profesora Anvita Abbi aseguró que la muerte de la señora Boa Sr es un hecho de importancia porque uno de las lenguas más antiguas había llegado a su fin.
Agregó que India perdió una "irremplazable" parte de su herencia cultural.
Los dialectos que se hablan en las islas Andamán se cree que se originaron en África.
Algunas tienen incluso 70.000 años de antigüedad.
Las islas son llamadas con frecuencia "el sueño de los antropólogos", ya que son una de las zonas del mundo con mayor diversidad lingüística.
Se acabó
La profesora Abbi –directora del portal en internet "Vanishing Voices of the Great Andamanese"- explicó: "Tras la muerte de sus padres, hace treinta o cuarenta años, Boa era la última persona que lo podía hablar".
Agregó que "estaba casi siempre sola y tuvo que aprender una versión de hindi que se habla en las islas para poder comunicarse con otra gente".
"Sin embargo, siempre tuvo muy buen sentido del humor… su sonrisa era muy fresca y sus carcajadas eran contagiosas".
La lingüista dijo que la muerte de Boa Sr es una pérdida para los científicos que quieren investigar más acerca de los orígenes de las lenguas antiguas, ya que perdieron una pieza vital del rompecabezas.
Hay una creencia general de que los idiomas que se hablan en las islas Andaman pudieran ser los últimos representantes de las lenguas que se hablaron en tiempos pre-neolíticos
Profesora Anvita Abbi
"Hay una creencia general de que los dialectos que se hablan en las Islas Andamán pudieran ser los últimos representantes de las lenguas que se hablaron en tiempos pre-neolíticos". Dijo la profesora Abbi.
"Se piensa que en las Islas Andaman estaban nuestros primeros ancestros", agregó.
El caso de Boa Sr fue destacado también por el grupo Survival International (SI).
"La extinción de la lengua Bo significa que una parte única de la sociedad es ahora sólo una memoria", dijo el director de SI, Stephen Corry.
"Enfermedades importadas"
La profesora Abbi dijo que dos dialectos de las Islas Andamán han muerto en los últimos tres meses y que esto es un tema que causa gran inquietud.
Los académicos han dividido a las tribus de Andamán en cuatro grandes grupos: los Gran Andamaneses, los Jarawa, los Onge, y los Sentineleses.
La profesora Anvita Abbi se hizo muy amiga de Boa Sr.
La profesora Abbi explicó que la mayoría de los habitantes de las Islas Andamán –con excepción de los Sentineleses-, han estado en contacto con indígenas "de tierra firme" y que por eso sufren "enfermedades importadas".
Dijo que los integrantes del grupo de los Gran Andamaneses son alrededor de 50, la mayoría niños, y que viven en la isla Strait, cerca de la capital, Port Blair.
Boa Sr formaba parte de esta comunidad, que está conformada por varias subtribus, en donde se hablan al menos cuatro lenguas.
Los Jarawa cuentan con alrededor de 250 miembros, y viven en la selva, en el centro de Andamán.
La comunidad de los Onge se cree que tiene no más de varios cientos.
"Nunca se ha establecido ningún contacto humano con los Sentineleses, y hasta el día de hoy, se han resistido a cualquier intervención foránea", agregó la profesora.
El destino de los Gran Andamaneses es lo que más preocupa a los académicos, porque los miembros de esa tribu dependen del gobierno indio para sus alimentos y alojamiento, y el alcohol se consume en grandes cantidades
la canción desesperada
en pedo querido neruda, en pedo
La canción desesperadaEmerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El río anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado! Sobre mi corazón llueven frías corolas. Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejanía. Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que ardía como un faro. Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio! En la infancia de niebla mi alma alada y herida. Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo. Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio! Hice retroceder la muralla de sombra, anduve más allá del deseo y del acto. Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí, a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto. Como un vaso albergaste la infinita ternura, y el infinito olvido te trizó como a un vaso. Era la negra, negra soledad de las islas, y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos. Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta. Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro. Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos! Mi deseo de ti fue el más terrible y corto, el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido. Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, aún los racimos arden picoteados de pájaros. Oh la boca mordida, oh los besados miembros, oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados. Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo en que nos anudamos y nos desesperamos. Y la ternura, leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios. Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo, y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! Oh, sentina de escombros, en ti todo caía, qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron! De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste. De pie como un marino en la proa de un barco. Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes. Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo. Pálido buzo ciego, desventurado hondero, descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Es la hora de partir, la dura y fría hora que la noche sujeta a todo horario. El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa. Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros. Abandonado como los muelles en el alba. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos. Ah más allá de todo. Ah más allá de todo. Es la hora de partir. Oh abandonado!
//
La canción desesperadaEmerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El río anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado! Sobre mi corazón llueven frías corolas. Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejanía. Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que ardía como un faro. Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio! En la infancia de niebla mi alma alada y herida. Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo. Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio! Hice retroceder la muralla de sombra, anduve más allá del deseo y del acto. Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí, a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto. Como un vaso albergaste la infinita ternura, y el infinito olvido te trizó como a un vaso. Era la negra, negra soledad de las islas, y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos. Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta. Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro. Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos! Mi deseo de ti fue el más terrible y corto, el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido. Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, aún los racimos arden picoteados de pájaros. Oh la boca mordida, oh los besados miembros, oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados. Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo en que nos anudamos y nos desesperamos. Y la ternura, leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios. Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo, y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! Oh, sentina de escombros, en ti todo caía, qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron! De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste. De pie como un marino en la proa de un barco. Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes. Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo. Pálido buzo ciego, desventurado hondero, descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Es la hora de partir, la dura y fría hora que la noche sujeta a todo horario. El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa. Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros. Abandonado como los muelles en el alba. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos. Ah más allá de todo. Ah más allá de todo. Es la hora de partir. Oh abandonado!
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historias de camas
de diament
MIAMI.- Admitámoslo: si Hollywood hubiera tomado la historia del gobernador Mark Sanford y la hubiera llevado a la pantalla con Richard Gere y Julia Roberts, la gente habría necesitado una toalla para secarse las lágrimas.
¿Qué puede ser más conmovedor que una historia de amor alocado? El adusto gobernador de un estado igualmente adusto, casado con una mujer a cuya fortuna le debe su carrera, con cuatro hijos que puestos en fila trazan una perfecta diagonal, inesperadamente flechado por una porteña de ojos verdes.
¿Cómo contener el palpitar del corazón mientras escucha, como un murmullo distante, el parloteo de sus asesores? ¿Cómo desprenderse de las imágenes que obstinadamente se apoderan de su mente, desplazando cualquier otro pensamiento? Ella es el amor imposible, sí, pero también es el amor.
¿Quién puede sobreponerse al intenso aguijoneo de los recuerdos, a la memoria de la tierna sensación de sus besos, de la sensual curva de sus caderas, al contorno de sus pechos resplandeciendo en la penumbra?
¿Qué espíritu romántico podría dejar de admirar la osadía del gobernador de levantarse un buen día del sillón de su despacho, de la mesa cubierta de anteproyectos y decretos a la firma, de pliegos de presupuestos deficitarios e informes sobre seguridad interior, y dejarlo todo para correr hacia ella?
No le dijo nada a nadie. Nadie supo dónde estaba. Uno de sus asesores insinúa que el gobernador, agobiado por la presión de su trabajo, se ha ido a escalar las montañas Apalaches, como solía hacerlo cuando era chico.
Pero él está en otro lado, volando hacia una Buenos Aires invernal, sucia, intoxicada de debates sobre las inminentes elecciones.
Nada de esto lo amilana porque sabe que al final de ese purgatorio están las calles arboladas del barrio de Palermo, la puerta de cristal, la escultura en el vestíbulo de entrada, el portero somnoliento que baldea la vereda, el ascensor demasiado moroso y, finalmente, ella.
La cama retiene aún el calor de la noche y él se pierde en sus brazos, en sus labios, en el revuelo de su pelo y en las medias palabras que se emiten en el ardor de la pasión.
El amor, aunque efímero, ha triunfado. Mañana no importa. No importan la pretenciosa moralina de los periodistas, los desdeñosos comentarios de políticos rivales, el escándalo, la traición, el precipicio que se abre a sus pies. Nada de eso importa. El corazón ha triunfado.
Lástima que la realidad no tenga la armonía de la ficción literaria. Lástima que haya personajes tan perversos que sean capaces de apoderarse de un intercambio íntimo de correos electrónicos entre amigos y pasárselos anónimamente a la prensa. Lástima que hubo un periodista advertido esperándolo en el aeropuerto de Atlanta. Fin del encantamiento
Pero él no tiene derecho a lamentarse. Después de todo, cayó en el mismo error, debe reconocerlo, cuando cuestionó la "legitimidad moral" de Bill Clinton por su affaire con Mónica Lewinsky y reclamó su juicio político, o cuando criticó a un colega con una historia similar a la suya, diciendo que "violó el juramento a su esposa".
En este punto es donde Richard Gere desaparece y Mark Sanford retoma su rol. Aquí es donde el encantamiento se esfuma y lo que reaparece es la descarada institución del arrepentimiento político.
El gobernador hizo su mea culpa , como antes de él hicieron otros políticos. Las mismas palabras, la misma admisión de haber traicionado a todo el mundo. A su mujer, a sus hijos, a sus amigos, al electorado. Las conferencias de prensa son el confesionario de los funcionarios pecadores. Todo fue un desatino, una pérdida temporaria de la razón. El amor no importa. El corazón es un embaucador. Ahora lo comprende. Lo que importa es la misión, la fe religiosa, los deberes del funcionario.
Hubo otras desprolijidades, es cierto. El viaje anterior a la Argentina pagado con fondos públicos, el abandono de su función, el engaño respecto de su paradero. No exactamente la clase de comportamiento que uno esperaría de Richard Gere. Pero él se propone enmendar las faltas, reponer el dinero, ganar la absolución de su esposa, recuperar la confianza del público.
¿Qué pensará María, a solas en el departamento de Palermo, mirando a su amigo pedir perdón por televisión? ¿Pensará también que al amor es lo de menos?
MIAMI.- Admitámoslo: si Hollywood hubiera tomado la historia del gobernador Mark Sanford y la hubiera llevado a la pantalla con Richard Gere y Julia Roberts, la gente habría necesitado una toalla para secarse las lágrimas.
¿Qué puede ser más conmovedor que una historia de amor alocado? El adusto gobernador de un estado igualmente adusto, casado con una mujer a cuya fortuna le debe su carrera, con cuatro hijos que puestos en fila trazan una perfecta diagonal, inesperadamente flechado por una porteña de ojos verdes.
¿Cómo contener el palpitar del corazón mientras escucha, como un murmullo distante, el parloteo de sus asesores? ¿Cómo desprenderse de las imágenes que obstinadamente se apoderan de su mente, desplazando cualquier otro pensamiento? Ella es el amor imposible, sí, pero también es el amor.
¿Quién puede sobreponerse al intenso aguijoneo de los recuerdos, a la memoria de la tierna sensación de sus besos, de la sensual curva de sus caderas, al contorno de sus pechos resplandeciendo en la penumbra?
¿Qué espíritu romántico podría dejar de admirar la osadía del gobernador de levantarse un buen día del sillón de su despacho, de la mesa cubierta de anteproyectos y decretos a la firma, de pliegos de presupuestos deficitarios e informes sobre seguridad interior, y dejarlo todo para correr hacia ella?
No le dijo nada a nadie. Nadie supo dónde estaba. Uno de sus asesores insinúa que el gobernador, agobiado por la presión de su trabajo, se ha ido a escalar las montañas Apalaches, como solía hacerlo cuando era chico.
Pero él está en otro lado, volando hacia una Buenos Aires invernal, sucia, intoxicada de debates sobre las inminentes elecciones.
Nada de esto lo amilana porque sabe que al final de ese purgatorio están las calles arboladas del barrio de Palermo, la puerta de cristal, la escultura en el vestíbulo de entrada, el portero somnoliento que baldea la vereda, el ascensor demasiado moroso y, finalmente, ella.
La cama retiene aún el calor de la noche y él se pierde en sus brazos, en sus labios, en el revuelo de su pelo y en las medias palabras que se emiten en el ardor de la pasión.
El amor, aunque efímero, ha triunfado. Mañana no importa. No importan la pretenciosa moralina de los periodistas, los desdeñosos comentarios de políticos rivales, el escándalo, la traición, el precipicio que se abre a sus pies. Nada de eso importa. El corazón ha triunfado.
Lástima que la realidad no tenga la armonía de la ficción literaria. Lástima que haya personajes tan perversos que sean capaces de apoderarse de un intercambio íntimo de correos electrónicos entre amigos y pasárselos anónimamente a la prensa. Lástima que hubo un periodista advertido esperándolo en el aeropuerto de Atlanta. Fin del encantamiento
Pero él no tiene derecho a lamentarse. Después de todo, cayó en el mismo error, debe reconocerlo, cuando cuestionó la "legitimidad moral" de Bill Clinton por su affaire con Mónica Lewinsky y reclamó su juicio político, o cuando criticó a un colega con una historia similar a la suya, diciendo que "violó el juramento a su esposa".
En este punto es donde Richard Gere desaparece y Mark Sanford retoma su rol. Aquí es donde el encantamiento se esfuma y lo que reaparece es la descarada institución del arrepentimiento político.
El gobernador hizo su mea culpa , como antes de él hicieron otros políticos. Las mismas palabras, la misma admisión de haber traicionado a todo el mundo. A su mujer, a sus hijos, a sus amigos, al electorado. Las conferencias de prensa son el confesionario de los funcionarios pecadores. Todo fue un desatino, una pérdida temporaria de la razón. El amor no importa. El corazón es un embaucador. Ahora lo comprende. Lo que importa es la misión, la fe religiosa, los deberes del funcionario.
Hubo otras desprolijidades, es cierto. El viaje anterior a la Argentina pagado con fondos públicos, el abandono de su función, el engaño respecto de su paradero. No exactamente la clase de comportamiento que uno esperaría de Richard Gere. Pero él se propone enmendar las faltas, reponer el dinero, ganar la absolución de su esposa, recuperar la confianza del público.
¿Qué pensará María, a solas en el departamento de Palermo, mirando a su amigo pedir perdón por televisión? ¿Pensará también que al amor es lo de menos?
antecedentes para la fundación de agharta
ADN, derechos y ácido.
No hay que saber mucho de derechos para darse cuenta que la intimidad es la intimidad y que ninguna ley modificará desde afuera semejante entidad de la condición humana, y que los que no lo tengan claro pueden cometer errores como privar de la libertad a alguien por su aspecto de hippie en desgracia como era para cualquier argentino en la década esa. La intimidad es la intimidad, y no está bueno retrotraer iniciativas parecidas a las de los setenta y obligar a alguien en forma directa o indirecta para averiguar su ADN por caso, porque si no hay lesión a la libertad del otro la intimidad es integridad y la estatura de la propia probidad es primero una decisión individual y privativa no de un tercero por más que se interponga una loable causa, la intimidad es dignidad y la contrición la vergüenza y la sobriedad son instintos independientes y se encuentran en una frecuencia diferente a la apreciación por parte de un tercero del propio honor o del destructivo deshonor, la intimidad es identidad, y en su forma de elección equivocarse por cuenta propia también es anterior a cometer errores por interpósitas personas, más aún más si la averiguación está impregnada de algún ácido rencor del tercero en discordia.
No hay que saber mucho de derechos para darse cuenta que la intimidad es la intimidad y que ninguna ley modificará desde afuera semejante entidad de la condición humana, y que los que no lo tengan claro pueden cometer errores como privar de la libertad a alguien por su aspecto de hippie en desgracia como era para cualquier argentino en la década esa. La intimidad es la intimidad, y no está bueno retrotraer iniciativas parecidas a las de los setenta y obligar a alguien en forma directa o indirecta para averiguar su ADN por caso, porque si no hay lesión a la libertad del otro la intimidad es integridad y la estatura de la propia probidad es primero una decisión individual y privativa no de un tercero por más que se interponga una loable causa, la intimidad es dignidad y la contrición la vergüenza y la sobriedad son instintos independientes y se encuentran en una frecuencia diferente a la apreciación por parte de un tercero del propio honor o del destructivo deshonor, la intimidad es identidad, y en su forma de elección equivocarse por cuenta propia también es anterior a cometer errores por interpósitas personas, más aún más si la averiguación está impregnada de algún ácido rencor del tercero en discordia.